A Rubén Alayón*: “La vida es más que un derecho, es el deber de no claudicar”

Suele llegar cuando uno menos la espera, con su pretensión de querer tapar al sol con un dedo. Cierra ojos, apaga voces, deja la sangre helada. Qué muerte tan certera ha llegado para llevarse a un hombre bueno, a un gran amigo, a un luchador tenaz, de esos que nunca claudicaron.

Consternados y afligidos, así estamos, así nos ha dejado tan inesperada sentencia de la vida. Justo ahora cuando tantos sueños cuajaban y la brecha se abría para dejar pasar hacia caminos nuevos.

Ahí queda tu legado, camarada, como un arsenal de municiones que vencen la oscurana, la lucidez de tus ideas, tu voz alzada en los debates para desenmascarar quimeras y levantar las banderas de un conocimiento redentor que mueva el piso, rompa esquemas y supere rancias creencias que ya no podrán desfilar como verdades.

Se fue Rubén y nos deja como herencia la fortaleza de su humildad, se fue Alayón y nos deja en las manos su empeño por elevar a la altura del pueblo los estudios de economía, se fue el profesor y deja en las trincheras miles de estudiantes que se hicieron combatientes por la construcción de un mundo nuevo.

Se fue fulminado por el estallido de su corazón, pero en el tronar de los latidos de los que continuarán izando sus banderas, Rubén Alayón se queda entre nosotros todavía.


* Profesor, miembro del Consejo Directivo del Centro Internacional Miranda (CIM)


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Víctor Álvarez


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