El contexto educativo en situación de desastres y conflictos armados

Es importante conocer los daños que generan las catástrofes en las sociedades. Por esta razón, seguidamente se exponen sus consecuencias en el contexto educativo para así poder enfrentarlas, asumiendo una respuesta humanitaria.

Los desastres naturales, pandemias y conflictos bélicos producen grandes detrimentos y trastornos en los sistemas educativos. En situaciones de emergencia las comunidades suelen quedar deambulando o incluso desplazadas aparte de enfrentar dificultades económicas, así como la destrucción de sus bienes. En estos casos, las redes sociales, conjuntamente con los sistemas de apoyo que protegen a niños, niñas y adolescentes, pueden desintegrarse y hacer que esta población busque empleos inseguros para apoyar a sus familias o adopten responsabilidades de adultos que los sustraen de un ambiente de protección. Estas situaciones afectan a los niños, especialmente en el plano físico, psicosocial e intelectual, inclusive, si hay una escuela operativa estas secuelas pueden perdurar en el tiempo.

Es bueno destacar que en las etapas iniciales de los desastres se necesita trabajar en la reapertura de la escuela o ambientes de educativos; en el regreso de los niños, niñas y adolescentes a sus clases y la recuperación de la infraestructura. Este trabajo debe realizarse de inmediato para así restaurar en lo posible la normalidad, atendiendo al derecho a la educación. La formación de los jóvenes debe ser prioritaria, pese a las complicadas circunstancias en las que están sumergidos los países afectados por emergencias y desastres, en los que se ve evidenciada la falta de recursos. En consecuencia, es indispensable dar una respuesta enérgica y rápida para el acceso a la educación de los afectados. La promoción educativa debe movilizar gobiernos, agencias de ayuda humanitaria y donantes con el objetivo de restituir las actividades educativas (Acción Humanitaria, Unicef, 2008).

Cabe tener en cuenta que algunas catástrofes se generan de manera repentina, como es el caso de terremotos y tsunamis. En dichos desastres los niños, niñas y adolescentes pueden ser testigos o víctimas directas de la destrucción masiva de bienes y vidas, pudiendo enfrentar el desplazamiento, sentir temor a la repetición del desastre, sufrir angustia y carecer de actividades educativas debido al cierre de las escuelas. En relación con las epidemias pandemias y enfermedades como el VIH/Sida, este tipo de emergencia pueden tener un efecto destructivo en los sistemas de educación; por ejemplo, el impacto de una posible pandemia de influenza pudiera generar el cierre escolar durante meses, por lo que deben realizarse preparativos para ejecutar la enseñanza a distancia. Los conflictos armados traumatizan, dejan heridas profundas que persisten en el tiempo. De modo que las consecuencias de la violencia se resumen en quedar huérfanos, padecer abuso o explotación sexual, sufrir heridas y hasta morir a causa de minas terrestres. Al disminuir el conflicto, pueden padecer enfermedades por mala alimentación y falta de recursos, como los servicios básicos, mala higiene por carecer de acceso al agua potable, un pobre o inexistente sistema de salud y deficiente o inexistentes servicios de electricidad y telecomunicaciones (Acción Humanitaria, Unicef, 2008).

El esfuerzo humanitario en los casos de conflictos y desastres no debe esperar, no solo porque en la mayoría de los casos se presentan panoramas complejos, sino porque las resoluciones de las crisis son indispensables para el sostenimiento de los ecosistemas y garantizar la vigencia universal de los derechos humanos. Además, una educación fundamentada en los derechos es el vehículo de los países para poder alcanzar un desarrollo sostenible, siendo la educación una de las garantías para superar las causas de los conflictos, la desigualdad y la violencia. Está comprobado que una educación apropiada fomenta pilares sólidos en las sociedades con los que puedan resistir, prevenir y solventar los riesgos vinculados a los conflictos armados y crisis ambientales, mediante modelos pedagógicos orientados a la resiliencia, la mitigación y adaptación a los cambios sociales, económicos y medioambientales (Estudios e Informes 16, 2023).

En casos similares, la educación se encuentra protegida por el derecho internacional, así como por el derecho internacional humanitario, como marcos legales de evolución continua. Entre las herramientas principales que establecen las obligaciones de los Estados en lo que respecta a situaciones de emergencia se citan: las convenciones relacionadas a los desplazamientos forzosos, la legislación alrededor del cambio climático y los desastres naturales. Así están los convenios y resoluciones que regulan los conflictos armados, este marco legal está amparado de la Declaración Universal de los Derechos Humanos del mismo modo, las convenciones y protocolos que legislan la protección de niños, niñas y adolescentes, estando también incluidas las distintas formas de discriminación racial o contra la mujer (Estudios e Informes 16, 2023).

En lo que respecta a la respuesta humanitaria tenemos que:

  • La educación brinda una base para la actividad económica futura, el trabajo y el abordaje de la pobreza generacional.

  • Los niños y adolescentes que tienen oportunidades educativas, poseen menos oportunidades de casarse a temprana edad y tener hijos.

  • La educación fortalece el bienestar psicosocial ya que brinda esperanza y una orientación para el futuro.

  • Los niños y jóvenes educados tienen menos probabilidades de caer en el trabajo infantil o correr riesgo de ser reclutados por grupos armados.

  • La educación ofrece un entorno protector en el cual los individuos obtienen conocimientos y habilidades, socializan y tienen acceso a servicios de apoyo integrales, a saber, servicios de salud, alimentación y asesoramiento, por lo cual es evidente que todas las actividades de alivio a las crisis debe de apoyarse en los procesos educativos (Estudios e Informes 16, 2023).

Es indispensable que los entornos pedagógicos estén libres de violencia, incluyendo la violencia de género, cualquier ataque a la educación se debe documentar y denunciar. Es necesario preparar al cuerpo docente de modo que los estudiantes reciban orientación profesional de maestros capacitados que fortalezcan su proceso de formación efectiva en momentos de crisis, que los ayuden a fortalecer la cohesión social y el camino a la solución de los conflictos

Bibliografía

Acción Humanitaria de UNICEF (2008). Educación en situaciones de emergencia y desastres: Guía de preparativos para el sector educación https://inee.org/sites/default/files/resources/UNICEF_Respuesta_en_educaci%C3%B3n_en_emergencias_y_desastres.pdf

Estudios e Informes 16, (2023). Escuelas en crisis. Cómo proteger el derecho a la educación en situaciones de emergencia https://lasillaroja.org/wp-content/uploads/2023/08/Informe_Rojo_Educacion-en_crisis.pdf

 



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Hani Fernández


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