Si les parecen
exageradas estas ideas, basta con observar cuál ha sido la actitud
de algunos sectores estudiantiles que son capaces de ver –e incluso
de imaginar- la brizna de paja más ínfima en el ojo ajeno mientras
pasan por alto la enorme viga que tienen bajo cada párpado. Y es que
uno no puede menos que indignarse cuando ve a estudiantes defender lo
indefendible, brindando apoyo a medios de comunicación privados que
flagrantemente violan las leyes nacionales, generando zozobra a sus
usuarios y exigiendo al Estado que les permita continuar en su labor
desestabilizadora amparados bajo el manto todopoderosos de la “libertad
de expresión”, mientras miran en otra dirección cuando es expulsado
un compañero universitario, vulnerando no sólo su derecho a expresarse,
sino impidiéndole el derecho a la legítima defensa y pero aún, su
derecho humano fundamental e inalienable al estudio. Mientras desde
este sector procedan de esa forma, simplemente no pueden tener el respaldo
de ninguna persona pensante y decente. ¿Que es duro mi planteamiento?
Pues si. Pero más duro es que una élite universitaria viole los derechos
humanos frente a la mirada impasible (¿y cómplice?) de algunos que
se autoproclaman “garantes del estado de derecho y la justicia”.
Sépanlo: las
“luchas” basadas en frases prefabricadas e ideas ajenas no sólo
le hacen el juego a los sectores dominantes, sino que vacían de sentido
y deslegitiman sus acciones.
Y menos mal
que mi paciencia se agotó al mismo tiempo que el espacio de esta columna,
porque si no…