Entrevistando imaginariamente a Marx sobre lo tratado en: El capítulo XXII de “El Capital” (I)

¿Cómo el capital surge del plusvalor?

Con anterioridad debimos considerar cómo el plusvalor surge del capital; ahora hemos de examinar cómo el capital surge del plusvalor. El empleo de plusvalor como capital, o la reconversión de plusvalor en capital, es lo que se denomina acumulación del capital.

Supongamos que un capital asciende a 10.000 libras esterlinas y su parte constitutiva variable a 2.000 libras esterlinas. Si la tasa del plusvalor es de 100 %, ese capital producirá en cierto período por ejemplo un año un plusvalor de 2.000 libras esterlinas. Si nuevamente se adelantan esas 2.000 libras esterlinas como capital, el capital originario habrá aumentado de 10.000 a 12.000 libras esterlinas, es decir que se habrá acumulado. Nos resulta indiferente por el momento, que el capital suplementario se haya sumado al viejo o que se haya valorizado de manera autónoma.

Una suma de valor de 2.000 libras esterlinas es una suma de valor de 2.000 libras esterlinas. No se huele ni se ve, en ese dinero, que sea plusvalor. El carácter de un valor en cuanto plusvalor muestra cómo llegó a las manos de su propietario, pero no modifica en nada la naturaleza del valor o del dinero. La transformación de las 2.000 libras esterlinas suplementarias en capital, pues, se efectúa de la misma manera que la transformación de las 10.000 libras esterlinas originarias. Las condiciones de la metamorfosis siguen siendo las mismas. Una parte de las 2.000 libras esterlinas tiene que transformarse en capital constante, la otra en capital variable; la una en los factores objetivos del proceso laboral, en material de trabajo y medios de trabajo, la otra en su factor subjetivo, en la fuerza de trabajo. El capitalista, pues, tiene que encontrar en el mercado, preexistentes, esos elementos. Así se presenta el proceso desde el punto de vista del capitalista individual que convierte la suma dineraria de 10.000 libras esterlinas en un valor mercantil de 12.000 libras esterlinas, reconvierte ese valor mercantil en dinero por el importe de 12.000 libras esterlinas y ahora, junto al valor originario de 10.000 libras esterlinas, hace que el valor suplementario de 2.000 libras esterlinas funcione también como su capital. Pero consideremos las 10.000 libras esterlinas como el capital social o como el capital global de la clase capitalista, y las 2.000 libras esterlinas como su plusvalor producido durante el año, por ejemplo! El plusvalor está corporificado en un producto suplementario o plusproducto. Una parte de ese plusproducto entra en el fondo de consumo de los capitalistas o se lo consume como rédito. Haciendo caso omiso de esa parte y asimismo del comercio internacional, que sustituye variedades locales de mercancías por extranjeras, el plusproducto se compone, en su forma natural, únicamente de medios de producción, materias primas, materias auxiliares, medios de trabajo y de los medios de subsistencia necesarios, o sea de los elementos materiales del capital constante y del variable. Estos medios, pues, no se encuentran casualmente en el mercado, sino que ya son modos de existencia previos del propio plusvalor producido. En lo que respecta, empero, al trabajo suplementario requerido, hasta cierto punto es posible ocupar más plenamente las fuerzas de trabajo que ya están en funcionamiento, emplearlas en un grado mayor de extensión o intensidad. Por otra parte, el proceso capitalista de producción ya ha proporcionado, junto a los elementos materiales del capital suplementario, también fuerzas de trabajo adicionales. Ocurre, en efecto, que la clase obrera sale del proceso tal como ingresó al mismo, por lo cual es necesario que sus niños de diversas edades, cuya existencia es asegurada por el salario medio, entren constantemente junto a ella al mercado de trabajo. Examinándola concretamente, pues, la acumulación es el proceso de reproducción capitalista en escala ampliada.

Al plusvalor de 2.000 libras esterlinas transformado en capital suplementario denominémoslo pluscapital nº 1. Para simplificar, supongamos que su división en componentes constante y variable siga siendo la misma que en el caso del capital originario, y que otro tanto ocurra con la tasa del plusvalor 100 %; ya conocemos, además, el método por el cual este capital de 2.000 libras esterlinas produce un plusvalor de 400 libras esterlinas. Este plusvalor se transformará a su vez en capital. Obtenemos, de esta suerte, el pluscapital nº 2, de 400 libras esterlinas, y así sucesivamente.

Ahora bien, ¿qué se ha modificado? Las 10.000 libras esterlinas transformadas originariamente en capital, eran propiedad de su poseedor, quien las lanzó al mercado de mercancías y al de trabajo. ¿De dónde las había obtenido? No lo sabemos. La ley del intercambio de mercancías, según la cual por término medio se intercambian equivalentes y cada uno sólo compra mercancía con mercancía, favorece la suposición de que las 10.000 libras esterlinas son la forma dineraria de sus propios productos y por consiguiente de su propio trabajo, o del trabajo de personas a las que representa legítimamente.

