El proceso pedagógico se tornó cuantificador de los resultados y su forma de ser expresado fue a través de números, de resultados que conducen a clasificar; ajustándose a un acuerdo de las decisiones del orientador o docente que, generalmente, se valía de los mismos criterios de evaluación en forma estandarizada, sin reflexionar sobre su práctica pedagógica.
El lo que se refiere a la educación superior, la estructura que fue promovida en el contexto venezolano comprendió varios tipos de instituciones: Universidades, Institutos de Formación Docente, Politécnicos, Institutos de Tecnología y Colegios Universitarios, tanto públicos como privados. Las universidades mantuvieron su oferta educativa a nivel de pre-grado (licenciatura) y postgrado (diploma, maestría y doctorado). Los otros institutos de educación superior por su parte, han venido ofertando una variedad de programas, que incluyen de 4 a 5 años, y otros más cortos de 2 a 3 años (técnicos en educación superior). Aunque en teoría estos institutos deberían estar integrados con los programas universitarios, en la práctica no se han integrado y son pocas las universidades que reconocen los créditos cursados en los institutos y colegios universitarios.
De esta visión tradicional cuantitativa-estandarizada, se ha pasado a otra cualitativa-reflexiva, caracterizada por la conceptualización como un proceso permanente, interactivo, cooperativo y reflexivo que permite comprender, analizar e interpretar el desarrollo real alcanzado y sus potencialidades, así como las experiencias de aprendizaje con la participación de los actores sociales corresponsables del proceso educativo.
La visión bolivariana del sistema educativo, que incluye la educación superior, pasa por la promoción de la reflexión a los educandos y facilitadores, como proceso de aprendizaje en miras a comprender potencialidades y valerse de él como instrumento y estrategia que permita valorizar el conocimiento permanente de forma cualitativa y descriptiva, mediante el análisis crítico; la idea es la comprensión de los requerimientos individuales y colectivos, como producto de la interacción de los actores que reoriente el proceso de aprendizaje cuantitativo-estandarizado hacia uno cuali-cuantitativo-reflexivo que dé significado e identidad social a cada uno de los educandos.
En este sentido, la educación superior en Venezuela no dista de lo anterior, en tanto y cuanto lo expresado es el fundamento filosófico-pedagógico de los valores y principios de la educación en Venezuela en todos sus renglones; sin embargo hay cambios de forma, de intensidad y profundidad de los contenidos.
En esta dicotomía entre lo cuantitativo-estandarizado y lo cuali-cuantitativo-reflexivo, ha tenido desenvolvimiento, en el plano de la educación superior, la función de extensión. En un primer momento como expresión de los cambios que en Latinoamérica produjo la Reforma de Córdoba de 1918; y en otro momento, como expresión de la denominada tercera reforma universitaria que surgiría a mediados de los noventa del siglo XX, y de la cual el proceso político venezolano ha tomado algunas premisas para edificar una concepción de la extensión más amplia, con fines y estrategias definidas, y bajo una estructura renovada que no altere la columna funcional de las universidades, sino que sume nuevos subsistemas, a fin de recibir apoyo integral de todo el cuerpo administrativo, académico y de investigación que una institución de educación superior tiene para el logro de sus objetivos.