Constituyente y Golpe de Timón en PDVSA

De la participación a la autoorganización de los trabajadores como Clase dirigente.

Palabras preliminares.

El pasado martes 19 de septiembre quedó constancia de que a la especie humana no solo la amenazan los desastres naturales potenciados por el cambio climático. Ese día, en la Asamblea general de las Naciones Unidas (ONU), el magnate que funge hoy como jefe de la padilla que administra los asuntos relacionados con los intereses del gran capital imperialista yanqui, en nombre de "las libertades de los pueblos del mundo", amenazó a la humanidad con el uso de una fuerza destructiva mucho más cruel y apocalíptica: la maquinaria de guerra de los Estados Unidos de Norteamérica.

Pocos minutos le bastaron para chantajear y mentir impunemente y para dictar sentencias de muerte contra países a los que osó calificar de "lacras de nuestro planeta": Venezuela, Cuba, Irán, Corea del Norte y Siria. Como para que a nadie quede dudas de que el único lenguaje que está dispuesto a emplear en su afán de recuperar el predominio que se le escurre entre las garras, es la guerra. Pero al dar este paso (especialmente en el caso de Venezuela y Cuba) el vocero del imperio se vio en la necesidad de confesar algo sustancial: más que a "dios" y a las devastadoras consecuencias del cambio climático, el gran capital imperialista teme a las Revoluciones y al Socialismo, y esta enrumbado a conjurar tales peligros. En esto fue preciso y conciso, cuando en la parte que nos correspondió de su insoportable arenga señaló:

"La dictadura socialista de Nicolás Maduro ha causado gran sufrimiento y dolor al gran y noble pueblo de ese país. Ese régimen corrupto destruyó una Nación prospera imponiendo una ideología fracasada que ha causado pobreza y miseria por doquier (…) tenemos la obligación de ayudarles a recuperar su país, su libertad y restablecer su democracia (…) "El problema de Venezuela no es que el Socialismo no se ha sabido aplicar bien, sino que el socialismo se ha ejecutado con lealtad. Desde la Unión Soviética, Cuba y Venezuela (…) donde quiera que el comunismo, el socialismo, se ha establecido ha causado angustia, destrucción y fracaso (…)".

Inmediatamente a estas, siguieron otras palabras no menos elocuentes del magnate emperador, esta vez para contrastar la propia situación del pueblo estadounidense: "Durante mucho tiempo –dijo- el pueblo estadounidense ha escuchado que los acuerdos comerciales importantes, y los tribunales internacionales que no rinden cuenta y las burocracias mundiales potentes, eran la mejor manera de promover su éxito, pero a medida que esas promesas no se dieron y se desvanecieron millones de empleos y de fabricas, otros manipularon el sistema y quebrantaron las normas, nuestra gran clase media, que fue la piedra angular de nuestra prosperidad estadounidense en su momento, fue olvidada, dejada a la zaga, pero ya no ha quedado olvidada y nunca volverá a ser olvidada".

Como puede apreciarse, los estrategas del gran capital imperialista no solo se cuidaron de no llamar al "sistema" por su nombre, es decir: Capitalismo, sino que atribuyeron la depauperación creciente de su "gran clase media" (termino con el que busca maquillar las dimensiones del desastre social y la muerte del llamado "sueño americano") a las "manipulaciones del sistema" y no a su verdadera causa: la putrefacción del sistema capitalista mundial en uno de sus centros más importantes: la economía estadounidense. En tal sentido, las promesas a esa "gran clase media" suenan más a propaganda para incautos, pero son también parte de una maniobra política de la gran burguesía norteña, dirigida a desviar el descontento y desesperación de esas masas depauperadas hacia el único destino posible compatible con sus intereses: el fascismo, de manera de convertirlas en fuerza de choque contra todo cuanto huela a rechazo al "sistema" en el seno de la juventud y de las clases expoliadas de ese país. Nada nuevo bajo el sol.

Un gran combate social soterrado parece estar en curso en los Estados Unidos. No por acaso, en la rueda de prensa internacional realizada por Maduro, inmediatamente después del 30/07/17, un dirigente sindical de la ciudad de Pittsburg (EEUU), tuvo la oportunidad de preguntarle al jefe del gobierno venezolano, más o menos lo siguiente: "¿Cuál es el carácter de las clases sociales en las que se apoya la Revolución socialista en Venezuela?"

Una respuesta crucial.

