Cada vez más combustible venezolano llega a América Central, a Cuba, República Dominicana y las islas del Caribe oriental, mientras se proyectan grandes refinerías en los hombros de América del Sur: en Pernambuco, nordeste de Brasil, y en El Aromo, en la costa del Pacífico ecuatoriano.
En todas esas plazas se deja ver la bandera de la corporación estatal Petróleos de Venezuela SA (PDVSA), que a su vez abrió a firmas nacionales latinoamericanas el mayor tesoro de hidrocarburos de la región, la Faja del Orinoco.
PDVSA se apuntala como encrucijada para la integración energética regional al costo de ceder cuantiosos ingresos en forma de cooperación con muchos de sus vecinos, que compensa con los altos precios del crudo que exporta: este año, un promedio de 96 dólares para el barril de 159 litros, que extrae a un costo de 6 ó 7 dólares.
Desde hace casi 30 años, PDVSA ha practicado la cooperación con vecinos más débiles y la asociación con empresas de naciones "hermanas", pero la intensidad, cuantía y frecuencia es incomparable con el último lustro de los dos que lleva en el poder el presidente Hugo Chávez, quien pisó el acelerador para decenas de proyectos regionales.
"Proyectos energéticos como los que adelantamos con Nicaragua, Brasil, Argentina o Ecuador demuestran que la región dejó de mirar al Norte y ahora orienta su vista hacia el Sur", comentó Chávez cuando inició, junto a su par ecuatoriano Rafael Correa, la perforación de un pozo en la Faja, en una asociación de PDVSA con Petroecuador.
Los críticos de fuera y sobre todo dentro de Venezuela sostienen que el mandatario, en lugar de perseguir negocios rentables, sostenibles y transparentes, busca el avance de su proyecto político, que bautizó "socialismo del siglo XXI".
Una revisión de los principales acuerdos permite ver las distancias que separan las expresiones de sólida unidad con la concreción de los negocios.
PRAGMÁTICO BRASIL
Brasil, el gigante regional, muestra cómo evolucionan estos negocios, pues en la pasada década Venezuela llegó a exportarle hasta 100.000 barriles diarios de crudo, pero ahora el vecino prácticamente se autoabastece con su propia producción.
Un viejo proyecto, la construcción de una refinería en Pernambuco para procesar 200.000 barriles diarios y abastecer el norte y nordeste brasileños, y que requiere invertir 4.000 millones de dólares, permaneció engatillado hasta que el año pasado lo inició la empresa petrolera de propiedad mixta Petrobras, sumándose luego PDVSA como socio minoritario.
Los industriales brasileños son tentados con jugosos proyectos, aún sin concretar, como construir 40 barcos para la flota petrolera venezolana por 2.000 millones de dólares.
"Ponemos sobre la mesa la oportunidad de crear empresas mixtas en Venezuela para la fabricación de equipos para nuestra industria petrolera", dijo recientemente a IPS Eduardo Quinteros, director de la rama industrial de PDVSA.
La empresa realiza compras anuales, entre equipos y proyectos, por unos 22.000 millones de dólares y sus importaciones de bienes de capital alcanzaron 10.000 millones en 2007.
También hay proyectos abandonados. El más prominente es el "gran gasoducto del sur", que iría desde yacimientos en el mar Caribe, en el nordeste de Venezuela, hasta el Río de la Plata, y que cruzaría y beneficiaría a gran parte de Brasil.
MULTIPLICAR EL REFINO
Con Ecuador también se proyecta, a un costo de 6.000 millones de dólares, construir en tres años una refinería en El Aromo, sobre la costa del océano Pacífico, capaz de procesar 300.000 barriles diarios y con la mira puesta en los crecientes mercados asiáticos. Los estudios comenzaron este año y allí PDVSA es socio minoritario de Petroecuador.
La refinación de crudo, aunque es un segmento menos rentable que otros de la industria petrolera, posee un gran atractivo para países en desarrollo por asegurar la disposición de combustible, por su potencial multiplicador de negocios y empleo y por la transferencia de tecnología y la posibilidad asociada de agregar valor a la materia que se procesa.
PDVSA acometió la ampliación y actualización de la refinería de Cienfuegos en Cuba, con capacidad para 65.000 barriles diarios, así como la de Jamaica, para procesar unos 36.000 barriles por día.
Se iniciaron estudios para construir otra en Nicaragua, capaz de destilar 150.000 barriles por día, y una de 10.000 barriles diarios en Dominica, y se ha conversado la adquisición de la refinería de República Dominicana o la construcción de una nueva.
"El concepto es suministrar petróleo, refinar en el Caribe, comercializar en conjunto los productos e incluir en el intercambio todos los temas posibles de compensación", dijo recientemente el ministro de Energía y presidente de PDVSA, Rafael Ramírez.
CASI UN TRUEQUE
Los suministros al Caribe son la insignia de la cooperación Sur-Sur emprendida por Venezuela, a través del proyecto Petrocaribe, que ejecuta PDVSA: 20 países de América Central y el Caribe reciben unos 200.000 barriles diarios de crudos y otros productos --la mitad va a Cuba-- en condiciones de pago hasta ahora inigualadas.
