Alquimia Política

Wittgenstein y la transformación universitaria

Ludwig Josef Johann Wittgenstein (1889-1951), fue un filósofo austríaco, que posteriormente se nacionalizó británico, cuyo pensamiento se caracteriza, según algunos autores de la historia de la filosofía moderna (como el español José Ferrater Mora), por pertenecer al denominado "movimiento analítico", enmarcado en los principios básicos del empirismo y del positivismo, este movimiento se diferenció de estas corrientes por el papel que se le dio al lenguaje, en cuanto a ser un instrumento de vínculo entre la realidad y el pensamiento racional del hombre. Wittegenstein orienta su discurso filosófico en dos etapas: la primera, la del Tractatus; y la segunda, la de sus Investigaciones filosóficas dispersas en varios ensayos y notas. En el Tractatus, destaca que el objeto de la filosofía no es el de elaborar sistemas de verdades cerrados, sino el de desarrollar una actividad clarificadora, las cuales tienden a establecer una distinción entre problemas genuinos y problemas carentes de sentido nacidos de formulaciones lingüísticas erradas. Aborda los problemas filosóficos y muestra que la formulación de los mismos se funda en la equivocada comprensión de la lógica de nuestro lenguaje; Wittgenstein dice todo cuanto puede decirse, con claridad, y sobre aquello de lo que no se puede abordar o decir, como él mismo autor expresa, "hay que guardar silencio". Concibe toda proposición como un modelo de un estado de cosas determinado; donde la capacidad de expresar los hechos de la realidad depende de la identidad de forma, definida por Wittgenstein como estructura lógica, la cual existe entre el hecho y la proposición que lo expresa. Las proposiciones significantes pueden reducirse siempre a proposiciones simples que expresan hechos elementales mediante procedimientos lógicos; una proposición será verdadera cuando el estado de cosas que expresa existe. En el lenguaje cotidiano, destaca el autor, la relación entre las proposiciones y las cosas que expresan es muy imperfecta. Un ejemplo, dado por el propio Wittgenstein, es la proposición "el cuadrado redondo no existe", cuya forma sintáctica correcta es "no existe ninguna unidad que sea redonda y, al mismo tiempo, cuadrada". Planteada de manera correcta la proposición no llevará a pensar en un objeto imposible llamado cuadrado redondo.

En su obra Tractatus, el autor considera que existen proposiciones que son siempre verdaderas llamadas tautologías que son las que configuran la lógica y las matemáticas. Por ejemplo: "lo vi con mis propios ojos"; o "los perros son blancos o no blancos". Las proposiciones no son empíricas o tautológicas se deben considera siempre carentes de sentido y de ser expresadas mediante el lenguaje. Las proposiciones de la ética, del arte, de la religión o de la metafísica al no ser reductibles a tautologías, carecen de todo sentido; si algo destaca el pensamiento de Wittgenstein, es que no niega la posibilidad de una actividad filosófica; ante un conjunto de proposiciones sin sentido, en cuanto que no son ni empíricas ni factuales, requiere de estructuras que aclaren la naturaleza de la relación existente entre el lenguaje y la realidad, distinguir entre sentido y falta de sentido, cuando esto se logra las proposiciones pierden toda su utilidad.

Es importante destacar que las proposiciones para Wittgenstein, son un tipo de figura o modelo de la realidad, como otros tipos son los cuadros o los mapas; el conjunto de proposiciones verdaderas (el lenguaje) representa el mundo; las proposiciones complejas representan los hechos complejos y las atómicas o elementales los hechos atómicos o estados de cosas. Las proposiciones elementales constan de nombres y de relaciones, gracias a los cuales pueden referirse a objetos y expresar propiedades o relaciones respectivamente.

En cuanto a sus Investigaciones filosóficas dispersas en varios ensayos y notas, Wittgenstein se centra en el estudio de las formas propias del lenguaje usual para comprender su mecanismo, entiéndase filosofía del lenguaje, donde la complejidad de las formas lingüísticas es explicada con la metáfora de los "juegos lingüísticos".

