"Hay una diferencia entre ser pobre y estar quebrado. Uno puede estar quebrado temporalmente; uno es pobre eternamente".(Robert Kiyosaki: 2008)
Una cosa es emprender un negocio y otra cosa es saber generar dinero para prosperar, crecer o superar la crisis. Incluso, una cosa es crear y poner a funcionar una micro o mediana empresa cuando se dispone del capital propio o prestado, y otra cosa es tener una mentalidad y las habilidades financieras para que la inflación, las altas tasas de interés, los créditos indexados que solo ofrece la banca pública y privada, no los quiebre en el corto plazo.
Estamos en un tiempo donde ahora todos quieren ser emprendedores. Parecido a aquella época cuando todos querían hacer cooperativas, luego entrar en la misión Vuelvan Caras, crear Consejos Comunales productivos o participar en un CLAP para ejecutar la "P" de producción. ¡Emprendedor por acá y emprendedor por allá!
No obstantes, como la mayoría de los venezolanos de los últimos 120 años, su mentalidad está influenciada por la cultura del modelo rentista petrolero: esperando que el Estado inyecte los recursos financieros al sistema bancario para que otorgue préstamo de mediano a plazo (más de 24 meses para pagar), baja tasa de interés, con tiempos de gracias y sin muchas garantías. Y no como lo que ocurre actualmente con la banca: solo ofrecen pagarés con altas tasas de interés y con garantías verificables y tangibles 1 a 1.
Pues déjenme decirles a todos los que creen que es mejor emprender que ser un asalariado del Gobierno o de una empresa privada, o porque ya están jubilados y sus ahorros de vida o fideicomisos fueron pulverizados hace varios años atrás por la hiperinflación, que para poder progresar en un emprendimiento primero necesitan cambiar la mentalidad rentista que tienen por una que los lleve a independizarse del Estado, que les permita ser creativos, tener libertad financiera, capacidad de ahorro, identificar cuando un crédito es malo o es bueno como los impagables pagares de 12 meses y generadores de ganancias individuales y aporte a la riqueza de la nación (PIB). Valga decir, tener una mentalidad financiera.
En ese sentido, estamos en tiempos que exige que todos los venezolanos, desde los 14 años hasta los adultos mayores activos, comiencen a formarse para tener una mentalidad financiera no rentista para afrontar el porvenir y la realidad económica actual: un Estado sin recursos para invertir en la reactivación productiva de manera masiva, porque vive declarándose bloqueado, recortado, con deudas hasta con sus trabajadores, y sin la posibilidad de incrementar el salario público a pesar de que ya estamos en la fase de un excelente crecimiento económico del 17%, como se había dicho.
¡Está bien, ahora no me des, pero enséñame a pescar!
Es una estrategia inteligente y justa, que un Gobierno en tiempos de dificultad económica, promueva que su población aprenda a enfrentarla para ayudar a superarla. Que todos aprendan las herramientas básicas de cómo ser productivos y positivos frente al dinero, que aprendan a ser ahorradores, no consumidores compulsivos, a no tener mentalidad de escasez o de lucha por el dinero sino de abundancia, aprender a no endeudarse sin tener previsiones de ingresos para pagarlo y a crear diversas fuentes de ingresos a la vez, valga decir, aprender a trabajar e independizarse como debe ser.
Eso implica que la fuerza laboral de nuestro país aprenda a dedicar más tiempos en actividades que produzcan más dinero que las que no producen o sean voluntarios. No es inteligente vivir 80% del tiempo en trabajos improductivos u ocioso, cobrando poco o esperando una bonificación.
Hay que enseñarles a todos a manejar el principio económico 80/20, de generar más ingresos con el menor esfuerzo posible, de minimizar costos y maximizar los beneficios. Porque está demostrado científicamente, que el 80% de la población mundial está en la pobreza, porque entre otras cosas, dedica el 80% del tiempo a trabajar para generar apenas el 20% de sus ingresos, mientras que el otro 20% del tiempo es el que le genera el 80% de sus ingresos.
Esos principios finacieros hay que enseñarselos a los trabajadores, ama de casa, estudiantes, adultos mayores, pensionados y jubilados. Enseñarles cómo reconocer la relación entre el esfuerzo y los resultados a fin de mejorar su eficiencia en el trabajo, y en la forma de ganar dinero. Como dice Vilfredo Pareto (1897): "se puede lograr más con menos". Pero nada de eso te lo enseñan en casa, al menos a la mayoría de la población asalariada.
Yo me apego a lo que Sharon Lechter (2006) dice: "Lo único que el dinero no puede resolver es la pobreza. La pobreza tiene muchas causas, y una de ella es la falta de educación financiera. (…) La verdadera solución a la pobreza mundial es la educación financiera, no el dinero."
En vez de estar más tiempo en fiestas patronales, vacaciones colectivas y celebrando sin producir dinero, es más inteligente dedicar más horas de trabajo para producir dinero para provecho de su familia y para ayudar a aumentar realmente el Producto Interno Bruto entre todos. Porque eso es lo que hacen los que emigran al exterior: trabajar más horas, tener varios trabajos, producir más y aumentarle el PIB a otros países, en vez de hacerlo aquí en Venezuela, su patria natal. Pero es un tema de cultura, porque en esos países se manejan bajo la mentalidad financiera, de trabajar por dinero, de esforzarse más por más ingresos. Y eso es lo contrario a la mentalidad rentista.
En fin, debemos fomentar la educación financiera masiva para que el trabajador aprenda a generar más riqueza para la nación. Que es distinto a decir, que todos trabajen más, reciban menos, ahorren menos, vivan endeudados y esperando las bonificaciones públicas para poder sobrevivir, condenados a la dependencia y a la miseria.
Esa debe ser una de las principales banderas de lucha de los lideres revolucionarios en estos tiempos para superar la mentalidad rentista petrolera. Es la misma bandera de lucha reivindicativa de los hombres y mujeres de izquierda de todos los tiempos.