¡Estoy Alegre!, seguro no tanto como quisiera, quizás la satisfacción pudiese ser mayor, pero las circunstancias no lo han permitido, el desarrollo histórico de una universidad que nace de la búsqueda de trasformación de la concepción clásica de universidad, lo menos que puede generar son divergencias y controversias, sin embargo esto no puede opacar la alegría que genera sentirse copartícipe de un logro de la revolución, los primeros graduados de la Universidad Bolivariana de Venezuela a nivel de técnico superior universitario no puede pasar por debajo de la mesa.
Un triunfo que sometido por los avatares de la polémica, es doble en cuanta al impacto social que genera. Hijos de un proyecto bien concebido, y en la actualidad transformado, no sabemos si para mejor, va a medirse en la calle, con graduados que hace unos años (pocos, por cierto) no soñaban siquiera en estar bajo esta condición. Haber sido, en algún momento copartícipe de este proceso no puede menos que hinchar el pecho de amor. Pero ahora el compromiso es mayor.
Nuestra Universidad Bolivariana debe honrar el esfuerzo que estos estudiantes han hecho por lograr su objetivo y para ello, la urgente incorporación de esta casa de estudios a la democracia participativa como práctica interna es impostergable.
Sin embargo, este no es el motivo central de mi intención. Definitivamente el centro de este escrito gira en torno a ver, ahora como espectador, como muchos hemos aportado nuestro grano de arena para el logro parcial de nuestros objetivos, porque el logro final es formar verdaderos ciudadanos, comprometidos con los valores bolivarianos y robinsonianos que motivaron esta creación colectiva, y eso sólo se ve en la práctica social constante.
Es inevitable recordarlos ha ustedes, motivo de la existencia de nuestra universidad, los estudiantes que dentro y fuera de esos salones, han dado fuerza a quienes hemos creído en un cambio, gracias por evidenciar que es posible lograrlo, pero el camino es largo y apenas hemos iniciado.
A ustedes, motivadores, y a aquellos, los que están por llegar, siéntanse orgullosos de ser los pioneros, y den honor a su condición, no olvidando su universidad y generando los aportes críticos necesarios para la consolidación de este proyecto de vida.
A los profesores que quedan de la primera cohorte, y aquellos que paulatinamente se han integrado, recuerden que su responsabilidad ante el proceso es demostrar con hechos lo que enseñan en el aula, especialmente cuando hablamos de democracia, ética, pensamiento crítico y praxis.
A todos, una voz de esperanza, porque estamos próximos a desprendernos del manto de la sumisión y nos acercamos a la luz que alumbrará el crecimiento de un nuevo hombre y una nueva mujer. Sólo teniendo al nuevo ciudadano podremos tener una nueva universidad.