Hoy 15 de enero de 2018 es día del Maestro. Otro, en el que no faltarán los discursos sobre la “vocación” o sobre el “apostolado que significa ser maestro”. Sin embargo vale recordar el origen de esta fecha, que tiene que ver con quienes siendo maestros de primaria, aprovecharon las pocas libertades democráticas durante la dictadura para organizarse como gremio docente y luchar por las deficiencias del sistema educativo de la época.
Una ojeada por el origen del día del maestro
A pesar de las diferencias que puedan separar a una gran parte del magisterio venezolano con la Federación Venezolana de Maestros (FVM) en la actualidad, es justo reconocer la relación entre el origen de esta Federación y la “celebración” del día del maestro, sobre todo hoy, en tiempos en que el magisterio venezolano está siendo víctima y testigo de una crisis que orada todo el proceso educativo y en que el fantasma del totalitarismo nos acecha. Es necesario, entonces, voltear a ver la historia y recordar cómo los maestros actuaron en tiempos de ostracismo y dictadura.
Ampliamente documentado está que el 15 de enero de 1932, un grupo de educadores fundó la Sociedad Venezolana de Maestros de Instrucción Primaria (SVMIP). Lo rescatable de esta acción es que estos maestros lo hicieron en medio de las duras y difíciles condiciones que imponía la dictadura de Juan Vicente Gómez.
Así, la primera junta directiva de la Sociedad quedó integrada de la siguiente manera: presidente, Miguel Suniaga; vicepresidente, Víctor Manuel Orozco; secretario José Antonio López; subsecretaria, Isabel Delgado Sarmiento; tesorera, Ana Gertrudis Ohep; bibliotecaria, Virginia Martínez. Y fue Luis Beltrán Prieto Figueroa quien propone el nombre de la naciente sociedad, amén de la participación de otros integrantes del magisterio venezolano.
Posteriormente, lanzan la publicación de una revista de educación que se llamó Revista Pedagógica, lo que significó que se colocara en las manos un primer instrumento que logró propagandizar y difundir la recién fundada Sociedad Venezolana de Maestros de Instrucción Primaria (SVMIP) a nivel nacional e internacional, desde la perspectiva de los temas sobre problemas, innovaciones y métodos educativos, como una forma de contribuir al mejoramiento de la calidad en la enseñanza.
Y dando pasos hacia la consolidación de la recién creada organización de maestros, en 1934, se realizó un Seminario Pedagógico para efectuar investigaciones educativas, las conclusiones de este seminario puso en evidencia a través de los docentes de la época las serias deficiencias de la gestión del Ministerio de Instrucción Pública. En 1935, como es de esperarse en una dictadura, el Ministro Rafael González Rincones fue la cara de la censura y emitió un decreto ordenando a los maestros renunciar a la sociedad, bajo pena de perder sus cargos. Las persecuciones, el acoso y la acechanza no se hicieron esperar, no obstante el trabajo prosiguió con menos intensidad en lo público y con las limitaciones que impone la clandestinidad.
Al morir Juan Vicente Gómez y asumir la Presidencia de la República Eleazar López Contreras, en medio del nuevo clima político y abierto un clima de libertades democráticas se funda la Federación Venezolana de Maestros, el cambio de nombre se realizó luego que la SVMIP, encabezada por Luis Beltrán Prieto, convocara la Primera Convención Nacional del Magisterio el 29 de julio de 1936, a realizarse en Caracas el 25 de agosto de ese año. Comenzaba de esta manera la historia de la organización magisterial llamada Federación Venezolana de Maestros.
La Primera Convención del Magisterio produjo interesantes documentos como fueron: la Tabla de los Derechos del Niño, la Situación Económica del Magisterio Venezolano, en el que por primera vez se planteó el aumento salarial para los docentes y se propuso declarar el 15 de Enero como Día del Maestro en reconocimiento al génesis de la SVMIP. Esta propuesta entró en vigencia oficialmente años después por Decreto presidencial de Isaías Medina Angarita.
Y no se pudo vaciar de contenido el día del maestro
En el año 1945, justo antes de la Revolución de Octubre, el mismísimo presidente de la República, Isaías Medina Angarita, en el mes de junio a través del proyecto de Ley de Fiestas Públicas que se debatía en la Cámara Legislativa se pretendía cambiar la efeméride para el 29 de noviembre, con motivo del natalicio del maestro Andrés Bello.
Luis Beltrán Prieto Figueroa, defendió con argumentos que el 15 de enero se debía rendir honor a la lucha emprendida por organizaciones de maestros que surgieron en el país tras años de represión gomecista, a través de una carta enviada al historiador, escritor, abogado y político trujillano Mario Briceño Iragorry, para ese momento, presidente de la comisión redactora de dicho proyecto de ley, en la que el maestro Prieto Figueroa narró la historia de lo que había significado la federación del Magisterio Venezolano.
"Nada se ha hecho en Venezuela en materia de educación y acaso nada se hará que no tenga raíz en aquel movimiento. El magisterio surgía como organización de solidaridad y responsabilidad. Con nuestras escasas cuotas contribuíamos a la formación del fondo común para la ayuda mutua, para socorro de los compañeros enfermos, destituidos, perseguidos. Iba creciendo el espíritu gremial y con él nuestra decisión de no volver al coloniaje, a la barbarie"…"Los maestros venezolanos, veneramos a Bello, el maestro del Libertador, el sabio, el investigador forjador de cultura, pero para nosotros su día natalicio no significa nada organizativamente (...) Espero que con la vieja cordialidad de nuestra amistad esta carta sirva para que usted rectifique, no su fervor bellista, que comparto, sino en el propósito de hacer la tolerancia una virtud venezolana, comprendiendo y haciendo comprender a los demás que la opinión de los otros, que la opinión popular tiene un sentido, tiene unos derechos que deben ser respetados”, afirmo Prieto Figueroa en su carta.
