Sin duda que los dos aspirantes a Decano de la Facultad de Ciencias Forestales y Ambientales, el Profesor Dario Garay y el Profesor Leonardo Lugo, están ante el reto de realizar una gestión que permita avanzar en la consolidación de esta organización. Y esa consolidación pasa necesariamente por un mayor reconocimiento mutuo y una mayor integración entre todas sus partes, vale decir, de sus escuelas, institutos de investigación y centros de postgrado.
A propósito de eso, cuando uno se pasea por la Facultad de Humanidades y Educación de la Universidad de Los Andes, se observa una dinámica que pareciera reflejar un perfil organizacional bien definido, como resultado precisamente de una integración y reconocimiento mutuo de las diferentes Escuelas (Educación, Historia, Idiomas, Letras y Medios Audiovisuales) que la conforman. Unos y otros van y vienen por los mismos pasillos, confundiéndose en una marejada humana que revela la existencia de una Facultad. Lo mismo ocurre en la Facultad de Ciencias, donde las cuatro Escuelas (Biología, Física, Matemáticas y Química) comparten un mismo gran espacio y comparten sus actividades. Recientemente se realizó un encuentro con la ciencia, donde profesores y alumnos dieron a conocer, a un público general, los avances de sus ciencias. Uno de los afiches promocionales de ese evento lo decía todo.
Ahora bien, en el caso de la Facultad de Ciencias Forestales y Ambientales, no pareciera ser así. Por lo menos, eso es lo que se percibe. A pesar de que la Facultad está emplazada en un área mayoritariamente boscosa, admirada por muchos merideños, sus elementos integrantes están distribuidos de forma muy irregular. En dirección a los Chorros de Milla, alguien encuentra primero la Escuela de Geografía, después se consigue con la Escuela Técnica Superior Forestal (ETSUFOR), para luego tropezarse con el Instituto de Geografía y finalmente con lo que se podría llamar, propiamente, el Campus Forestal. Cada quien pareciera estar en lo suyo, sin enterarse de, ni interesarse por, lo que el vecino hace o deja de hacer. Incluso, frecuentemente se escuchan expresiones como “voy para la Facultad” o “vengo de la Facultad”, para referirse al edificio donde funciona la Escuela de Ingeniería Forestal. Es más, cuando se hacen las discusiones sobre la posibilidad de que los TSU Forestal (egresados de ETSUFOR) prosigan sus estudios en la misma Facultad, se piensa en que éstos hagan equivalencia con Ingeniería Forestal y no con Geografía también. Basta ver al respecto los planes de estudio de las tres carreras, para comprobar que las equivalencias se pueden dar en ambos sentidos.
Lo anterior pareciera estar influido por la falsa idea de que lo forestal y lo ambiental son campos finitos. Seguramente que así no lo creen Edgar Morin y los demás teóricos del paradigma de la complejidad. Tanto lo forestal como lo ambiental son simplemente elementos de complejos mayores que también tienen características económicas, sociales, políticas, ecológicas, etc, etc. Por ejemplo, el número 609-610 (año 1999) de la revista Annales de Géographie, está dedicado al tema forestal. Uno de los artículos se titula “Potencialidades forestales y producción de madera: del enfoque naturalista al enfoque geográfico”. Otro ejemplo proviene de la Universidad de Chile, donde se imparte la asignatura Geografía Forestal, cuyo “…objetivo es describir en forma general los recursos boscosos de Chile y su relación con el desarrollo económico, social y ambiental del país. En este contexto, se caracterizan los recursos forestales, su localización, los procesos de transformación de la madera y los procesos sociales relacionados directa o indirectamente con el sector”. En fin, un tema éste para que, tanto el Profesor Dario Garay, como el Profesor Leonardo Lugo, o ambos en conjunto, den a conocer sus puntos de vista. ¡Por una Facultad de Ciencias Forestales y Ambientales!
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