Si pensamos que la institución universitaria debe transformarse para estar en correspondencia con los tiempos de inclusión, de participación, de verdadera democracia, nuestras acciones deberían estar en procura de estos principios. Y es, precisamente, de la participación en la vida universitaria, que trataremos en lo adelante desde la perspectiva de quienes hemos tomado, como muchas, el camino del trabajo, del estudio, de la participación en la vida política para impactar positivamente. No me atrinchero en la posición de género para autoflagelarme y suscitar miradas de compasión. Si bien, venimos de una racionalidad legal que fue redactada sin la participación nuestra y de modos de pensamiento y actuación que privilegia lo masculino sobre lo femenino, y formadas o des-formadas por una educación que vehiculiza el discurso limitativo de la participación, ahora en Revolución, tenemos mecanismos legales que nos promueven, defienden y visibilizan.
Creo que en momentos, la restricción de la participación tiene visos de abuso de poder y no solo viene desde lo masculino sino que entre las mujeres mismas también se da. Viene el caso específico. El Decano de la Facultad de Ciencias de la Educación, Dr. Luis Torres, ha negado sistemáticamente mi participación en una instancia llamada jefatura de cátedra. Luego de un tiempo, una vez obtenida, el citado decano a través de intermediarios desconoce mis funciones en la cátedra, el Jefe del Departamento de Lengua y Literatura, Edgar León Guerra, no da respuestas a los oficios, salta las instancias, violenta las leyes y el Consejo de la Facultad, actuando de manera arbitraria e ilegal (pues la sesión 582 es írrita), autoriza al citado Jefe de Departamento a que desconozca la opinión de la cátedra y sobre todo, violente el derecho de los estudiantes a recibir sus clases. Para colmo, y aquí vemos cómo la lucha no es sólo de género sino de clase, de la clase que abusa del poder, porque precisamente son profesoras consejeras, así con (-as), quiénes obstaculizan mi participación -Macri Fernández, Brígida Sánchez- y Natalia Chourio en otro caso. Podría pensarse que es una actitud coyuntural, si no hubiera el precedente de que el Decano Torres impidió que me desempeñara en la cátedra desde 2009 y al parecer, continúa en la obstinada idea de torpedear el cumplimiento de mis funciones y atribuciones en labores de administración académica como lo es la cátedra.
La Defensoría del Pueblo de Carabobo tiene en sus manos el caso, esperemos que se marque un precedente y que quede como aprendizaje y como actitud reflexiva y formativa el hecho de que tiene que haber respeto por los espacios y no se debe impedir el cumplimiento de los reglamentos, por mucho cargo que se detente. Al Consejo Universitario, les solicito pronunciarse sobre estas irregularidades. A las profesoras de la FACE les hago el llamado a la reflexión: la lucha de género no es un asunto de enfrentamiento, podría también quedar en la trampa de los discursos sobre estudios de género, en teorías, institutos, revistas y mientras…en la vida, en la de todos los días, urge levantar nuestra voz para no callarnos más y denunciar la ceguera que otorga el abuso de poder. La universidad debe transformarse, es hora, y las mujeres tenemos un gran peso en ella. Allí están, las jóvenes del colectivo Insumisas, por la lucha de las mujeres, a ustedes también las convoco en la tarea la inSURgencia transformadora.
Profesora