La gasolina gratis para el pueblo venezolano es la única medida económica antineoliberal que le queda a la revolución chavista. La misma es una barbaridad, un desatino y es el colmo de los colmos dentro de la lógica del capitalismo. Pero es también la memoria real de la conmoción popular de 1989 la cual sirvió de inspiración a la rebelión del 4 de febrero 3 años después. Si me permiten la comparación déjenme decirles que la gasolina subsidiada, decretada por Chávez, representa el saqueo revolucionario, por el pueblo, de la industria petrolera. Seguro no podremos encontrar tal locura en el librito de la ortodoxia socialista pero sí en la heterodoxia revolucionaria de la utopía creadora presente en los sueños infinitos del Gigante.
Rafael Ramírez, cuyos antecedentes políticos fueron en el PRV-Ruptura encabezado por Douglas Bravo, Ali Rodríguez y Kleber Ramírez, entre otros, olvidó todo lo que aprendió en su militancia revolucionaria y ahora está convertido en un burócrata petrolero del capitalismo de estado rentista. Según Marx cada quien piensa de la manera como vive y a Ramírez no le queda otra cosa que remendarle el capote a la utopía chavista y reparar a como dé lugar esa abolladura revolucionaria en la estructura capitalista de PDVSA para poner orden en el sistema.
La economía de mercado dominante en Venezuela acogota al gobierno con la inflación, la especulación y la escases pero ahí permanece imperturbable, insólita, inédita, inmutable e inalterable nuestra gasolina barata como un bastión chavista irreversible en honor a los miles de asesinados por la burguesía aquél fatídico 27 de febrero y sobre todo convirtiéndose en una piedra dura de moler para los restauradores.
PDVSA no se va a arruinar por regalar la gasolina a los venezolanos pues la plusvalía de la industria petrolera lo permite anchamente. Ah pero ese socialismo de beneficio directo al pueblo, sin intermediarios, está vedado para la corrupción y el fortalecimiento del capitalismo de estado. En eso Chávez fue extremista y ultraizquierdista como suelen llamar ahora a quienes critican el desmontaje de su legado socialista. Dicen que el aumento de la gasolina viene en camino y cuando el río suena piedras trae. Lamentablemente la derecha interna está mandando y puede hacer lo que le dé la gana. Mientras Chávez gozó de buena salud la pureza de la revolución tenía un garante, aunque se delinquía por debajo de cuerdas, pero ahora las viudas del chavismo se soltaron el moño sin nadie que las controle.
Los sesudos economistas del gobierno aseguran que el aumento de la gasolina no provocará inflación. Así dijeron con la devaluación por eso nadie les cree. También quieren tapar la posible medida neoliberal diciendo que la mayoría de los pobres no son dueños de carros, motos, aviones ni yates. Ese argumento es un disparate porque la verdad verdadera es que en el siglo XXI los pobres, la clase media y los ricos se movilizan todos, sin excepción, con la energía proveniente de la gasolina independiente de la propiedad del vehículo. Por otra parte es ridícula la idea de justificar el aumento de la gasolina para combatir al llamado contrabando de extracción. Éste es un tema estrictamente de eficiencia policial y militar en las fronteras de Venezuela donde debe imponerse la seguridad del estado venezolano.
Si vivimos en una sociedad capitalista y queremos estratégicamente transformarla en una sociedad socialista no tiene sentido convertir a la gasolina en una mercancía que se comporte según la lógica de la economía de mercado capitalista. Dejemos a la gasolina quieta con su papel de romper con las relaciones de producción capitalistas dominantes en Venezuela o por lo menos por respeto al legado del Comandante Chávez mantengamos vigente su decisión.
Aquí está haciendo falta una Misión Revolución, pero no decretada por el gobierno sino generada por los Poderes Creadores del Pueblo donde pueda expresarse orgánicamente la izquierda del chavismo y toda la militancia revolucionaria que quiere mantener viva la esperanza del cambio histórico.
*Profesor de Filosofía jubilado de la UPEL