La Revolución Bolivariana tiene muchas razones para la esperanza
Hay días de días. Hay días que transcurren como cuando se vuela un papagayo y está alto y con buen viento. Hay otros que parecieran reservar para uno todos los grises, todas las sombras y fantasmas de cola larga que le cortan el güaral al papagayo de los sueños. Pero hay días en los cuales el horizonte nos ofrece una sinfonía de colores, de juegos, de barquitos y avioncitos de papel, de hojitas de esperanza que hacen rizos en el aire. El viernes fue un día de estos.
Invitado por RNV llegué a los espacios que –tiempo ha- fueron una vez sede de una petrolera en los Chaguaramos. Tengo vivo el recuerdo de esos espacios fríos, lujosos, distantes, como de otro país de esos que llaman del "primer mundo" a pocos metros de las Tres Gracias o del bullicioso lugar para las batallas de un Caracas-Magallanes. Ascensores que hablan, pasillos que dan como cosa pisarlos. Ayer, aún desde el otro lado de la cerca que la circunda, todo era una fiesta, bullicio, muchachos y muchachas con ese aire de bandada de periquitos ruidosos, multicolores y vivos; franelas donde se imponía el Che; chamos con pelos largos y colitas recogidas; guitarras a la espalda en bandolera; serpentinas multicolores, como mi gente y mi tierra con ojos color esperanza parecía aquel hermoso desorden de gente yendo y viniendo.
Costaba creer que aquello era una Universidad, más bien costaba creer que alguna vez hicimos de la Universidad espacios fríos, secos, acartonados y no esto que veía. Un hermoso desorden lo llenaba todo. Es verdad que a la hora de comer alguien debió ordenar un pelín mejor las cosas, pero ni eso, ni ninguna otra cosa podía borrar ese mar de amor suelto al viento. Allí estaban para reflexionar sobre la educación que necesitamos. No sé si reflexionaron, sí sé que derrocharon amor, ilusiones en tropel y esperanzas como nubes de algodón.
La Revolución Bolivariana está haciendo cotidiano lo imposible y eso es un milagro. La mayoría de estos muchachos y muchachas son hijos de la Revolución, han crecido hasta hacerse hombres y mujeres jóvenes dentro de este maremagnum de ideas, confrontaciones, tensiones y sueños en que hemos vivido los venezolanos los últimos ocho años. Los valores fundamentales de un revolucionario los llevan tatuados en el corazón. La palabra que más oí, tanto en los grupos como en el programa de Radio fue AMOR, ¡buena esa! No andan desencaminados; la ciencia pondrá el método pero la esencia la tienen. Tendrán que organizarse, prepararse, estudiar mucho, pero el amor ya lo tienen y lo regalan a manos llenas.
Ojalá nunca dejen de ser jóvenes y a lo largo de estas luchas no se dejen ganar por el hedonismo de modo que sean ese motor que impulse la Revolución con el desprendimiento y la frescura que sólo ellos poseen. Ojalá tengan siempre la capacidad de discernimiento como para saber separar el maiz de las buenas conductas de la paja pantallera. Tendrán que esforzarse por alcanzar el nivel de conocimiento teórico necesario como para que sus pasos no sean ciegos pero también ser los mejores en la adquisición del conocimiento técnico-científico porque allí también está la Revolución. Una Juventud Revolucionaria no puede serlo sólo en el discurso o las actividades políticas sino que también debe aportar a la Revolución la eficacia en el hacer que pueda transformar y elevar la calidad de vida del pueblo. No será fácil porque habrá que vencer muchos vicios viejos, por eso habrá que adquirir hábitos de trabajo desde una actitud revolucionaria y unos hábitos de trabajo revolucionarios pasan por la entrega alegre y entusiasta sin esperar otra recompensa que la del deber cumplido.
Si así lo hacen, vamos bien. Iremos bien mientras haya una juventud dispuesta a entregar lo mejor de sí misma por amor a su pueblo. ¿Qué les falta mucho?, ¿a quien no le falta? Ellos tienen lo necesario, una Revolución que tenga jóvenes lo tiene todo para salir vencedora en esta batalla formidable. Son ellos quienes pueden transformar a Venezuela y al Mundo. ¡Felicidades Venezuela!, ¡[Hijos e hijas del sol ahora sois libres!, ¡[Don Simón, haremos Patria!, ¡Adelante, venceremos!