Así hemos visto como en las manifestaciones de adolescentes universitarios, se provoca el caos en avenidas y autopistas, se obstruye la libre circulación de la ciudadanía. Son movilizaciones juveniles siempre escoltadas por dirigentes políticos, unos de avanzada edad cronológica y otros con menos años, pero de avanzada decadencia política y todos incorporados al nuevo oficio: antichavismo.
Donde los politiqueros añejados en fracasos, como Ramos Allups, Barbozas, Pérez Vivas, Teodoros, Ledezmas y sus nobeles “aprendices” entre ellos nudistas profesionales: Julio C. Rivas, los premiados como Goicocheas, Ricardo Sánchez, de segundo o guardaespalda. Todos ellos presos de su locura, aplauden, estimulan, gritan para explotar al máximo los sentimientos innatos de rebeldía y espíritu crítico de estos jóvenes que sin norte alguno, envueltos en sus pancartas “queremos presupuestos” “paralizaremos actividades”, vocean a capricho sobre autonomía universitaria, entre otras sandeces.
Movilizaciones permanentemente trasmitidas, animadas a toda hora, sitio y lugar por radio, prensa y cámaras de televisión del sector privado, encabezadas con todas sus baterías por Globoterror y sus convencidos “periodistas de nuevo tipo” en permanente ataque a la Venezuela de hoy que avanza indetenible a su plena soberanía nacional e internacional.
Siglos antes de Cristo, es conocido que el manejo de recursos financieros se basa en la contabilidad, a través de la cual se ejecuta un presupuesto. Contrariamente a esa elemental norma, la asignación presupuestaria a las universidades, dirigida a fortalecer la infraestructura física, logística y el estudiantado, no se ejecuta, ni se ha ejecutado nunca de acuerdo a sus prioridades. Y es ahora, como en nuestro país, en franco tránsito hacia el socialismo ya están “pillaos pillaos”.
Cuando el titular de Educación Superior Edgardo Ramírez, con enérgica disposición convoca en breve, a una mesa verdaderamente democrática, participativa y protagónica, tal como reza nuestra Constitución Bolivariana –tan “defendida” ahora por los opositores– a un debate público de estudiantes y rectores, en este caso, a aquellas autoridades rectorales que directa o indirectamente presionan, engañan a la juventud estudiantil para que pidan más presupuesto y paralicen o amenacen paralizar actividades.
Comienza en cambio, el tiempo de las cuentas claras de acuerdo a lo dicho por el ministro Ramírez, en base al artículo 34 de la Ley de Educación, porque nada es más urgente que de una vez se explique: qué, dónde, cuánto se compra, y cuánto dinero ocioso está ganando intereses.
En otras palabras, el Estado, el país, la sociedad y la comunidad universitaria deben saber “dónde están los reales”.
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