El talento es una fuente de la que siempre brotan
nuevas aguas. Pero esta fuente carece de valor
cuando no se utiliza de manera correcta.”
LUSWIG WITTGENSTEIN
(“Aforismos”,1977)
Este momento histórico que vive Venezuela, ha sido propicio para someter a la prueba más cruda y radical, el papel de las Universidades nacionales. La crisis económica y la crisis política, concretamente, han deteriorado la capacidad de investigación, docencia y extensión en el ámbito del sistema educativo universitario venezolano. Ya la distancia entre Universidades autónomas (quienes eligen sus autoridades a lo interno) y las Universidades experimentales (a quienes le designa el Gobierno sus autoridades), están hoy confrontando una situación dura que les afecta su prestigio y su capacidad de respuesta para generar profesionales competitivos y con un margen de excelencia educativa aceptable.
Se está ante una Universidad que padece los estragos de una crisis profunda de capacidad financiera que se ha expandido hacia los valores, la ética y un debilitamiento sostenido de su prestigio internacional. Las Universidades venezolanas han decaído en cuanto a la capacidad de respuesta que hacia la ciencia aplicada y la ciencia humana, venía dando hace veinte años atrás. Según datos aportados por un estudio de la investigadora Jaqueline Hurtado de Barrera, hacia finales de la década de los noventa del siglo XX, las Universidades venezolanas tenían un 85% de participación en investigaciones de carácter internacional y un 75% de vanguardia en estudios de ciencia aplicada en todos los renglones del conocimiento, mostrándose como una institución sólida en la generación de nuevo conocimiento.
Desde el 2005, las Universidades venezolanas has decaído bárbaramente, el nivel de participación en estudios internacionales no alcanza el 25%, y la vanguardia en investigación, entendida como estudios puntuales orientados y dirigidos por instituciones universitarias en Venezuela, no llegan a un 8%. Es decir, se está ante un cuadro dantesco de inercia, de cierre sostenido de todos los programas de investigación que a buena lid, no hace menos de 20 años, se era líder a nivel internacional. Para que esta situación se esté dando hay varias causas, entre ellas la falta de un presupuesto ajustado a las necesidades de las investigaciones, así como el desinterés de sumar nuevos equipos de trabajo, ante la elección de las nuevas generaciones por profesionalizarse en oficios prácticos y puntuales, dejando a un lado la creación de nuevo conocimiento. Se suma a esta realidad, la fuga de cerebros hacia otros países latinoamericanos y europeos, apreciándose el crecimiento sostenido en esas experiencias investigativas y educativas foráneos, de grupos de investigación multidisciplinarios donde la presencia de venezolanos ya representan (en el caso de Ecuador, por ejemplo, según estadísticas del 2016), un 2%, cifra importante que denota el aporte de venezolanos a la generación de nuevo conocimiento en el ámbito universitario extranjero.
Habida cuenta, la Universidad venezolana con una matrícula menguada y esporádica de estudiantes, con una investigación limitada y circunscrita a talentos individuales que practican la autogestión, porque eso del financiamiento de investigaciones, que existe y se da aún, es tan insignificante en lo material que es preferible simplemente darlo por hecho, pero prescindir de cifras para no alarmarnos.
En el caso de la Universidad Nacional Experimental de Los Llanos Occidentales (UNELLEZ), no es una excepción esta crisis. La hemos venido mencionando en varias ocasiones y hemos propuesto salidas, estrategias, acciones puntuales para emerger de este laberinto de situaciones en la que nos ha colocado el desinterés, la apatía, la falta de motivación y sobre todo la imposición de una conducta “ególatra” y “sectarista” que en vez de contribuir a una unidad académica que active la investigación, extensión y docencia, nos estamos debatiendo en problemas domésticos y de operatividad que va desgastando la capacidad de respuesta. Para asuntos administrativos y operativos se debe tener actitud de liderazgo y gerencia, promover la autogestión, crear mecanismos estratégicos que eleven el emprendimiento y que se le permita a los docentes hacer investigación, crear nuevas áreas de estudios, ampliar su entorno académico y fortalecer lazos de cooperación e intercambio de nuevo conocimiento con experiencias de otras casas de estudios superiores nacionales e internacionales.
