Chávez forever

A costa de soportar la pena de sentirse como un espanta pájaro precario por falta de glamour y pérdida de sus inherentes facultades, el “inconsciente” del antichavismo practicante cree que no sufre de mutación alguna, sino que anda por la vida intacto en su procesión siniestra, de odio ungido de mierda, de sed de venganza aunque sea por cuotas, míseras e irrisorias. Antes de exponerse en facebook u otra rendija que lo lleva al estrellato de la infamia, se estira como un yoyo frente al espejo y cree que éste le devuelve una imagen en ascenso, un ego convertido en un “rompe colchón” o una “siete potencias” y así se lanza al ruedo, convencido de que, ahora así, el absceso pélvico va a acortar las prestidigitaciones que María Corina Machado ha montado para que Chávez se vaya para siempre.

El “inconsciente”  de esta gente se lleva su primer fiasco cuando se topa con su conciencia residual: ese pedazo de cosa desdichada que le recuerda intermitentemente su indisoluble condición venezolana, al menos en procederes bastantes sólidos que no vale la pena enumerar, pero que pueden ejemplificarse en los modos de comer espaguetis con champan, venerar a la Santísima Trinidad con Madre Patria incluida y creer en la educación privada como la escalera que lo llevará al cielo. Esa ñinga de conciencia le pellizca a veces diversas zonas del “inconsciente”, aunque parezca mentira. Entonces se molesta consigo mismo porque no es capaz de entender que el absceso pélvico del Presidente no remite sino al símbolo de una paradojal fortaleza de la revolución, síntoma extraño pero irrefutable de un modo de vernos con Chávez en el primer plano del paisaje.

  “¡Ahora si se le jodió el tracto urinario y la rodilla: ni un paso atrás, todos a Miraflores, vamos por PDVSA!”, parecen gritar al unísono los “inconscientes” de Lameda, Ramón Aveledo, Pablo Medina, Petkoff y todos los demás “inconscientes” de la MUD o del Frente Progresista. Gritos y susurros que se quedan atrapados en las celdas de sus mediocres biografías.  Chávez forever. Esta revolución no admite alegóricas cirugías.

fruiztirado@gmail.com



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Federico Ruiz Tirado


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