Se hace necesario tomar en cuenta el impacto de la educación superior en los espacios cuyas localidades resguardan una identidad cultural que les permita acondicionarse a áreas de productividad
Desde el pasado 8 de noviembre Venezuela forma parte del Consejo Ejecutivo de la Unesco, lo que le permite a nuestro país en conjunto con otras naciones tomar las decisiones más importantes que influyen directa y de manera determinante en el carácter y orientación de las políticas, programas y proyectos emprendidos por la Organización.
Esto quiere decir que en Venezuela existe suficiente material científico, educativo y cultural puesto en práctica para el desarrollo humanístico, intelectual e integrador de una sociedad pese a no tratarse de una nación industrializada. De aquí a que su papel en la región, especialmente, sea velar por esos países en vía de desarrollo cooperando con la integración sur-sur.
En 200xx el líder de la revolución Bolivariana Hugo Chávez en su política de inclusión social, luego de las experiencias de las misiones educativas Robinson y Ribas convoca al pueblo, mayoritariamente jóvenes excluidos del sistema de educación superior, a un censo para conocer de la realidad de aquella población flotante. Se supo de personas quienes no habían podido acceder a cursar estudios universitarios por razones socio económicas y porque realmente las grandes casas del saber desde hace varios años volvieron sus aulas de clases laboratorios para experimentar conductas de dominación clasistas, donde los poderosos mantenían especie de dominio sobre la cada vez creciente marginación vista en gran porcentaje en las principales ciudades del país.
Es por ello que al recordar aquel 21 de Noviembre de 1957 y próximos a unas elecciones municipales se hace necesario tomar en cuenta el impacto de la educación superior en los espacios cuyas localidades resguardan una identidad cultural que les permita acondicionarse a áreas de productividad y desarrollo. Situación harta conocida con las universidades tradicionales en las que las rectorías no guardaron ningún tipo de escrúpulos al etiquetarse de franquicias familiares o clanes, destacándose de este modo, por alimentarse del Estado con inflados presupuestos para luego convertir ese dinero en emporios universitarios particulares fuera de nuestras fronteras.
Y hoy, cuando se habla de transformar un modelo de sociedad en donde la educación sea liberadora y permita al educando insertarse al campo laboral con sólidos conocimientos para el buen vivir y la sana vinculación a los proyectos del gobierno socialista, basado en el Estado de Derecho y las garantías que tiene para su formación profesional y para la vida, nos conseguimos con una camada de políticos revestidos de la cuarta república que tienen el atascamiento mental de no proteger el ciclo de oportunidades de estudio que existe en Venezuela.
Municipalización es una realidad
En la gran Valencia se conoce de aldeas universitarias de la Misión Sucre y de la Universidad Bolivariana de Venezuela en la que se dictan programas de estudios avalados gracias a convenios con otras instituciones universitarias públicas en las que se imparten carreras dirigidas a satisfacer el mercado laboral de empresas públicas y privadas pero algo más importante, permite al profesional adquirir destrezas para su desenvolvimiento independiente. Esas sedes, con infraestructuras propias están ubicadas al sur de Valencia, Teniente Coronel Hugo Chávez; Naguanagua, Héroes de Canaima; Tocuyito, El Molino; Los Guayos, Paraparal.
Desde luego, tales escenarios deben convertirse en sedes pilotos para el gran impacto del espíritu universitario que parece adormecido ante el avasallante empuje con que el capitalismo salvaje intenta quebrar el impacto social de la Misiones, en especial, las educativas.
Un poco de historia
El 21 de noviembre de 1957, estudiantes de la Universidad Central de Venezuela y de la Universidad Católica Andrés Bello deciden alzarse, precedidos por la huelga que promovieron los estudiantes de los liceos Fermín Toro, Juan Vicente González, Andrés Bello, Razetti, Caracas y la escuela Miguel Antonio Caro; en contra del régimen dictatorial de Marcos Pérez Jiménez. Tal como lo habían previsto los organizadores, estalló la huelga en la Universidad Central, extendiéndose así en otras universidades.
Considerando los hechos, la Seguridad Nacional tomó la Universidad Central, apresó a numerosos estudiantes y cerró los centros de Educación Superior, lo que produjo un revuelo social que se convirtió en uno de los desencadenantes que concluyeron con la huida del dictador Marcos Pérez Jiménez, el 23 de enero de 1958.
Manitos blancas llenas de sangre
Mantienen la misma tónica discursiva y obsesionada idea golpista de aquel grupo de estudiantes que entró en la política no para defender los derechos y la libertad del ciudadano común sino la de ser siervos de las clases burguesas criollas y foráneas bajo la tutela del águila imperial siempre con acciones de violencia, terror y muerte.
Al escuchar a estos "hijos de papi y mami" cuando andan de paseo por el este de la capital –pero ojalá tengamos el placer de verlos y oírlos caminar el oeste- rumiando su arrechera por todas las derrotas que les ha infligido el chavismo con el Comandante Supremo a la cabeza y ahora Nicolás Maduro como Jefe de Estado, entre quienes figuran egresados universitarios portando títulos de Paracos son Stalin González, Freddy Guevara, Smolansky, Yon Goicochea, Nixon Moreno, todos exmanitos blancas cuyas acciones se contraponen a la realidad de un pueblo que se caracteriza por estar sembrando valores de respeto y solidaridad hacia sus compatriotas.
Ante fatal engendro de esos laboratorios del Opus Dei y de los clanes universitarios vemos con interés el inicio del Plan de Formación Cultural Antiimperialista, ya que se trata de una iniciativa de formación de cuadros para la comunicación y activación de las ideas, la puesta en circulación y la difusión de los valores humanos, del corazón de la identidad venezolana para fortalecer al pueblo como sujeto revolucionario en lucha con grandes poderes políticos, económicos y culturales. Y en la Unesco, dirán: Vámonos uníos a los estudiantes universitarios bolivarianos pa´Venezuela.
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