Pero lo que ha privado en nuestra UNELLEZ, es el personalismo, la adulación y el sectarismo. El veto a quienes consideran “personajes incómodos” en el ámbito académico por el hecho de ser “críticos, rebeldes e irreverentes”, y la intención de invisibilizar a quienes tienen un curriculum (demostrable) de sapiencia y pertinencia de saberes, ha profundizado la crisis propia de la educación Universitaria, con una serie de posturas a lo interno que dilata aún más la pesada máquina de una organización matricial como lo es la UNELLEZ; en vez de flexibilizar procesos, de fortalecer el recurso humano (se tienen docentes a dedicación convencional y medio tiempo, con altos grados académicos, sub-utilizados, en vez de ser llevados a su dedicación exclusiva para aprovechar su capacidad de investigación, docencia y extensión) y ampliar las áreas de investigación en relación a las necesidades de las comunidades y en función a las líneas políticas establecidas en documentos como la “Ley del Segundo plan de Desarrollo Económico y Social” (Plan de la Patria, 2013-2019), se pierde el esfuerzo concentrándose en una Reforma y actualización curricular que solamente convoca a un séquito de personalidades que avalan documentos prediseñados, donde no hay un trabajo de consulta y valoración de las necesidades de saberes que requieren las nuevas generaciones en las ofertas profesionales de la UNELLEZ; se pierde esfuerzo en la discusión de nuevos instrumentos de regulación de los procesos internos de la Universidad, no para generar condiciones que le brinden mayor coherencia y fortalecimiento a la gestión del conocimiento, sino para darle mayor poder a la burocracia que ha sido ineficiente en darle respuestas a los problemas actuales y pretende poder hacerlo teniendo un control mayor de cada una de las áreas de formación.
No es con reformas de papel que se evitará la desarticulación y la desvinculación de las funciones de investigación, extensión y docencia, aspirando llevar a un abstracto la mejora de la capacidad de respuesta de la UNELLEZ; es con motivación, desprendimiento, humanización de los procesos administrativos y docentes, que la Universidad podrá, como ave fénix, renacer de sus cenizas. El problema en la UNELLEZ, no es un asunto de procesos administrativos para la toma de decisiones; es tomar las decisiones. Tener la capacidad de colocar en los cargos de dirección de Coordinaciones, Programas y Sub-programas, a un factor humano comprometido con una Universidad a transformar, a redimensionar, a fortalecer desde criterios humanistas y no a profundizar las diferencias y contradicciones que al no ser canalizadas a través de la tolerancia y el respeto al conocimiento, se tiende a sectorizar posturas y a contribuir a un desmembramiento de los equipos de tarea que bien pudieran contribuir con esa burocracia a mejorar la capacidad de respuesta en todos los renglones que tienen que ver con la realidad Universitaria que nos abruma.
Hoy se está por materializar un nuevo Reglamento interno para la UNELLEZ (Acta Nº 1145, Resolución Nº CD 2017/582, 20 / 12 / 2017, Punto único, del Consejo Directivo); en el presente escrito no hay espacio para ahondar una revisión profunda sobre la materia (lo haremos en artículos sucesivos), pero si se hace importante destacar tres aspectos puntuales que, desde nuestra postura institucional, no reflejan la Universidad transformada que se necesita.
Está el Artículo 5, del dicho Reglamento, en razón de la misión que debería asumir la UNELLEZ, como bandera institucional, dice: “La Universidad Nacional Experimental de los Llanos Occidentales Ezequiel Zamora, conocida por las siglas UNELLEZ, es una institución de educación universitaria abierta a todas las corrientes del pensamiento, que tiene como misión la creación, democratización y socialización del conocimiento para la formación integral, humanista y liberadora del ser humano, con un alto espíritu crítico-reflexivo; generadora de bienestar colectivo para la transformación de realidades sociales, económicas, políticas, culturales, ecológicas; participando protagónica, consciente y solidariamente con el poder popular; optimizando además, sus capacidades productivas, potencialidades científico tecnológicas, en concordancia, con los planes de desarrollo local, regional y nacional, así como, la integración latinoamericana y caribeña”.