Ese mismo 19 de septiembre del año en curso, frente a una concentración antiimperialista congregada en los predios del Palacio de Miraflores, el presidente Nicolás Maduro respondió la afrenta, pero de un modo tal que sus palabras delinearon una clara delimitación de campos, intereses y perspectivas, dentro de las fuerzas mismas de la asediada Revolución Bolivariana. Reivindicó el carácter mestizo, rebelde de socialismo venezolano, insto a un debate mundial respecto a las bondades de este comparadas con las que el Capitalismo brinda a los pueblos del mundo hoy y, a la par de reiterar el carácter de Trump como jefe de un Imperio que es enemigo de la independencia, la soberanía y la paz de Venezuela, denunció como "el peor y más peligroso enemigo que tiene el futuro de Venezuela" a "la burocracia, la corrupción y la indolencia, a los bandidos y bandidas que están al frente de cargos públicos y no le cumplen al pueblo (…) y se dedican a robar al pueblo".

Frente a esto, planteó una línea de acción: "tenemos que ir a una batalla inclemente contra ellos (…) hay que meterlos presos, al que haya saboteado las empresas publicas ¡empezando por PDVSA!" Acto seguido, exclamó la consigna "¡Limpieza, limpieza, limpieza en PDVSA!" y, con marcado énfasis, preguntó: "¿Dónde está la clase trabajadora petrolera?"

No es la primera vez que en curso del proceso revolucionario, desde el ejecutivo Nacional, se denuncia a la corrupción, el burocratismo y la indolencia como plagas de la Revolución. En cambio, en ninguna otra ocasión se había planteado en los términos en que lo ha hecho Maduro ahora. Esta novedad, sin embargo, viene a confirmar la existencia de una práctica que, a la par de consustancial con la sociedad capitalista, halló condiciones para "aclimatarse", instalarse y extenderse en "los espacios de poder" (instituciones públicas, empresas estatales, planes sociales, etc.) bajo control y dirección de la maquinaria del gobierno; y frente a las narices de los propios trabajadores, quienes muchas veces han sufrido sus consecuencias impunemente. No hay dudas de que es urgente una batalla inclemente contra esa gangrena político-social, pero esa lucha debe ser para reafirmar la Transición del Capitalismo al Socialismo de nuestra Revolución.

Precisamente, en su alocución ante la Asamblea Nacional Constituyente el 07 de septiembre pasado, con ocasión de la presentación del Plan Constituyente para la Paz Económica, el Presidente de la Republica empleó la siguiente expresión para describir el estado de la transición: "lo nuevo no termina de nacer y, a veces, no quiere nacer o se echa a morir en la burocracia y la corrupción (…) y lo viejo no termina de morir y, además, se viene con un puñal a matar lo nuevo". Más adelante en su mensaje afirmó: "Quiero que la clase obrera sea la clase dirigente de una nueva economía (…) no en el discurso, sino en la producción", ratificando de esa manera un idea reiterada en los últimos años.

Cabe preguntarse: ¿No serán las lacras denunciadas como "los peores enemigos del pueblo", parte de los efectos provocados por la agonía prolongada del capitalismo venezolano "que se niega a morir", cuya descomposición y degradación se ha ido extendiendo al cuerpo social y político de la Revolución, infestándolo gravemente, hasta el punto de comprometer peligrosamente su salud? ¿Hasta qué punto esta circunstancia testimonia el resultado de una lucha contra el capitalismo en la que se ha empleado con predilección las propias armas melladas del capitalismo? ¿Tendrá esto alguna relación con la circunstancia implícita en la pregunta relacionada con la Clase trabajadora petrolera?

Hay quienes sostiene que la prolongación de esta agonía del capitalismo es prueba de una vitalidad que ha sido afectada por la sobrevivencia de primitivas rémoras que no le han permitido desplegarse a plenitud, razón por la cual, consideran, en lugar de empeñarse en abolirlo, lo más "realista" es "adecuarlo", limpiándolo de impurezas, de manera de convertirlo en un nuevo "modelo" productivo, no rentista. El complemento de esa transformación es limitar el socialismo a lo social, es decir, a los planes sociales y a las grandes misiones. En el marco de tales limites, los votos porque la clase trabajadora participe y aspire a ser "clase dirigente", no es pecado. Seguro estamos, no es esta la posición de Maduro. Pero si es una cosa que está profundamente ligada con la cuestión de la Transición en los términos por él descritos el 07 de septiembre pasado.

Las raíces de la dificultad son profundas y son sociales, es decir: de clases y, en buena medida, se encuentran expresadas en el carácter del Estado; a pesar de los grandes cambios estructurales, el Estado actual no sirve a los grandes objetivos históricos de la Revolución Bolivariana, en buena medida porque sigue lastrado por los mecanismos que favorecen la reproducción de los intereses de las viejas clases dominantes. Un Estado cuya medula está en función, aún, de la "creación de capital" (Ley de Hidrocarburos vigente), de controlar el mercado y perpetuar la desigualdad, al mismo tiempo que administra la Renta, "con criterio de igualdad", en función del pueblo. La Asamblea Nacional Constituyente debe poner el acento en esta cuestión de cardinal importancia, entre otras formas, dando cauces a la consolidación de organizaciones de masas que asuman "desde abajo", sin mediaciones burocráticas castrantes, las grandes tareas de la Revolución en el campo de la economía.

