Docencia: Una profesión, una vocación (I)

"Allí donde se cruzan tus talentos y

las necesidades del mundo, está tu vocación"

Aristóteles

"Lo que eleva al hombre, lo que le da realmente una personalidad, Es la conciencia de su vocación, La conciencia de su tarea concreta. Eso es lo que llena una vida y le da contenido"

Federico Suárez.

"Persona, conducta y sensibilidad moral son los términos que subrayan la pre-disposición, los conocimientos y la sabiduría práctica que un individuo aporta en su papel de profesor"

David Hansen

"No es mejor maestro el que más sabe, ni siquiera el que más enseña, sino el que mejor educa, el que tiene el raro don de hacer hombres dueños de sí y de sus facultades y acciones. No el que más trabaja, sino el que más hace trabajar con más gusto a los alumnos. No es el que más discurre, sino el que más y mejor enseña a pensar. No es el que mejor diserta, sino el que mejor dialoga con sus escolares. No es el que más eleva, sino el que más allana y abaja para ascender con los discípulos hasta ponerlos a su altura para descubrir nuevos horizontes"

Andrés Manjón

Se ha dicho que, cuando existe la vocación de educar, la enseñanza es necesariamente un acto de amor y de fe. Es decir, un proceso lleno de actos de amor fijados en la mirada del otro; una continua búsqueda de perfección humana, la cual implica la búsqueda de cambios en las personas, de cambios profundos y radicales, de cambios que transformen de manera auténtica la mente y el corazón de nuestros alumnos. Profesar la profesión de maestro tiene la fuerza de la vocación, de "la llamada", la fuerza de algo que se ejerce porque se tiene dentro: se lleva dentro con cierta pasión y posibilidad de desarrollo y perfeccionamiento. Ello es la necesidad natural de trascender.

La vocación es la llamada, única e intransferible, a la propia realización o plenitud, al desarrollo y a la felicidad, que recibe toda persona. Es un elemento nuclear de la existencia humana y, por tanto, debe jugar un papel fundamental en la educación y la orientación.

La vocación puede comprenderse de dos modos: como orientación profesional fundamental (la vocación profesional); y como la llamada de todo ser humano a dar un sentido pleno a su propia existencia (vocación humana, vocación general, vocación existencial, o simplemente vocación). Aquí, entendemos la vocación no sólo según el primer sentido, más restringido, sino de acuerdo con su alcance propiamente filosófico. Es decir, nosotros vamos a referirnos, aquí, fundamentalmente a lo último.

Si hay una profesión que necesita de "vocación" auténtica, de una clara "llamada", esa es la de ser un docente. Y al ser vocación, al ser "llamada" o "llamado" (que es lo que significa vocación), ejerce sobre el que es docente la fuerza de un compromiso de altura y de máxima responsabilidad. De altura porque es elevado darse a otros. La dignidad que tiene una profesión en la que constantemente alguien se da, es visible a simple vista. Tiene mérito, relieve, profundidad. No es cualquier cosa pararse frente a un grupo, por ejemplo, de treinta o cuarenta niños o adolescentes, o jóvenes que rondan los veinte, a decirles y preguntarles unas cosas importantes acerca de una disciplina o un arte. Darse a unos niños y jóvenes en concreto, conlleva, además, una gran responsabilidad. Dar clases es la habilidad de responder ante un grupo de seres humanos que están esperando mucho de su maestro. Esperan de ellos que sean competentes, cultos, amenos, respetuosos, puntuales, claros, sencillos, simpáticos, alegres, con sentido del humor, razonables y con una gran capacidad para escuchar y atender a las necesidades de cada uno.

La docencia necesita de gente muy despierta y animada, y sobre todo, consciente de su responsabilidad. Necesita de una respuesta diaria. Quien es llamado para la educación, tiene que saber que es responsable ante el llamado para educar. Si somos llamados para las clases es porque tenemos madera, no de santo tal vez, pero sí de alguien que puede transmitir e influir en otros de manera positiva y duradera. Quien es llamado a la docencia, es llamado a tener una conversación constante con la verdad, con el conocimiento, con el ser humano, con la humanización de la persona. El llamado es la huella trascendente del docente.

Preguntas para la reflexión:((ver y leer parte II)

  • ¿Es importante la vocación docente?

  • ¿Qué es la vocación docente?

  • ¿Cómo surge la Vocación Docente?

  • ¿Qué utilidad tiene la vocación docente?

  • ¿Es la docencia (enseñanza) una profesión o un oficio?



Esta nota ha sido leída aproximadamente 2939 veces.



Luis Antonio Azócar Bates

Matemático y filósofo

 medida713@gmail.com

Visite el perfil de Luis Antonio Azócar Bates para ver el listado de todos sus artículos en Aporrea.


Noticias Recientes:

Comparte en las redes sociales


Síguenos en Facebook y Twitter



Luis Antonio Azócar Bates

Luis Antonio Azócar Bates

Más artículos de este autor