Esta postura, en apretada síntesis, del pensamiento de Wittgenstein, nos deja dos concepciones puntuales para fundar desde ellas las bases de la transformación universitaria, no solamente en Venezuela, sino en Latinoamérica: el lenguaje como vía para desarrollar una actividad clarificadora de la realidad y las necesidades del colectivo, es decir, la transformación universitaria debe partir de un lenguaje común que instituya las verdades en razón de las necesidades de conocimiento que tiene el entorno y su contexto social, cultural, económico, político, entre otros; y la construcción de un contenido curricular cuya figura o modelo de la realidad, esté constituido por un conjunto de proposiciones verdaderas (en ese lenguaje consensuado) que represente el mundo planetario y no el mundo de "los intereses" del capital.

Wittgenstein dio a la filosofía una postura lógica de como confrontar las incógnitas del mundo real, y esa misma postura lógica necesita la universidad "liberadora y emancipatoria". En el Tractatus, el autor dice: "En la proposición se expresa con sentido y de manera perceptible el pensamiento." Hay, sin duda alguna, una relación vinculante y comunicante entre el pensamiento y lenguaje, donde el pensar y su expresión lingüística están trabados en los límites del propio lenguaje que coincide con los límites del pensamiento: todo lo que se puede pensar se puede decir, todo lo que se puede decir se puede pensar. Lo mismo ocurre con el modelo de organización de las universidades: todo lo que se puede hacer en el ámbito del bienestar colectivo en la creación y generación de nuevo conocimiento, se puede decir se puede pensar en los contenidos curriculadores y transversales de cada carrera profesional. Por eso, darle forma a la realidad desde la universidad implica una conexión directa con el lenguaje y el pensamiento del colectivo, al cual hay que involucrar, consultar, dialogar; en miras a perfilar proposiciones que hagan del proceso de transformación universitaria, un acto de interacción dinámica y constante en entre las universidades y las comunidades.

Wittgenstein identifica en su pensamiento dos tipos de proposiciones; una, las calificadas de con sentido, que son todas las que describen hechos, tanto las que encontramos en la vida cotidiana como las que encontramos en las ciencias naturales, y que están inmersas en la universalidad del conocimiento del cual las universidades se nutren; y las pseudo proposiciones, que son, para Wittgenstein, oraciones que carecen de sentido, que no dicen nada, las cuales constituyen un intento de hablar de lo que no puede hablarse; en este aspecto está los límites éticos y morales del uso y aprovechamiento de ese conocimiento por parte de las universidades, donde ellas deben coordinar la administración del conocimiento, sin que se entienda por autocensura o renuncia a la crítica, como estrategia de orientación "adecuada" y "profesional", para fortalecer las habilidades y destrezas, que luego se traducirán en la generación de nuevo conocimiento. Es desde la fórmula lógica del pensamiento de Wittgenstein que debería ir entendiéndose que la transformación universitaria es más que una actualización curricular o que una adecuaciación a un contexto jurídico-político-social nuevo; se trata de fortalecer las estructuras de diálogo y comunicación y, por supuesto, se parte de las proposiciones como punta de lanza de ese discurso renovador que es necesario pero no "imprudente"; que es urgente, pero no "improvisado"; que debe fortalecer la calidad y competitividad académica, pero no debe centrarse en lo "exclusivo", en lo "elitesco" ni en lo "intrascendente". Abordar la transformación universitaria, es profundizar en la conciencia del nuevo hombre latinoamericano.



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Ramón Eduardo Azócar Añez

Doctor en Ciencias de la Educación/Politólogo/ Planificador. Docente Universitario, Conferencista y Asesor en Políticas Públicas y Planificación (Consejo Legislativo del Estado Portuguesa, Alcaldías de Guanare, Ospino y San Genaro de Boconoito).

 azocarramon1968@gmail.com

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