Así es que cada 15 de enero se celebra el día del maestro en Venezuela.
El magisterio hoy después del “aumento salarial del 900%”
Los retos del gremio magisterial hoy son insoslayables. Esta afirmación se hace desde el punto de vista de la educación como hecho pedagógico y del ejercicio de la profesión docente como un constructo humano y social.
Los maestros somos asalariados, trabajadores que también debemos luchar por nuestras reivindicaciones laborales, y tenemos todo el Derecho de hacerlo con los métodos de quienes vivimos únicamente de nuestro trabajo. Hoy, nos encontramos desprotegidos, ni la FVM ni ninguno de los sindicatos y organizaciones gremiales voltean hoy sus ojos a los maestros que ganan salarios de verdadera miseria.
Los maestros hoy trabajamos en condiciones deplorables: sin recursos, sin protección social ¿se preguntará el ministro actual y las organizaciones gremiales cómo llegamos los maestros todos los días a la escuela con los altos costos de pasajes y con la grave situación de transporte? ¿Se preguntarán si comemos y nos alimentamos con un salario que no cubre la canasta alimentaria mensual? ¿Se preguntarán cómo hacemos con la salud cuando en el país no hay medicinas? ¿Se preguntarán cómo hacemos con la salud cuando el IPASME "atiende" con todas las precariedades? ¿Qué pensarán que hacemos ante una emergencia de salud cuando nuestro HCM cubre la irrisoria cifra de lo que cuesta un examen de rutina básico en cualquier laboratorio? ¿Cómo piensan que enterramos a nuestros muertos o como nos entierran a nosotros mismos cuando nos vamos de este mundo si el seguro funerario no alcanza ni para un ramo de flores? ¿Sabrán que no podemos pagar talleres, posgrados de actualización docente? ¿Sabrán que el salario que ganamos no nos permite comprar libros? ¿se enterarían que muchos maestros ni siquiera cuentan con una computadora?¿cómo pensarán que serán las experiencias pedagógicas entre niños mal nutridos y maestros con hambre?.
Hace poco salía el flamante Ministro de Educación, Elías Jaua afirmando que nos había aumentado el salario el 900%, además que era mucho más de lo que nos correspondía por contrato colectivo. Propaganda oficial que deja por fuera el alto índice de inflación (2660%) y que también desconoce que quienes estamos subsidiando la educación pública en este país, en gran medida somos los maestros. Cuando sacamos de otros ingresos (sí, debemos trabajar, en otros lugares. El doble o triple de lo que nos corresponde) para costear el pasaje para llegar al colegio o comprar ese marcador de pizarra, esa tiza que no la provee el ministerio de educación, estamos subsidiando la educación pública de hecho.
La inevitable pregunta: ¿qué hacer?
Es por ello, que requerimos de organizarnos. De aprovechar también las libertades democráticas que nos quedan para que en el seno del magisterio venezolano renazca el espíritu de lucha colectiva, el espíritu de organización y que salgamos de esta camisa de fuerza que ha significado salarios indignos, condiciones materiales de existencia deplorables, pero además el total maltrato al maestro quien le está siendo violada de manera sistemática su autonomía de la práctica docente y que hoy es interceptado por colegas que en nombre de la secuestrada “revolución” se han convertido en policías del pensamiento.
¡Es hora que este gremio alce la voz! Que nos organicemos, que comencemos por escucharnos, que intervengamos esos sindicatos y que usan nuestras cotizaciones para afianzarse como una exqusita aristocracia gremial y que actúa a espaldas del maestro y de la maestra.
¡Queremos y debemos celebrar el día del maestro luchando, no obedeciendo!, ¡queremos celebrar el día del maestro con niños y niñas que puedan comer tres veces al día!, ¡queremos que nuestros muchachos en las escuelas se les abra el mundo de oportunidades que hoy tienen prohibido! ¡que nuestros muchachos en las escuelas tengan la oportunidad de obtener las herramientas necesarias para aprender y aprehender el mundo!
Solo así lograremos grandes saltos en la tan pregonada y propagandizada conciencia. No hay saltos en la conciencia magisterial si no hay lucha contra el hambre. No hay saltos en la conciencia magisterial si no luchamos contra condiciones de vida miserables a las que nos somete este gobierno. No hay saltos en la conciencias de nuestros chamos, de nuesrro pueblo si no luchamos en contra de los responsables de las políticas hambreadoras y autoritaristas.
Algunas veces he escuchado a nuestros colegas maestros en Argentina y Brasil, que luchan en sus países, gritando una consigna que dice que un maestro que lucha es un maestro que educa.
Podemos comenzar a re-unirnos y dignificar el ejercicio de la profesión docente. La invitación es a conocernos y reconocernos de manera autónoma. Por fuera la de la burocracia ministerial y de la burocracia sindical a quienes le podemos disputar las direcciones de nuestras herramientas de organización y lucha.
¡Celebremos el día del maestro auto-convocándonos! ¡Salud!