Industria petrolera y Estado se levantaron en el país sobre la base del Saqueo imperialista y la corrupción, pero también sobre lo que Manuel Taborda llamó "el martirio de los trabajadores". Ese viejo Estado (Burgués) sigue aun en pie y lo seguirá estando, en tanto y en cuanto, se siga conservando, también, la práctica burguesa de expropiar el ejercicio de la acción política a las masas populares, así como ahogar toda forma de organización autónoma de las mismas, en función de sujetarlas al control de una maquinaria burocrática en trance de descomposición. Aun cuando la Revolución abrió las puertas de la participación política a las masas del pueblo, esa participación no ha terminado de convertirse en intervención organizada de los trabajadores, como clase, en la dirección y control de la producción. Maduro ha desempolvado el concepto de Democracia revolucionaria y ha dicho que lo propondrá para la nueva Constitución. Es la vía y es el desafío, pero antes que un problema jurídico, es un problema político que demanda respuestas consistentes en el campo del protagonismo real de las masas.

¿Dónde está la Clase trabajadora petrolera?

La mejor respuesta solo puede provenir de los propios trabajadores petroleros. Sin embargo, hasta el momento de estas notas, no se conocen manifestaciones de ninguna índole proveniente de este sector decisivo de la clase trabajadora venezolana que nos permita apreciar la reflexión y toma de posición respecto, no solo de lo que ha lo señalado Maduro el 19-Sept, sino frente a lo que el Fiscal General de la Republica ha denominado, a propósito de la corrupción en PDVSA, "el desfalco más grande que conozca la historia de Venezuela en los últimos 30 años".

Sin embargo, cabe preguntar: ¿a qué se refiere Maduro con su pregunta? ¿A la presencia de una clase unificada políticamente por un mismo programa, unos mismos objetivos y expresada en una misma organización como tal, o solo a alguno de sus exponentes más visibles en la Asamblea Nacional Constituyente o, en su defecto, a los protagonistas del llamado Golpe de Timón para la transformación de la industria petrolera, o a todo los trabajadores juntos en una concentración como generalmente ocurre?

Nos inclinamos a creer que se refiere a la primera de las variantes aludidas. Es la aquí reivindicamos, incluso si no fuese la del Presidente. Porque una limpieza en Pdvsa en las circunstancias actuales demanda, no solo un cambio de hombres y mujeres (que es importante y necesario, pero insuficiente), sino una transformación de la Industria (en la orientación social de sus concepciones de gestión, practicas y cultura organizacional), que solo puede ser posible con la intervención de una "clase" que realmente sea expresión del conjunto que la integra. El Socialismo es el mundo del trabajo hecho Poder, dijo un gran revolucionario alguna vez. Pero ese mundo del trabajo, concretamente hablando, no es un todo homogéneo, ni está exento de marcadas especificidades y rasgos contradictorios. Para colocarse en condición de ejercer un protagonismo real como clase dirigente, en una batalla política que lo así demanda, los trabajadores pueden y deben alcanzar a unificarse en una instancia que sintetice sus fuerzas y capacidades. El reconocimiento de esta circunstancia nos brinda la posibilidad de valorar la distancia que media entre las condiciones existentes hoy y las que se necesitan alcanzar para abrir las puertas de nuevas etapas en el proceso de transformación.

Luego del 30 de julio, con la elección de los miembros de la ANC, en el seno del proletariado petrolero se puede apreciar con nitidez la existencia de dos factores, cuyos rasgos y relaciones los distinguen entre sí, hasta el punto de hacerlos más distantes que complementarios: por un lado, están los Constituyentes electos (2) por algo más de 49 mil votos aproximadamente, de los más de 130 mil votos que el Sector Petróleo y Minería sumó para abrir las puertas de la etapa que transita actualmente la Revolución Bolivariana. Huelga destacar, que de esos 130 mil y algo más de votos en el sector Petróleo, en Occidente y Oriente se concentró el mayor numero de ellos: más de 48 mil y de 46 mil respectiva y aproximadamente, para un total aproximado de 94 mil votos, ratificándose de ese modo el carácter de esos dos polos en la historia petrolera de Venezuela. Los Constituyentes electos por este sector sumaron en estos polos: 37.247 votos aproximadamente. Todo lo cual, además, pone a la luz el profundo respaldo social con el que cuenta el proceso revolucionario.

