Más vuelo, más cielo

Una vez escribí como profesor, un artículo acerca de la enseñanza y ese fue en ese momento un acto ridículo de separación entre quien conoce y lo que debe ser conocido. Desde allí no he escrito más –de esa manera-, ni siquiera he pensado así de esa forma. Estoy escribiendo hoy...pero desde los que si tienen luz (alumno = a - luni = sin luz), cuidándome de nunca dejar de SER. Recuerdo, con mis lagunas (que son bastantes, pero lo importante de ella es que siguen siendo la fuente donde se descansa del vuelo largo y cansón), que trataba  el tema de la educación desde el ejemplo de Juan Salvador Gaviota, que volaba para ganarse el cielo como parte de sus alas. Volaba por eso, y no simplemente por el deseo de salir a buscar el alimento.

Hoy, reactualizo aquel artículo, y lo sigo haciendo para una discencia social y políticamente comprometida. Escribo, no por escribir. Lo hago, en medio de un mundo que se MACDONALIZA, pero que a su vez el ejemplo de Bolivia contra Mc Donals y la Coca Cola nos da fuerza para creer que otro mundo es posible. Escribo  en pleno siglo de la telemática, de la robótica, de la informática y del ridículo modelo CESAR AUGUSTO que pretendieron imponer las cajas bobas, que fungen de  madres electrónicas. Escribo y pienso desde aquel que siempre fui, del que nunca he dejado de ser, desde aquellos que  siguen alineados en unas estúpidas filas que los hacen ver la nuca del compañero que tienen frente a sí, ¿Cómo si las nucas enseñaran?. Hay que estar de frente, mirando al OTRO,  cuanta falta hace hoy,  que además de vernos las caras,  nos veamos los corazones. Cuanta falta hace  ese maestro que forme,  no hombres tubulares, sino papagayos humanos   que puedan, con carretes de ternura tejerle al cielo herido (con sus bordes de desodorantes comiéndose el ozono) un enorme cartel para que lo vean TODOS,  Ese mismo que se ha vuelto tan duro para con el  prójimo – y no por que el lo ha querido así-  Ese que vigila la disciplina de aula, el tiempo en ella con extrema rigidez. Ese, el que junto con un cerebro “programado” esconde la realidad detrás de una cuenta de comprobación o de unas matrices y determinantes. Ese que nos hace dueños de la razón para entender que quienes están frente a nosotros son el calco perfecto de lo que el maestro Freire llamara “RECIPIENTES VACIOS”. Ese que se contenta porque nuestros hijos tarareen el “cacique Guaicaipuro le ha pegado a su mujer...”.

La competitividad nos arropa, mientras los de adelante corren mucho, los de atrás se joderán. El cuadro, es desalentador, pero NO  por ello debemos dejar de creer en la vida. Y en este respecto tenemos que decir, con Galeano, allí está el horizonte, no para alcanzarlo, porque éste no se alcanza, se persigue para NO DETENERNOS NUNCA. Y es que nunca debemos detenernos, por el contrario, debemos hacer de la tiza un sacramento para minarles espacios a la desesperanza, a no ser que lo que en verdad queramos  es el ejercicio de la estupidez ilustrada para que el aula se convierta en anestésica habitación de números y fórmulas sin ninguna conexión con la vida. Un aula así, no sería más que una gota de flemicaine que duerme y nos va convirtiendo a cada uno de los cuarenta –sin luz- y al profesor en una isla, como saldo oscuro de la imbecilización en estado puro. Es la opción por la vida la que debe determinar el ejercicio de la ternura comprometida y el corazón militante, máxime ahora, cuando Simón Narciso Carreño Rodríguez nos reclama “reventar oscuridades”, para defender, en todos los terrenos los espacios ganados para la construcción de la patria de todos. Pero, para ello debemos dejarnos interpelar por lo que ha sido hasta ahora el camino recorrido, no vaya a ser que  estemos alojados cómodamente ocultos detrás de un currículo frío, o queriendo ser radicales en la teorización de los caminos recorridos por San Francisco, o algún otro santo que lo tengamos realengo de clase en clase.

Hace falta un esfuerzo más sostenido para la FE MILITANTE como poder del pueblo, pero creyendo en el... no sin creer en él. De allí la necesidad de “salir de la caverna”, del “teoricismo de cuello blanco” para recobrar  las palabras de los chamanes “Las escuelas son fabricas de estúpidos diplomados; de allá sale la gente que sabe todo, ...menos vivir”. Y vale decir, que eso es lo que nos hace falta: SABER VIVIR, porque ello representa la búsqueda de mi libertad, sobre la base de la libertad de todos.

Y es que en cada aula nos encontramos con más de 50 Juan Salvador Gaviotas, pero que educados desde el colonizador y adiestrados en el teoricismo académico empezamos a mutilar sus alas, empezamos sin quererlo o queriendo a dejar el cielo desempleado de vuelos en  nombre de la inquisición académica que pide: NO MÁS CIELO, NO MÁS VUELO.

Allí están los PNF para recrearlos, para enriquecerlos, no para hacer de ellos un instrumento ciego que oriente para el mercado, sino para la vida. No obstante debemos salirle al paso a aquellos que inspirados por la burocracia gubernamental y el sindicalerismo pesetero quieren entender la educare y la educere a lo Pavlov. n.

Entonces, porqué seguir creyéndonos dueños del saber, si esa no es sino la actitud de los indocentes en una pedagogía de la dominación. No dejemos que ganen espacios, ni la guisqui-izquierda, ni el “socialismo de profesores”, del que tanto se cuidaba el viejo Marx y el que con justa razón en estas mismas páginas Henry Escalante condena con fiereza necesaria en un esfuerzo por evitar la letrinización de la educación universitaria No dejemos, que usurpen el poder y se enquisten en puestos directivos, aquellos más bolivaristas, que bolivarianos. Empecemos, eso si, a construir en la mejor de las aritméticas de la esperanza, el amoroso acto de multiplicar y sumar, en la construcción de un socialismo indo – americano que invoque a ABYA YALA. Ese es el camino por el que debemos optar y para ello habrá que invocar al Pedro Paramo de Juan Rulfo asumiendo que si el pecado no es bueno entonces tenemos que  ser duro y despiadado…pero sin perder la ternura, sin perder la ternura como  sostuvo el Ché.

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Nelson España

Miembro del Frente Antiimperialista de la Zona Sur - Anzoátegui

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