La universidad mediatizada

La universidad en el sentido más amplio y principista de la acepción debería ser la institución que determina la identidad social y cultural de un pueblo, dándole así vida espiritual. Por lo tanto, tiene que ser critica y estimuladora de la libre confrontación de ideas y no un simple centro de transmisión de conocimientos, ni un corral para el pensamiento donde el caporal sea el caudillo que se desempeña como rector(a).

Estos principios que determinan las características más trascendentales de la institución llamada a producir políticas que coadyuven a la transformación económica, social y cultural del país, están en una deliberada contradicción con el desempeño institucional de la universidad venezolana.

Contradictoriamente, las universidades “autónomas” se han colocado a la cola de las universidades privadas y perdieron la identificación con sus objetivos más trascendentales. Sus autoridades las utilizan como palanca de promoción social y tribuna para el chantaje político al gobierno. Niegan cualquier posibilidad de transformación porque consideran que representa un peligro para sus intereses particulares y grupales. Se aislaron de los movimientos sociales y del proceso de cambio y transformación social que vive el país para convertirse en apéndice de organizaciones políticas que, históricamente, han negado el carácter transformador de la universidad.

Los docentes universitarios han caído en una peligrosa abulia intelectual limitándose a “transmitir” conocimientos con castrantes y repetitivas clases que solo sirven para demostrar su raída pedagogía. Otros, allegados a las autoridades, la utilizan como un chance para redondearse los ingresos y dedican más esfuerzo a su actividad comercial, en muchos casos en contradicción con los principios universitarios. La producción intelectual en las universidades ha menguado.

Los estudiantes extraviaron su discurso y la hermosa irreverencia que devenía en compromiso con la Soberanía y la Patria se convirtió en un reiterativo decálogo que los identifica con una fuerza opositora que se desgañita para demostrar su adoración por atajos antidemocráticos que propicien la intervención extranjera con ánimos de dominación y nuevos modelos de colonización. Ese movimiento estudiantil puede mover sus “manitos” (blancas, grises y/o rosadas) como símbolo de adolescente desobediente que, en entrega bastarda, suplica por dólares, dólares… pero nunca alcanzará la trascendencia de aquel movimiento que enarboló y enarbola el puño en alto para desafiar y enfrentar a los enemigos de la Patria.

Análisis interesados en desvirtuar el fondo del problema pretenden reducirlo a un problema salarial o posturas disidentes con el gobierno y la Revolución Bolivariana. Es verdad que los salarios se deterioraron y se estancaron. Eso nadie lo puede negar y el gobierno brindó una respuesta y propuso una salida con la firma de un contrato único donde se estipulan los beneficios económicos y sociales de todos los miembros de la universidad. Hay un aumento sustancial de los sueldos de profesores, empleados, obreros y jubilados. Se incrementa el número de becas y el monto a pagar. Sigue la discusión en las “mesas de diálogo” sobre problemas como planta física, bienestar estudiantil (transporte, comedores, seguros de HCM, etc.) y también la rendición de cuentas por parte de las autoridades porque quien administra recursos públicos, debe presentar cuentas públicas.

Nada justifica esa criminal de las universidades paralización porque la Federación de Asociación de Profesores Universitarios de Venezuela –FAPUV- nunca ha firmado, ni va a firmar una Convención Colectiva que garantice mejores beneficios para todos los universitarios. FAPUV se convirtió en un instrumento para la negociación y el chantaje donde solo resultaban favorecidos los profesores y su directiva de donde salían docentes con sospechosa solvencia financiera, jubilaciones prematuras y cuantiosas inversiones. FAPUV perdió un gran negocio.

La paralización de la educación pública siempre perjudicará a quienes más la necesitan, los profesores cobran su sueldo, aumentan su abulia intelectual y cobraran el aumento aprobado. Los estudiantes deben reflexionar sobre la verdadera intención de ese paro injustificado y criminal contra el pueblo.

Quienes siempre cerraron la universidad, marcharon. ¿Será pidiendo otro cierre? Cosas veredes, Sancho!



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Darío Morandy


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