Han sido infame y realmente desproporcionados los ataques que en las últimas semanas se han perpetrado contra la Universidad Bolivariana de Venezuela. Ante este hecho no queda más que desmontar una serie de patrañas que tratan de enlodar un proyecto que por revolucionario, genera resistencias. Claro esta, no se debe pretender en ningún momento obstaculizar la crítica necesaria, luchar contra la corrupción y mantener la problematización pertinente sobre el camino por el cual transita y debe transitar nuestra universidad, ubicándola así en su real contexto.
Como consecuencia de la creación de la Universidad Bolivariana de Venezuela, en nuestro país resucitaron una serie de fantasmas que rondaban a la educación superior, sector que se había convertido en inexpugnable para el proceso constituyente que se instala en nuestro país a partir de la convocatoria de la Asamblea Nacional Constituyente convocada por el Presidente de la República, Hugo Chávez Frías.
La instalación y desarrollo de la Universidad Bolivariana de Venezuela, condujo a la apertura de una serie de expectativas crecientes de un sector de la población excluida consecutivamente del sistema de educación superior instalado en nuestro país, que aún contiene visos de formación de pequeñas burguesías que garantizan el asenso social individual, y no el necesario compromiso por elevar la calidad de vida de nuestra sociedad, a través de la formación de ciudadanos con vocación para el fortalecimiento de lo identitario, nacional, cooperativo y comunitario.
Sin embargo, y de nacimiento, la UBV se encuentra con unas limitaciones naturales, producto de la estructura jurídica que ampara la constitución de nuevas universidades, aún siendo experimentales. A esto se suma la necesidad de masificar la educación superior como un compromiso socialista de nuestro actual gobierno, iniciándose así todo un debate sobre la calidad y la masificación de la educación superior. A esto se suma el surgimiento de la Misión Sucre, que no es más que la alternativa que pretende viabilizar la masificación a través de la municipalización como estrategia formativa que debe llevar la universidad a las comunidades.
Como producto de las diferencias en cuanto a la forma en cómo se debe lograr la masificación y la calidad de la enseñanza en la educación superior, se empiezan a conformar facciones que pugnan por el poder en cuanto a la aplicación del modelo que privilegia la masificación ante la calidad, y el modelo que privilegia la calidad ante la masificación, orientados los dos a un mismo fin, pero por senderos que se han convertido en una vía para empezar todo un proceso de cuestionamiento chavométrico de quien es más revolucionario que quien, proceso que llevó al desenlace final de la gestión de la Dra. Oritta Caponi.
Sin embargo, algunos todavía piensan que lo que paso en la Universidad Bolivariana de Venezuela fue un proceso de corrupción administrativa y de inoperancia académica, y le dan el gusto a los medios de comunicación tradicionales para que hagan festín sobre el supuesto fracaso de “la niña consentida” del Presidente Chávez.
Es lamentable que tanto algunos dolientes como detractores de las antiguas gestiones (léase, de la Dra. Mariguilda y la Dra. Orietta), permitan someter al escarnio pública a la UBV en aspectos que no son los de real debate a lo interno de la universidad. Entérense pues, que en la Universidad Bolivariana de Venezuela en la actualidad se esta debatiendo activamente el modelo de educación superior que necesitamos, y que de manera inexorable traerá consecuencias sobre el modelo administrativo y académico de las otras universidades del país.
El verdadero temor, tanto de los editorialistas de El Nacional, como de sectores interesados de Quinto Día y la lamentable posición del Últimas Noticias, invoca por una parte a seguir cuestionando el papel de los medios de comunicación en nuestro país, que enfocan su atención hacia la farándula de los asuntos, y no hacia la médula espinal de los hechos.
Por otra parte, debo reafirmar la necesidad de elevar el nivel discursivo de propios y extraños que giran en torno al proceso constituyente que vive nuestra UBV, que en la actualidad direcciona más su atención a la necesidad de democratizar su estructura para impedir que sectores interesados en personalismos y sin conciencia crítica, pervierten el sentido revolucionario y socialista que se gesta en el interior de ella.
Si existen diferencias en cuanto a la vía que debe asumir la UBV, la decisión no debe ser privilegio de algunos, ni tampoco debe servir para medir el mayor o menor compromiso con el proceso, lo importante es observar las coincidencias, léase, estar concientes de la necesidad de masificar la educación superior, y buscar la construcción colectiva del cómo.
Esto pasa por un verdadero proceso de participación protagónica, y por la apertura de verdaderos canales de comunicación, ese es le reto de las autoridades interventoras y de transición, que deben salir al paso a la guerra mediática que pretende afectar la autoestima de la comunidad Ubevista, con el objetivo de minar el proyecto de transformación universitaria que se pretende gestar desde nuestra universidad.
Toda revolución genera resistencia, por ello es imprescindible establecer una estrategia comunicacional que muestre al exterior de la UBV los logros y avances en el área académica, y consolidar todo un proceso a lo interno de control y fiscalización administrativa, que impida lograr el objetivo que la oposición se ha trazado: la descalificación de la gestión gubernamental; atendiendo sin paranoias persecutorias, discriminatorias y sectarias, a la prudente selección de quienes tienen y tendrán el compromiso de lograr llevar este barco a buen puerto.
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