Acá no voy a cuestionar la técnica-legislativa para la redacción de un documento de norma, se vería odioso de mi parte venir a corregir aspectos lingüísticos y semánticos, solamente me enfoco en la intencionalidad de la Misión: “…creación, democratización y socialización del conocimiento para la formación integral, humanista y liberadora del ser humano, con un alto espíritu crítico-reflexivo”. La UNELLEZ, ha de enfocarse como Universidad rural que es su esencia, en ser una instancia “generadora de nuevo conocimiento”, para prestar “asistencia técnica”, a través de una “acción social formativa y pedagógica” permanente. Si estos valores se dan (generar conocimiento-asistencia técnica-acción social), por naturaleza hace de nuestra Universidad una instancia democrática y socializadora. El problema está en convocar, en acercar a la comunidad universitaria al cumplimiento de su misión y eso no está reflejado en la propuesta. Es una redacción fría, sin amalgamiento de los conceptos y términos que articulen a la UNELLEZ, como centro de promoción de una formación académica de calidad al servicio de las comunidades. La redacción de la Misión en este Reglamento es igual de sectaria, elitista y fragmentada que la de anteriores documentos de la UNELLEZ. Seguimos arrastrando la postura clasista en una Institución que debe tener sus puertas abiertas y bajar ese peso burocrático que es el causante de su inercia y su palidez en el ámbito de la investigación y la extensión universitaria.
En segundo lugar, está el Artículo 11, referente a los miembros o Integrantes del Consejo Directivo; acá se establece que estará conformado por: Rector(a) quien lo preside, el Vice-Rector(a) Académico, el Vice-Rector(a) de los Servicios Administrativos, el Secretario(a) General, los Vice-Rectores(as) Territoriales, un representante de los estudiantes, un representante del personal docente, un representante del personal administrativo, un representante del personal obrero y un delegado(a) del Ministerio de adscripción.
Sigue prevaleciendo una mayoría cohesionada entorno al aparato burocrático de la Universidad, debe haber mayor amplitud en este Consejo Directivo donde los asuntos más sensibles de la Universidad tienen discusión y las decisiones influyen significativamente en la comunidad Universitaria. En este punto debe ampliarse la participación de los docentes y estudiantes que no se identifican con grupo alguno gremial o de representación estudiantil; debe haber un espacio para quienes asumen una conducta institucional independiente de los cercos ideológicos o de grupo, solamente así se garantiza decisiones enmarcadas en la justicia y la equidad.
Y por último, haciendo un uso indebido del interaccionismo simbólico como metodología (buscando dar efectos de transformación y modernización, cambiándole el nombre a las cosas y cediéndole mayor poder a los vice-rectorados para obtener de ellos solidaridades automáticas), en el capítulo II. de los organos y unidades desconcentradas funcional y territorialmente, sección primera de los Vice-rectorados territoriales, en su Artículo 36, expresa: “Los Vice-Rectorados Territoriales son los órganos desconcentrados a través de los cuales la Universidad ejecuta las funciones académicas y administrativas relacionadas con las necesidades de desarrollo local, regional y nacional, conforme a las políticas, normas, planes y proyectos aprobados en Consejo Directivo, la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela y las leyes…”
El problema, al ceder tanta autonomía a los Vice-Rectorados, es que se pierde el control y la coherencia en la interpretación del marco jurídico interno de la Universidad; es decir, hoy día muchos casos que han sido promovidos por los Vice-rectorados, donde aparecen involucrados docentes o personal administrativo determinado, han podido ser saldados con justicia gracias a la intervención ecuánime, apegada a derecho del Rectorado que tiene competencias supra-legales para dirimir esos casos. Al dársele a los Vice-rectorados esa potestad, se está colocando en indefensión a los trabajadores universitarios, debe haber una línea central que revise las decisiones de los Vice-rectorados para contar con una instancia de revisión de la cual se tenga confianza en el manejo objetivo de los procedimientos. Acá prevalece la duda, la inocencia de pensar que toda la estructura matricial de la UNELLEZ, cumplirá con preceptos de norma que garantice el debido proceso y respeto a la dignidad de nuestro recurso humano docente, administrativo y obrero. Tiene que incluirse una instancia de revisión y la toma de decisión sobre los casos debe partir de un proceso abierto y con la participación activa de los involucrados; se están abriendo procesos a espaldas de las personas, creándose precedentes de anomalías o reclamos que cuando el docente o el trabajador universitario tiene la oportunidad de ver su expediente, se da cuenta que ha sido objeto de procedimientos a los cuales no se le ha notificado. Eso ocurre en Vice-rectorados, la única garantía de justicia es la intervención del Rectorado y, en los casos más graves, de las instancias del Poder Judicial que han rescatado de la desidia, decisiones fuera de cualquier imaginario jurídico, porque al abrirse procedimientos sin evidencias ni testigos, acudiendo a posturas del “boca y boca”, es decir, del chisme, se está ante procesos viciados y nulos.