Sólo se cancela al contado la mitad de la factura --siempre que el petróleo se mantenga, como ahora, en valores de 100 dólares el barril, pues el descuento baja si el precio disminuye-- y el resto queda como crédito blando pagadero en 25 años.
Pero además PDVSA ha construido instalaciones de almacenamiento en los países beneficiarios, se ocupa del transporte y acepta como parte de pago productos y hasta servicios, al tiempo que constituyó un fondo con una fracción de los precios cuando exceden los 100 dólares el barril, para producir y comerciar alimentos y fertilizantes.
ACERCANDO EL SUR
Mucho más al sur, en Argentina, Paraguay y Uruguay, PDVSA ha aplicado puntualmente un recetario semejante al del Caribe.
Con ese esquema se pactó el envío de hasta 23.500 barriles diarios a Paraguay, que podrá pagar con productos ganaderos o soja, en tanto en el pasado despachos de combustible a Uruguay se hicieron a cambio de adquirir viviendas prefabricadas y vaquillonas.
Los envíos de combustible a Argentina se pagan con sólo 20 por ciento de contado, mientras el restante 80 por ciento se descuenta en cuotas mensuales con respaldo de papeles de la administradora del mercado eléctrico del país austral, Cammesa.
También PDVSA se ha involucrado en proyectos para ampliar las refinerías paraguaya y uruguaya, aunque han quedado a mitad de camino, y en la construcción de una nueva en Argentina, de unos 100.000 barriles diarios de capacidad y que requeriría invertir unos 1.200 millones de dólares.
De esta última sería socia Enarsa, petrolera estatal creada para abordar negocios con PDVSA por el anterior presidente argentino Néstor Kirchner (2003-2007). Pero habrá que esperar la prueba del pragmatismo: una sociedad Enarsa-PDVSA proyectada en 2005 para poseer hasta 600 gasolineras en Argentina quedó con apenas dos y el socio local salió del negocio.
De nuevo, el gran proyecto frustrado es el gasoducto Caribe-Río de la Plata, que recorrería 8.000 kilómetros y costaría unos 25.000 millones de dólares, pero que se difuminó como un sueño ante sus riesgos económicos, ambientales, financieros, logísticos y aun políticos.
RESERVA ABIERTA
PDVSA se ha asociado con corporaciones europeas, estadounidenses y asiáticas para la búsqueda de gas libre en su nordeste, frente a la desembocadura del río Orinoco y en el Caribe sudoriental, en toda la franja que va desde Trinidad hasta las Antillas Holandesas.
Pero a la sudoriental Faja del Orinoco, que contendría más de 230.000 millones de barriles recuperables de crudos, sobre todo pesados, ha invitado no sólo a viejas y nuevas trasnacionales sino a firmas nacionales de socios en la Organización de Países Exportadores de Petróleo y de los vecinos latinoamericanos.
Así, empresas debutantes en la arena internacional, como Petroecuador, sin experiencia en la producción de petróleo, como la uruguaya Ancap, o carentes de equipos o activos petroleros, como la argentina Enarsa, han emprendido con PDVSA el trabajo de buscar volúmenes gigantescos de crudo, a gran profundidad bajo las llanuras del Orinoco.
El plan de PDVSA es que cuando ese crudo se certifique y se aborde su extracción y comercialización, las ahora débiles o pequeñas empresas petroleras de los países vecinos estén en condiciones de asociarse a los segmentos más atractivos del negocio y cuenten con reservas que respalden sus operaciones con terceros.
Y BUSCAR MÁS
Como otras petroleras, PDVSA ha recibido el encargo de buscar crudo y gas bajo las aguas cubanas del Golfo de México, y en las provincias de los extremos norte y sur de Bolivia, Pando y Tarija, donde actuará como Petroandina, una sociedad de la que tiene 40 por ciento de capital mientras el socio mayoritario es la estatal boliviana YPFB.
Con la petrolera chilena ENAP y con Petroecuador se firmó un acuerdo para la búsqueda conjunta de gas natural en el golfo de Guayaquil, sudoeste ecuatoriano.
La llama de los negocios es menos viva con países de gobiernos no afines políticamente, como los de Colombia, México y Perú. Sin embargo, con Colombia se construyó un gasoducto en la frontera norte, que lleva el fluido desde Punta Ballenas, en el Caribe colombiano, hasta instalaciones venezolanas en la costa del lago de Maracaibo.
Durante el primer semestre de 2008, América Latina y el Caribe (incluida la refinería Isla, que PDVSA opera en la isla de Curazao) fue el destino de 689.000 barriles diarios de petróleo venezolano, 31 por ciento de sus exportaciones, 11 por ciento más que en el mismo período del año anterior, según informes oficiales de PDVSA.
Tercera empresa de América Latina por sus ingresos, detrás de sus similares Pemex de México y Petrobras de Brasil, PDVSA es una de las cinco o seis mayores petroleras del mundo, según el ranking de la organización Petroleum Intelligence Weekly, que combina reservas, ingresos, activos y ganancias, entre otras variables.