"….Situación que se explica parcialmente por el rechazo a la teoría de parte de sectores educativos poderosos dentro del chavismo y a la adopción del pragmatismo estadounidense de John Dewey en su versión diluida promovida por personajes adecos como Luis Beltrán Prieto Figueroa…..""
"Su sentido es siempre el mismo, realizar la función social que Dewev llamaba «romper la costra de la convención», impidiendo que el hombre se engañe a sí mismo con la idea de que se conoce a sí mismo o que conoce alguna otra cosa, como no sea bajo descripciones opcionales."
Richard Rorty
"En una democracia ordenada y planificada la formación educativa de los ciudadanos se realiza atendiendo a los requerimientos que el desarrollo económico y social demanda (….) son los hombres formados los que generan desarrollo y riqueza (…) aparejado a la redistribución del ingreso, tal como acontece en la democracia socialista (…) la educación democrática es gratuita y obligatoria; tiende a dar a los ciudadanos igualdad en las oportunidades para alcanzar todos los grados y ventajas que corresponden a los ciudadanos en democracia"
Luis Beltrán Prieto Figueroa
Dewey o la democracia como experimentación
Dewey, considerado por muchos el principal filósofo estadounidense, fue también un teórico central de la psicología y sin duda el más audaz, complejo y riguroso de los pedagogos del siglo pasado. Su pensamiento tuvo una enorme difusión en el campo pedagógico a nivel mundial e iberoamericano en las primeras décadas del siglo pasado, y después de su relativo ocaso ha resucitado, por así decirlo, en las últimas dos décadas en los debates filosóficos y pedagógicos. Y esta resurrección está relacionada con dos factores centrales. De una parte, con el debilitamiento de los discursos marxistas que criticaban a Dewey por su "liberalismo burgués", evento que se articuló al creciente interés académico y social por pensar nuevas y más radicales formas de la de como la «renovación» de su pensamiento: eso es, su reconstrucción a partir de discursos postestructuralistas, constructivistas y comunicacionales contemporáneos.
John Dewey participa de la corriente filosófica americana llamada pragmatismo. Cuatro palabras pueden resumir su filosofía política:
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experiencia
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investigación
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educación
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democracia.
Para Dewey, la política es exploración, juego infinito de ensayos y errores rectificados. La política experimental llegada a su apogeo tendría el nombre de "democracia". "Apogeo" no de una sociedad perfecta, definitivamente realizada, sino de un proceso perpetuo de mejora, con altos y bajos, estancamientos y logros, y apostando por la perfectibilidad humana (cuyo instrumento privilegiado es la educación). La democracia constituiría un objetivo que siempre está por llegar, un proyecto radical de transformación infinita que no se reduce a las solas experiencias limitadas de las democracias representativas contemporáneas, con sus tendencias oligárquicas. Dewey combate las filosofías y políticas que se fijan ideales absolutos que se trataría de "aplicar". El carácter experimental de la acción política significaría que las proposiciones, los proyectos y/o los ideales puestos en práctica han ser tratados «como hipótesis de trabajo, no como programas a los que habría que adherirse y que habrían de ejecutarse de forma rígida. De ahí la importancia de que estén sometidas a una observación constante y bien preparada de las consecuencias que traen (el lugar de la investigación) y «a una revisión rápida y flexible a la luz de las consecuencias observadas. Sin embargo, el conocimiento no elimina toda incertidumbre, porque lo que aún está por hacer implica la previsión de un futuro aún contingente y por tanto no puede escapar del peligro. Y la búsqueda ilusoria de lo definitivo se abandona por la investigación, siempre inacabada, de lo mejor.
Dewey fue un guía moral que propició cambios institucionales y formas de concebir prácticas sociales que se identificaron con la idea de una democracia plena de contenidos. En este sentido, Dewey ubicó la reflexión moral dentro de las instancias prácticas de la vida social, y, de entre ellas, la privilegiada fue la educación