En este mismo orden está el Artículo 37, que define esa estructura autónoma y descentralizada de los nuevos Vice-Rectorados Territoriales: “… estará constituido por un Consejo Territorial del Vice-Rectorado, Programas Académicos de Pregrado y Postgrado y demás unidades organizadas y regidas conforme a los Reglamentos, Normas y Manuales Administrativos dictados por el Consejo Directivo de la Universidad, con el objeto de ejercer su competencia y atribuciones, bajo procedimientos establecidos”.
El asunto en esta estructura que se muestra reducida pero que no por ello oculta su carga burocrática, es que no se definen competencias claras en el aspecto académico. Se insta única y exclusivamente a detallar competencias en la toma de decisiones y no se reglamente el proceso menudo que lleva, por dar un ejemplo, en una instancia a “revisar” lo ya “revisado” de un Trabajo de Grado o una Tesis Doctoral. Debe establecerse, por norma, el respeto a las revisiones técnicas de carácter académico, si ese respeto lo tienen los Tribunales de la República hacia los peritos forenses o técnicos convocados a un juicio para apoyar la credibilidad o no de alguna causa, por qué no debe prevalecer ese criterio hacia los revisores de los Trabajos de Grado y Tesis Doctorales.
En la UNELLEZ, la que yo conozco de adentro, un revisor sino satisface la postura de un grupo colegiado entorno a la decisión de aprobación o no de un Proyecto de Investigación, simplemente es obviado y de nuevo el documento o protocolo es sometido a otra revisión. Doy el caso emblemático de una de mis tutoreadas en post-grado, excelente estudiante, una profesional a carta cabal, con publicación arbitrada de las conclusiones y avances de su Trabajo de Grado, está desde el 2012, en la espera de que las instancias académicas le permitan presentar su trabajo que ha sido sometido a más de siete revisores, violentando norma, procedimientos, respeto a la dignidad académica de una investigadora. Para evitar casos como este y otros, en igual o mayor tenor, es necesario que se fijen límites a las extralimitaciones de las competencias de las instancias académicas y eso debe reflejarse en el Reglamento porque ya es un vicio y los vicios se atacan con normas puntuales y claras que le devuelvan la confianza, en el caso puntual planteado, a los docentes e investigadores.
En concreto, y harán falta muchas cuartillas para visualizar qué elementos le dan debilidad al nuevo Reglamento y qué es lo que espera de ese Reglamento la comunidad Universitaria de la UNELLEZ, se necesita entender que la situación de nuestras Universidades es un asunto de falta de liderazgo, de ausencia de gerencia proactiva y de motivación, de apoyo real y sincero a quienes tienen a sus espaldas cumplir un servicio educativo de excelencia y calidad, no solamente para prestigio de las Universidades, sino para contribuir con el progreso y desarrollo de nuestro país.
Ante la pregunta que mueve estas ideas ¿el nuevo Reglamento de la UNELLEZ, promueve menos burocracia, pero más poder a las instancias de autoridad que quedan? Es una propuesta que busca simplificar las instancias de toma de decisión pero concentra mucho poder en esas instancias y eso va en perjuicio de la comunidad universitaria la cual queda en indefensión ante decisiones que no cuentan con un espacio natural de discusión y revisión; instancias donde prevalezca la discusión socializada, dialógica, comunitaria. Cerrar esa posibilidad, y circunscribirse a jefaturas de áreas de formación que no tienen capacidad de establecer vínculos con los miembros de la comunidad Universitaria, implica opacar la participación protagónica y por ende deslucir cualquier intención, como lo expresa parte de la misión de la UNELLEZ, descrita en el nuevo Reglamento, de estar solidariamente “…con el poder popular”, en esa intención, que es válida y debe ser parte de la razón de ser la UNELLEZ, de optimizar, partiendo de la gestión del conocimiento, las capacidades productivas, potencialidades científico tecnológicas, que estén inmersas en los planes de desarrollo local, regional y nacional.