Da rabia, da dolor, da tristeza, da picazón de escrotos, da todo lo que le puede dar a una persona decente que se meta a hacer esa cola desde bien temprano para obtener sus 30 litros de gasolina que, le permitan desplazarse a donde quiera, para quemar lo más pronto posible su ración de combustible para meterse nuevamente cuando, le corresponda su turno de volver por sus 30 litros más de gasolina y, así sucesivamente hasta siempre, porque, digan lo que digan, hagan lo que hagan, la anarquía como el pan diario de esas colas, nos va a tragar a todos que, en tres meses será la experiencia que va a quedar de que el gobierno no puede imponer, ni tiene una solución, y el público asistente no hará, ni se prestará a colaborar a que haya una solución pronto que ponga fin a tan perversa manera de expender y obtener el combustible.
La práctica que se ha visto a diario y que los usuarios comentan es que, el respeto y la consideración se ha perdido en el desarrollo de las colas y, las personas encargadas de vigilar y ayudar a la evolución de las mismas, bien -policías, guardias nacionales, empleados públicos y civiles- por debajo de cuerda está la corrupción como usted la quiera, y si tiene dólares más suelta con un amiguismo que siempre está latente de espérate por ahí que yo te paso que, yo me acuerdo de ti y tú e acuerdas de mí y, así no nos pisamos la manguera de la amistad sin ser bomberos de la estación de gasolina y, lo peor, los presentes como mirones viendo como se bate la corruptela en caliente.
Los de arriba planifican y pasan la orden de procedencia y los de abajo, harán lo contrario y se hará como ellos digan y, ¿ustedes creen qué?, algún protector o, personal asignado se presenta a esos sitios a recoger información que es la más que hay sobre: quejas y arbitrariedades que van quedando al malestar popular y, poco a poco, como el margariteño no es pendejo, los pendejos se fueron como migrantes bien lejos, no se están calando este castigo que a diario hay que soportar si le quieres meter a tu cosa rodante los 30 litros de gasolina que te corresponde por tu número final de placa, entonces, a como sea, llueva truene o relampaguee, ha fijado y puesto en práctica todas las argucias que lo ponen a valer como el sinvergüenza a que se está prestando en connivencia con los que si son y, qué hace, se va un día antes, se mete en la cola que va rodando que cuando, esta finalice él quedará de primero y así el tropel de vivos que sudarán de alegría, porque, el otro día bien temprano si corre con suerte tendrá en el buche su traga gasolina 30 litros para rodar.
La comunicación entre el gobierno central y los encargados en la isla de la acción gasolinera: ha fallado por lo regular, pues, las gandolas han llegado en la mañana, pero el personal militar llega a la hora que los manden y cuatro horas después o más es que, comienzan a despachar el líquido, pero primero saldrán los quema gasolina de los "enchufados" y después le corresponde al público que con sol, calor, y las porquerías que van soltando los amargado y la arrechera acumulada va rodando poco a poco, porque, las moto también hay que echarle y por lo que se ve en Margarita hay más motos que carros, pero otra cosa, no todos los que están en la cola echarán gasolina al vaciar la gandola en la estación solamente, 10 mil litros de gasolina e imagínense que dirá el que no eche y más si hizo su cola normal como persona conscientes que, en realidad son muy pocos los de ese tenemaneje voluntario y de rabia por esa boca sale de todo. Y, lo otro la gandola llega cuando le dio la gana de quien la manda y, sigue la tormenta para más tormenta de los margariteños que antes comían pescado y ahora tragan gasolina.
Decir que no se pasa un mal rato es ser deshonesto que siempre algo anormal sucede y, el tiempo que se pierde que, aunque sea en cuarentena pega y, nos conseguimos con los vendedores de café, de bombas, de torta, de arepas sin nada por dentro, y, lo más lastimoso son los vende puestos y los cuida puestos pues, un puesto vale seis dólares y, los cuida puestos reciben a cambio kilos, de arroz, de espagueti, de harina, o de cualquier vaina, pero sin darle nada no te puedes ir y, llegas a tu casa cansado, enrabiado, predispuesto a caerle a coñazo a la mujer sino tiene la comida lista y, el que no tiene mujer, a pelear con María y, después a esperar cuando te corresponde para ir por tu iraní que, unos dicen que se evapora, que el carro sale tirando peos, que traga mucha agua, y dale que la cola te espera nuevamente que de alguna vaina habrá que hablar y pasar arrechera.