Por el otro lado, tenemos a los Voceros y Voceras del Proceso de transformación de Pdvsa, en cuyo trabajo y resultados se resume el inédito proceso de participación de los trabajadores petroleros iniciado el año 2015 por iniciativa del propio Presidente Maduro, y algunos de cuyos hitos han sido: la elaboración del Plan Estratégico Socialista 2016-2026 (PES), la presencia en Junta Directiva de Pdvsa de dos voceros en calidad de Directores y las propuestas para materializar el Golpe de Timón en la industria petrolera. Vale acotar que entre ellos hubo quienes participaron como candidatos a la Constituyente, no como resultado de un proceso interno expresado en una misma lista o formula identificada con unas mismas propuestas, sino individualmente por separado.

Tan trascendente como la elección de dos Constituyentes del seno de la clase trabajadora petrolera ha sido, con sus particularidades, el proceso de transformación de la Industria petrolera promovido con la participación de sus trabajadores. Ambas expresiones, de hecho, revelan la gravitación objetiva de nítidas líneas de continuidad y complementariedad, como parte de una misma fuerza social. No es un hecho menor destacar que el Golpe de Timón ha sido propuesto (por Maduro) para "combatir la corrupción, el burocratismo, elevar la eficiencia y capacidad de gestión y producción de Pdvsa". Empero, a pesar de esto, llama la atención que hasta la fecha, ni juntos ni por separado, Constituyentes ni Voceros petroleros, aun no hayan hecho declaración pública alguna respecto a la interpelación de Maduro (¿Dónde está la clase trabajadora petrolera?) en el contexto de gravísimos hechos de corrupción y de asedio imperialista que afectan a la industria y al país.

Tales circunstancias pueden ser sintomáticas: a pesar de las evidentes elementos vinculantes, es un hecho contradictorio que las factores que encarnan los puntos más elevados de participación proletario en la industria petrolera en la actualidad, aún no se encuentren programáticamente vinculados en un mismo Plan político en los marcos de la Asamblea Nacional Constituyente (ANC), sobre todo si se toma en cuenta que en el proceso del Golpe de Timón existe una dinámica constituyente precedente, cuyas aguas naturales para elevar su potencialidad transformadora no pueden ser otras que las de la ANC.

En ese sentido, el hecho de que en Pdvsa se halla habilitado un sistema para que los trabajadores introduzcan sus propuestas a la ANC, y que las propuestas consolidadas en las jornadas del Golpe de Timón hayan sido entregadas a la presidencia de la empresa, mas no a los Constituyentes petroleros para que sean materia de debate en la ANC (colocando de este modo en un marco nacional el conocimiento y debate de tan importantes aportes), ratifica la percepción de que no existe línea de continuidad entre Constituyentes petroleros y voceros y propuestas del Golpe de Timón, en un contexto en el que el problema del carácter del Estado es un tema cardinal (y, por ende, el de la organización misma del mundo del trabajo). Existe una brecha pronunciada. Brecha que, además, puede estar reflejando la distancia que separa a ambos actores del resto de los trabajadores petroleros y sus problemas concretos en el proceso de trabajo. ¿No será la superación de esto lo que está, de algún modo, gravitando en la pregunta de Maduro? ¿Acaso no ha sido el mismo Maduro quien ha exhortado, implorado incluso, a los Constituyentistas a salir del reciento parlamentario e irse a sus respectivos ámbitos territoriales y sectores sociales a conocer y recoger las propuestas de sus electores?

El Golpe de Timón, según los términos originalmente planteados, no es un problema de reingeniería organizacional del tipo de las que usualmente se implementan en los marcos empresariales, impulsado con el concurso de los trabajadores a objeto de motivarles en intereses de las metas productivas. Este tipo de métodos cuenta, y cuenta muchísimo, pero no alcanza a soldar la brecha o fractura que impide que las fuerzas se potencien en funcion de acometer una transformación estructural.

¿Será acaso una iniciativa descabellada promover un encuentro entre Voceros y Constituyentes para presentar a estos y consolidar con ellos un plan de propuestas de caras al debate Constituyente? ¿Será contraproducente para la Salud del proceso revolucionario promover y concretar un paso de esa naturaleza? ¿Contribuirá o no tal iniciativa, "desde abajo", a tirar un puente hacia la unificación de las capacidades y fuerzas de la clase trabajadora petrolera para que la "limpieza en Pdvsa" sea de veras radical? ¿Quién le pone el cascabel al gato?

En primer lugar, los primeros en dar ese paso son los Constituyentes petroleros. Es su deber. Pero si no lo han sabido honrar hasta ahora, debe hacérsele cumplir. Tal vez, los Voceros y Voceras del golpe de Timón sean el sector con más condiciones para asumir esta iniciativa e impulsar con todos sus recursos (públicamente) un encuentro de esa envergadura con los Constituyentes petroleros. Tal vez, solo le haga falta una cosa: pasar de la participación mediatizada a la autoorganización como clase en torno a la realización, por sí mismos, de estas tareas, si es que de veras hay disposición a materializar sus más sentidas propuestas de transformación en una Pdvsa que lo reclama a gritos.

 

fmarin2005@yahoo.com



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