Es cierto que la burocracia tanto en la administración pública, como en algunos espacios del sector privado debe ser soportada con el máximo de la tolerancia y el abuso de poder en quienes detentan las acciones o decisiones indispensables para que una sociedad pueda avanzar hacia la construcción de un Estado de Derecho y de Justicia.
Cuántas veces hemos tenido que soportar en una oficina de la administración pública (nacional, regional o municipal), horas y horas para ser atendidos, hasta que aparece el “susodicho funcionario” (nunca será servidor público), quien nos coloca miles de trabas, amparadas en la “legalidad” incongruente de una supuesta búsqueda del bien común; para que al final termine por desmotivarnos; hasta que agotados de escuchar la misión imposible, sucumbimos ante la práctica nefasta de otorgar un “regalito” para resolver la situación. En el caso del sector privado, por ejemplo, intente viajar en vehículo a través de las “chalanas” de una “empresa naviera”. Vaya dispuesto a pasar hasta 72 horas en una cola para embarcar; pero si al final no quiere “hacer cola”, “contacte” ante los “trabajadores navieros”; pregunte cuánto vale la tarifa para el “embarcado rápido” y de seguro se irá en la siguiente gabarra.
Que una sociedad cada vez más descompuesta en el plano ético y moral, y ciudadanos(as) sin derecho a “pataleo” sigamos aceptando esta realidad, so pena de ser marginados, agredidos y hasta vilipendiados, y peor aún, sin tener una autoridad inmediata en quien recurrir ante el abuso de algunos “funcionarios” y “trabajadores”, sea parte del día a día, lamentablemente es una realidad que enfrentamos en casi todos los escenarios de nuestra vida. Pero que la burocracia vaya invadiendo los planos de las escuelas y colegios, sencillamente vamos hacia el exterminio de los valores y la posibilidad de transformación de una nueva sociedad, es decir, educar y formar un nuevo ser humano.
Que un Director de una escuela o liceo “exija” partida de nacimiento “vigente” y “actualizada” para inscribir u otorgar un documento de un estudiante. Que una defensora educativa ante la ausencia de homólogas(os) en un municipio cercano, solicite la “autorización” de traslado y/o atención de un(a) “jefe de división”, violentado los principios de prioridad absoluta e interés superior del niño(a). Que un coordinador, por ejemplo, de un programa de alimentación escolar, mienta a la población educativa sobre la activación de tal programa, conociendo de antemano el déficit presupuestario. Que un(a) “Director(a)” de infraestructura de la región ante el reclamo de una comunidad educativa por la situación de deterioro de un plantel, éste(a) responda: “Sólo los atiendo en mi oficina”. O que el “jefe máximo” de una Dirección de Educación, es decir, dependiente de una gobernación, se dé el lujo con su “bono vacacional” de visitar Europa, mientras sus colegas, docentes entregados en las aulas, sean convertidos en vasallos, quienes apenas logran cobrar míseros sueldos, incluso por debajo del salario mínimo vigente. Todos ellos son ejemplos de una comprobada burocracia, no sólo nefasta para los intereses del pueblo, sino que coloca a tales “funcionarios” en una situación de violación de sus códigos de ética, y en consecuencia deberían ser sancionados con todo el rigor de esa misma ley, que ellos mismos invocan para que nosotros nos ajustemos a Derecho.
La Burocracia Educativa, lentamente, pero a paso seguro comienza a apoderarse del sistema educativo. Sino logramos detenerla, sino logramos destituir a quienes incurren en tales prácticas inmorales, pasaremos a la historia, como individuos cuya sindéresis jamás prevaleció. Pasaremos a la historia como “pedagogos” de la ignorancia, de la corrupción y del envilecimiento de la sociedad.
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