No conviene al país una universidad postrada, sin propuestas, autosecuestrada y negada al cambio

Transcurridos diez años de gobierno del Presidente Chávez es notoria la falta de voluntad de la dirigencia universitaria para ponerse a tono con los cambios introducidos tanto en la Constitución Nacional como en Ley Orgánica de Educación. Ambos cuerpos legales han brindado la oportunidad de desarrollar, ampliar y modernizar la legislación interna  para no seguir a la zaga de una Venezuela que busca por los cuatro vientos dar saltos económicos, sociales, políticos, culturales y deportivos.

    El tema sigue a la orden del día y las excusas para que la comunidad universitaria y el país, tal como lo establecen los artículos 109 de la Constitución y  32 de la L.O.E., no conozcan o tengan en sus manos una propuesta o anteproyecto de Ley de la Educación Superior encuentra indiscutible responsabilidad en quienes han venido formando  la Comisión de Educación de la Asamblea Nacional, las autoridades universitarias o los mismos gremios o sindicatos del sector. Inexplicable descuido a estas alturas de un proceso  revolucionario  que cohexiste  todavía  con sectores que se presentan como intocables. Y todo por una intencionada interpretación de la autonomía universitaria que hasta permite a las autoridades universitarias hacer mofa y burla cuando el gobierno nacional pide rendir cuentas de los recursos que se les otorga.

    Me cuento entre los que consideran que han debido ser los integrantes de las comunidades universitarias (Art. 34 de la L.O.E),  organismos de cogobierno y autoridades, quienes han debido dar el paso transformador. Haber llamado a una Constituyente e iniciar los cambios desde hace diez años o desde el mismo momento en que se promulgó la Constitución Bolivariana o la misma L.O.E. No hay necesidad ni razón para que quienes dirigen la educación superior rehuyan al llamado de “cuentas claras”, a sabiendas que hacerlo forma parte del ejemplo de excelente gerencia, transparencia y ética que debe caracterizar la educación en general. Los  Consejos Universitarios y sus autoridades deben salir de las posiciones conservadoras y de estrecha correspondencia con los sectores desestabilizadores.

No conviene  al país una universidad postrada, sin iniciativa, sin propuestas,  autosecuestrada y negada a todo pedimento transformador. Este comportamiento pudiera ser una declaración de muerte lenta, a sabiendas de contar con todos los argumentos legales y políticos para atreverse a dar el salto y reencontrarse con un pueblo venezolano que decidió desde hace diez años soltar las ataduras del atraso e iniciar una revolución identificada con el pensamiento y la acción de nuestros libertadores. Los universitarios tienen la palabra. Mañana es tarde.

juan_azocar@hotmail.com



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Juan Azocar


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