Las observaciones y señalamientos reiterados respecto a la impertinencia y baja calidad de la educación venezolana, en cuales sean sus puntuales lugares de formación y educabilidad, parecieran encontrar de momento una suerte de punto de inflexión (oportunidad) en el llamado al diálogo educativo que desde un par de semanas atrás ha lanzado el gobierno nacional a los tantos actores y sectores vinculados y vinculantes a tan cara dimensión.
Dicha convocatoria luce sumamente atractiva y oportuna para acercar y confrontar la mayor cantidad de miradas, posicionamientos y reservas que unos y otros podamos tener sobre los asuntos de la educación nacional, especialmente respecto a la estacionada en los grados y niveles que van desde la de tipo inicial hasta la diversificada.
Es posible pensar y admitir que la agenda pública colocada por el ejecutivo nacional sobre la educación venezolana no nos luzca a todos suficiente, que deje por fuera otros aspectos de primer orden, o que en tal lance de dados no se agazapen segundas y terceras intenciones políticas, no obstante hemos de reconocer que en buena medida allí están apuntados bloques sustantivos de las dimensiones más problemáticas que bordean a la actual situación miserable que presentan nuestras distintas educaciones.
La actitud y las mentalidades que no valen en la ocasión dialógica que ahora busca abrirse nacionalmente son precisamente aquellas que intentan esconder su radical y hasta enfermizo oposicionismo a la cosa más elemental que adelante el actual gobierno, so pretexto que detrás de ello viene inminentemente el comunismo, la dictadura, la cubanización, la ideologización o el retorno fantasmático del mismo Chávez.
Justamente la precitada convocatoria abre la ocasión propicia para que unos y otros transparentemos “al mediodía” (y no en la madrugada) aquellos conceptos, fundamentos, valoraciones, moralidades, temores, emociones, angustias y otras tantas clases de motivaciones que sobre educación pública ha de seguir en nuestros tiempos más inmediatos.
Ojala los establecimientos educativos y sus tantos cuerpos de alumnos, empleados, obreros, docentes e investigadores podamos, muy especialmente, sacar provecho oportuno de la convocatoria pública que ahora hace “el régimen” para debatir buena parte de los aspectos puntillosos que presenta nuestra alicaída educación.
En cualquier caso tal eventualidad hemos de adscribirla y reconocerla como buena y saludable táctica para fecundar caminos y territorios de esa paz que tanto anhelamos unos y otros venezolanos y venezolanas, por ello saludamos su iniciativa, a riesgo de sospechar que, tal como lo es la educación, nada allí es inocente ni mucho menos neutro.
Docente/investigador universitario
edbalaguera@gmail.com