Una universidad que pretenda ser revolucionaria, esto quiere decir, que pretenda generar cambios en la concepción de la educación superior, debe partir de la discusión sobre la concepción del conocimiento. Para ello, se debe discutir sobre el conocimiento como herramienta de poder y sobre todo se debe, si se desea innovar en esto de ser una universidad revolucionaria, poseer un planteamiento serio sobre la concepción que de Democracia se desea implementar en ella.
Lo interesante de este dilema, para cualquier universidad o espacio organizacional comunitario en nuestro país es que de principio esto está resuelto, ya que nuestra Constitución, desde una perspectiva de avanzada, establece la necesidad de profundizar la Democracia Participativa, como forma de respeto de la soberanía popular, intransferible, que invita a asumir protagónicamente este derecho y este deber.
Parece éste un principio tan elemental, pero a su vez tan antagónico con la realidad que viven nuestras universidades, que se podría decir que en ellas todavía no ha llegado siquiera el deseo de la revolución. Pero lo más lamentable es que en nuestra universidad, la universidad del pueblo, la que nace en revolución, la Universidad Bolivariana de Venezuela, esté tan distante de generar espacios, no sólo de democratización de los procesos internos, sino, de democratización de las relaciones con las comunidades.
Una universidad nacida en revolución, en medio de un proceso tan complejo como lo es la transferencia de poder de las instituciones cuartorepublicanas al poder popular, debería estar haciendo aportes en el plano de la investigación acción participativa, socioconstruccionista, desde la teoría crítica, esto quiere decir, desde la acción, reflexión, acción.
Una universidad revolucionaria debe tener como horizonte fundamental investigar, generar nuevas tecnologías, desde las ciencias sociales y desde las ciencias “duras”. Todo esto pasa, sin duda, por una vertiente necesaria, la masificación de la Educación Superior, pero no una vulgar masificación cuantitativa, de números sin fondo.
La masificación de la educación superior no implica cantidad, implica calidad de relación con las comunidades, implica la posibilidad de democratizar la relación pueblo-universidad, la masificación de la educación superior no se puede lograr desarrollando microfascismos, como en la actualidad se pretende hacer desde la Universidad Bolivariana de Venezuela, la masificación se logra cuando las comunidades se empoderan de la universidad y la hacen suya, no sólo para estudiar, sino para apoyarla a sabiendas de que ese apoyo repercutirá en nuevos conocimientos que mejoraran su calidad de vida.
La operacionalización de un proceso de democratización masificadora de la Universidad Bolivariana de Venezuela, que sirva de ejemplo para la educación superior, pasa por la creación y transferencia a los consejos comunales universitarios, que se integren por la comunidad universitaria y comunidad de la localidad en una sola comunidad, del poder universitario y de igual a igual se desarrolle un diagnóstico participativo de las necesidades formativas, informativas y de investigación que requieren las comunidades, y la universidad sea el instrumento para el logro de los objetivos.
Un país que desee desarrollo, debe pasar por el reconocimiento de la universidad como el espacio de la universalidad del pensamiento, que se encuentra para crear nuevos saberes. Mientras eso llega, seguiremos luchando con los camaradas que quedan dentro, por que se respeten los derechos y se paralice la persecución política en la UBV.
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