LA MISMA HISTORIA DE SIEMPRE
En estos días es común escuchar de nuevo que el Banco Central de Venezuela (BCV) vende semanalmente a la banca pública y privada varios millones de dólares para contener el alza del dólar ante un continuo aumento de la demanda de esa divisa.
Por ejemplo, en la última semana, del 10 al 16 de octubre, el tipo de cambio oficial subió 0,97%, pero el dólar paralelo descendió 0,57%, de manera que la brecha entre ambos precios se redujo a 5,24% desde 6,69% en la semana anterior.
Eso obligó al BCV a tener que intervenir en el mercado cambiario el lunes 17 de octubre, vendiéndole al sistema bancario 75 millones de dólares a un precio de 8,10 bolívares por euro, que representa un aumento del 0,87% en comparación con la colocación anterior. Esa fue la cuadragésima segunda intervención cambiaria en lo que va del año.
No obstante, esos 75 millones de dólares inyectados sería un monto menor en 25 millones en comparación de lo inyectado siete días antes por 100 millones de dólares, pero días después, inyectaría 20 millones de dólares más para un total de 120 esa semana. Pero esa intervención no sería suficiente para contener el alza del dólar oficial.
Millones de dólares más, millones de dólares menos, pero lo único que no se detiene nunca es la devaluación de la moneda. ¡Una historia de nunca acabar!
LA DEVALUACIÓN NOS HA EMPOBRECIDO CONTINUAMENTE
La devaluación histórica en Venezuela es el comportamiento característico de un país altamente dependiente de las importaciones de materias primas, tecnologías y bienes terminados.
Llevamos como sociedad hablando de superar el modelo rentista por más de 100 años, por medio del estímulo de la producción y las exportaciones nacionales, pero más bien, la economía se ha desarrollado con base en la compra de dólares provenientes de la venta del petróleo a nivel internacional que inyecta el Estado de diversas formas.
No obstante, como el sistema global y nacional está diseñado para importar lo más que se pueda desde China, Estados Unidos, Alemania, Japón, entre otros, entonces la mayoría de los venezolanos (empresarios, comerciantes, trabajadores y el mismo Estado) sólo aprendieron a demandar más dólares para comprar y pagar en el exterior. Situación que forza casi a diario, desde el viernes negro en 1983, a la devaluación continua de la moneda, con una inflación permanente, con unos ingreso que pierde poder adquisitivo a diario y entrando y saliendo de la pobreza continuamente.
LA POCA ENSEÑANZA SOBRE CÓMO GENERAR RIQUEZAS PARA NUESTRA NACIÓN
Sólo pocos aprendieron a producir y exportar como lo ofrecieron los gobiernos en sus campañas electorales y discursos cotidianos. No obstante, hasta el sol de hoy, no hay nada concreto que demuestre que hemos dejado de ser altamente dependientes de las importaciones.
Entonces, pareciera que todo ha sido una mentira, y con el pasar del tiempo, desde casa y el sistema educativo, nos enseñaron a tener una mentalidad rentista-dependiente y no a ser emprendedores o empresarios exitosos. Aprendimos a ser derrochadores y no ahorrativos para invertir, crecer y prosperar económicamente en lo individual, en lo colectivo y en lo nacional.
HAY QUE DAR EL SALTO CUÁNTICO EDUCATIVO EN MATERIA FINANCIERA
¡Hay que comenzar a superar esa cultura rentista-dependiente y aprender a tener MENTALIDAD FINANCIERA desde ya! Si queremos ser más productivos como nación debemos enseñarles a la población desde muy jóvenes a cómo ser emprendedores, empresarios y exportadores competitivos y exitosos.
Eso debe comenzarse desde el liceo con cátedras de Educación financiera para jóvenes de cuarto o quinto año, para que cambien su mentalidad y sepan cómo van afrontar en el futuro su relación con el dinero, las inversiones y la producción independiente. Es la única forma de acabar con los monopolios en el futuro y garantizar la sustitución de importaciones que nos perjudica económicamente.
Como sociedad, no dejemos que todos lleguemos a la miseria, que ese es el camino que ofrece el sistema dominante a nivel global: aumentar la desigualdad, es decir, donde pocos (20%) son dueños todo y la mayoría (80%) es dueña de nada. ¡Sólo es dueña de su miseria!