Las dicotomías de Bobbio

El italiano, filósofo y pensador Norberto Bobbio (1919-2004), propuso un método de análisis conceptual que abordara lo que a su entender son las dicotomías, en la comprensión de las disciplinas de estudio de las acciones humanas. Estas dicotomías le sirvieron para encarar el problema universitario en la década de los ochenta en Europa, problema que sería tratado en el denominado Proceso de Bolonia, iniciado en 1998, que daría con una senda declaración caracterizada por: 1.-La adopción de un sistema fácilmente elegible y comparable de titulaciones, mediante la implantación, entre otras cuestiones, de un Suplemento al Diploma; 2.- El establecimiento de un sistema de créditos, en subproyectos, que haga sencillo los procesos de revalidas; 3.- Promoción de la cooperación; 4.- Promoción de un desarrollo curricular tendiente más a la visión crítica de la sociedad; y 5.- Promoción de la corresponsabilidad entre Universidad y Egresados, donde aquella garantice la ocupación laboral de éstos. Ahora bien, es necesario reconocer qué método utilizaron los europeos para llegar a un consenso en razón de la universidad que requiere los nuevos tiempos. Para ello, hay que auscultar a Bobbio.

La obra de Bobbio es fragmentaria; está dispersa en prólogos, ensayos académicos y de corte político-militante; Bobbio no ha sido original en cuanto a las ideas, pero sí tiene cierta originalidad en su posición distintiva en la encrucijada de tres tradiciones políticas: el liberalismo político clásico; el marxismo; y el realismo político italiano. Para él hay conceptos que están ligados a la política y que son irrenunciables a esa relación. Se refiere a la educación y la cultura. Esta relación la refiere el autor en razón del papel que deben tener los intelectuales en la sociedad contemporánea; tradición que ha partido desde los clérigos en su adhesión a los grupos de poder en la historia de la civilidad humana, pasando por la cultura comprometida, que asume visos de una nueva manera de entender lo político dentro de la política; y aterriza en la justificación de la protesta como acción liberadora del sesgo o control que sobre lo educativo y cultural tiende a imponer las clases dominante.

En concordancia con lo expuesto, Bobbio se adentra en fórmulas metodológicas que le permitan responder cómo se ha presentado esa intención de manipulación de lo educativo y cultural, y qué vías han de ser las más expeditas para borrar de las relaciones de poder la más eficaz de las estrategias: la guerra. Bobbio partía de la idea que recurrir a la fuerza es el medio tradicional y más eficaz (tradicional precisamente por su gran eficacia) de resolver los conflictos sociales. Y no basta regularlo para limitarlo y aún menos para eliminarlo, Uno de los mayores problemas de cualquier convivencia civil es el de crear instituciones que permitan resolver conflictos, sino todos los conflictos que puedan surgir en una sociedad, al menos la mayor parte, sin que sea necesario recurrir a la fuerza, más bien a la fuerza legítima, porque es la ejercida por el soberano, y legal, porque es ejercida en el ámbito de las leyes que la regulan. Y esta comprensión de la realidad política contemporánea societal, no llegó a Bobbio de una elemental observación participante de los hechos sociales, sino de un discernimiento de los clásicos del pensamiento político occidental entre los que destaca Hobbes y Rousseau, y la valoración de mecanismos de análisis que le permitieran identificar y describir desde un plano sistémico, histórico y axiológico. Esta visión metodológica la identifica Bobbio como la gran dicotomía, y es precisamente en razón de ella que el autor desarrolla una cuidadosa reflexión de los clásicos. En filosofía la dicotomía se refiere al método de clasificación en que las divisiones y subdivisiones solo tienen dos partes.

Ahora bien: ¿Qué permite el método dicotómico de Bobbio? Introducir en la investigación un enfoque metódico que fortalezca el tratamiento hermenéutico-dialéctico dado a la investigación. Bobbio sistematiza una amplia gama de teorías, comparando sus elementos contrapuestos y construyendo fragmentos de una teoría general de la política. Su particular estilo de investigación le hace contrastar dos universos: el verdadero, que busca identificar; y el aparente que surge de visiones hipotéticas de la realidad. Una manera simple de resumir la acción metódica de Bobbio es que parte de una definición negativa de uno de los términos a estudiar (el débil), en contraste con el otro (el fuerte); al principio se le otorga aleatoriamente calificativo de débil o fuerte a uno que otro de los términos en estudio, para así ir montando una estructura teórica que no sólo sea expresión de la racionalidad, sino el producto de la sistematización histórica del pensamiento político a través de la promoción del diálogo.

En relación a las dicotomías, al principio aparece que se postulan en un sentido fuerte ya que sería la forma de estructuración de la ciencia en general; pero conforme son desplegadas en su obra, el propio autor va señalando sus limitaciones en tanto se vuelven rígidas y esquemáticas con respecto a la complejidad y riqueza de la vida política. Es importante recordar cómo los partidos políticos “no pertenecen enteramente a la sociedad civil ni al Estado”, o cómo entre los tipos ideales de las formas de gobierno “hay cien formas diversas más o menos despóticas y más o menos democráticas.” Así, el recurso de las dicotomías es utilizado en un sentido débil como parte de una estrategia más amplia: construir las coordenadas preliminares para plantear los problemas teóricos y promover el diálogo político. Esta ha de ser la primera idea básica en el debate nacional acerca de la Ley de Educación Universitaria: “promover el diálogo”.

Desde esta percepción se puede inferir que Bobbio le da importancia sistémica a la relación social y no orgánica, estableciendo tres características en su acercamiento al problema universitario: 1.-Estar inmerso en la realidad universitaria, es decir, ser testigo del tiempo; 2.-Hacer de la retroalimentación un proceso de revisión constante, en el cual surjan reinterpretaciones y reasignaciones en los constructos; y 3.-Construir teorías-modelo que describan la realidad, quedando como categorías mentales y no como leyes o teoremas.


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Ramón E. Azócar A.

Doctor en Ciencias de la Educación/Politólogo/ Planificador. Docente Universitario, Conferencista y Asesor en Políticas Públicas y Planificación (Consejo Legislativo del Estado Portuguesa, Alcaldías de Guanare, Ospino y San Genaro de Boconoito).

 azocarramon1968@gmail.com

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