El tema de la reestructuración de la Universidad Nacional Experimental de los Llanos Occidentales Ezequiel Zamora, UNELLEZ, ha levantado mucha polémica, más por su trasfondo político que por la necesidad de darle autonomía y operatividad. Saliendo un tanto del tecnicismo de un proceso de reestructuración administrativa, la división se presenta como uno de los primeros pasos para la orientación comunal de las regiones. Los estados Barinas, Portuguesa, Cojedes y Apure, están inmersos en un proceso de reorientación político-administrativa; se trata de crear los enlaces respectivos para la consolidación del Poder Popular. La comuna es un espacio que permitirá “…al pueblo organizado ejercer el gobierno comunitario y la gestión directa de las políticas públicas y proyectos orientados a responder a las necesidades, potencialidades y aspiraciones de las comunidades, en la construcción del nuevo modelo de sociedad socialista de igualdad, equidad y justicia social”; según lo refrenda la Ley Orgánica de los Consejos Comunales, en su artículo dos.
En tal sentido, las universidades como centros de formación especializada tienen que formar parte del espacio o área de la Comuna Socialista, la cual, por su naturaleza, constituye todas aquellas agrupaciones de comunidades vecinales, que contiguamente ocupan un territorio, con un numero de población base, y que requiere tomar posesión directa, en lo económico, político, y social sustentable, de los modos de producción; entiéndase que las universidades pasan a ser parte de un sistema de gobierno comunitario basado en la ética socialista.
Esta es la realidad de país en donde el proyecto de las universidades experimentales comienza a tomar forma y a integrarse a un escenario de discusión y monitoreo del cambio de un modelo capitalista a uno de carácter socialista. El impacto demográfico de los estados regionales donde está dispersa la UNELLEZ en la actualidad, obliga a una reestructuración. La demanda para profesionalización es totalmente distinta a la que existiera en 1975, cuando su fundación; y cubrir las nuevas expectativas de formación no puede estar supeditado a una decisión central de una universidad que había sectorizado las áreas de conocimiento. Se requiere que cada vicerrectorado asuma su contexto y en razón de él se genere un nuevo perfil de la universidad socialista. La fortaleza, proyección, prestigio y empoderamiento de dicha universidad, es un asunto que no tiene que venir de la herencia de la universidad experimental, sino del recurso humano y del interés de las comunidades por modelar esa universidad de todos que eduque al nuevo republicano.
En una palabra, la división es perfectamente razonable ante los cambios político-administrativos que empiezan a vivir las regiones; la estructura de universidades experimentales, hace posible que se transformen en figuras autónomas desde donde se concentre criterios de autogestión y financiamiento integral, para consolidar los espacios universitarios como escenario de las comunidades y no de un grupo elitesco de académicos que es lo que se había venido convirtiendo, y los cuales contaminaron la razón de las universidades al mantener enclaustrado el conocimiento.
La UNELLEZ, en la figura de la nueva universidad autónoma de cada localidad, tiene que estar inmersa en el modelo de la Comuna Socialista, participando en su organización e integrándose a los Consejos Comunales; contribuyendo a la planificación de políticas públicas y a la asesoría técnica del Gobierno Comunitario de la Comuna Socialista; así mismo, en la medida que madure la organización comunal, las universidades serán escenario técnico para la consolidación de un sistema local de Hacienda Publica de la Comuna, que recolecte impuestos, y reciba, según la base poblacional de la Comuna, un situado Constitucional adecuado a las necesidades, y que haga posible el fortalecimiento de una economía comunal integral.
La división de la UNELLEZ no es un asunto de atentado contra el legado histórico de una universidad; constituye la evolución de la propia universidad. Es el “producto en proceso” del ideario que materializó a la UNELLEZ como centro de estudios superiores para contribuir al desarrollo regional y nacional; en este sentido no es una división lo que se avecina, sino un proceso de adecuación de la universidad a los requerimientos de cada estado o localidad donde ha venido desenvolviéndose. En cuanto al nombre o eslogan de estas cuatro nuevas universidades que nacerán, ya es un asunto doméstico, que no debería trascender más allá que del interés de la comunidad universitaria, en conjunto con el colectivo organizado de la sociedad, para alcanzar un consenso que permita identificarnos con la nueva figura organizativa de la educación superior en las regiones.
La UNELLEZ alcanzó un ciclo, le toca empezar otro; el hermoso eslogan de “La universidad que siembra”, debe dar paso a otro que recoja los frutos y los transforme en procesos dinámicos donde la apertura, el diálogo y la inclusión, sean la nueva razón de ser de una institución que cambia y se adapta a la nueva realidad de país.
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