Conocemos exactamente, en cambio, el proceso por el que se genera el pluscapital nº 1. Es la forma transfigurada de plusvalor, y por tanto de plustrabajo, de trabajo ajeno impago. No hay en él un solo átomo de valor por el cual su poseedor haya pagado un equivalente. Sin duda el capitalista, así como antes compraba fuerza de trabajo con una parte del capital originario, ahora reitera esa compra con una parte del pluscapital, y nuevamente extrae plustrabajo de la fuerza de trabajo y, por ende, produce de nuevo plusvalor. Pero ahora compra al obrero con el producto o valor de productos propio de éste y del que lo ha despojado antes sin equivalente, así como lo ocupa con medios de producción que son in natura, o por su valor, producto que se le ha confiscado al obrero, sin equivalente. Nada cambia en la naturaleza de las cosas el hecho de que los mismos obreros individuales que han producido el pluscapital sean empleados con éste, o que con el trabajo impago, transformado en dinero, del obrero A se ocupe al obrero B. Esto no hace más que modificar la manifestación, sin embellecerla. Como la relación entre el capitalista individual y el obrero individual es la que existe entre poseedores de mercancías que no dependen el uno del otro y de los cuales el primero compra fuerza de trabajo, el segundo la vende, su vinculación es casual. Puede ocurrir que el capitalista transforme el pluscapital en una máquina que arroje a la calle a los productores de dicho pluscapital y los reemplace por un par de niños.

En el pluscapital nº 1 todos los componentes son producto de trabajo ajeno impago, plusvalor capitalizado. Se desvanece la apariencia de la primera presentación del proceso de producción o del primer acto de la formación del capital, cuando parecía, en realidad, como si el capitalista arrojara a la circulación, de su propio fondo, cualesquiera valores. En un primer momento, la magia invisible del proceso desvía del obrero el plusproducto, haciéndolo pasar de su polo al polo opuesto, ocupado por el capitalista. Luego el capitalista transforma esa riqueza, que para él es una creación de la nada, en capital, en medio para emplear, dominar y explotar fuerza de trabajo suplementaria.

Originariamente, el proceso capitalista de producción se limitaba a transformar en capital, y por tanto en fuente de plusvalor, una suma de valor que pertenecía no sabemos por qué motivos al poseedor de dinero. Esa suma de valor experimenta una modificación, pero ella misma no es el resultado del proceso, sino más bien su presupuesto, independiente del mismo. En el proceso de reproducción simple, o proceso de producción continua, hay una parte del producto del obrero que siempre se le enfrenta de nuevo como capital variable, pero si su producto asume siempre de nuevo esa forma es porque el obrero, desde un principio, vendió su fuerza de trabajo por el dinero del capitalista. Por último, en el curso de la reproducción todo el valor de capital adelantado se transforma en plusvalor capitalizado, pero esta transformación misma supone que el fondo haya surgido, originariamente, de los medios propios del capitalista. Las cosas suceden de otra manera en el proceso de acumulación o proceso de reproducción en escala ampliada. El dinero mismo o, hablando materialmente, los medios de producción y de subsistencia, esto es, la sustancia del nuevo capital, es el producto del proceso que succiona trabajo ajeno impago. El capital ha producido capital.

Una suma de valor de 10.000 libras esterlinas, perteneciente al capitalista, constituía el supuesto para la formación del pluscapital nº 1, de 2.000 libras esterlinas. El supuesto del pluscapital nº 2 de 400 libras esterlinas, no es otra cosa que la existencia del pluscapital nº 1. La propiedad de trabajo pretérito impago se manifiesta ahora como la única condición en que se funda la apropiación actual de trabajo vivo impago, en escala siempre creciente.

En la medida en que el plusvalor del que se compone el pluscapital nº 1 es el resultado de la compra de la fuerza de trabajo por medio de una parte del capital originario, compra que se ajusta a las leyes del intercambio mercantil y que, desde el punto de vista jurídico, no presupone otra cosa que la libre disposición por parte del obrero sobre sus propias capacidades, y por parte del poseedor de dinero o de mercancías la libre disposición de los valores que le pertenecen ; en la medida en que el pluscapital nº 2, etc., es el mero resultado del pluscapital nº 1, y por tanto consecuencia de esa primera relación; en cuanto cada transacción singular se ajusta continuamente a la ley del intercambio mercantil, y el capitalista compra siempre la fuerza de trabajo y el obrero siempre la vende supuestamente a su valor efectivo, es evidente que la ley de la apropiación o ley de la propiedad privada, ley que se funda en la producción y circulación de mercancías, se trastrueca, obedeciendo a su dialéctica propia, interna e inevitable, en su contrario directo. El intercambio de equivalentes, que aparecía como la operación originaria, se falsea a tal punto que los intercambios ahora sólo se efectúan en apariencia, puesto que, en primer término, la misma parte de capital intercambiada por fuerza de trabajo es sólo una parte del producto de trabajo ajeno apropiado sin equivalente, y en segundo lugar su productor, el obrero, no sólo tiene que reintegrarla, sino que reintegrarla con un nuevo excedente. La relación de intercambio entre el capitalista y el obrero, pues, se convierte en nada más que una apariencia correspondiente al proceso de circulación, en una mera forma que es extraña al contenido mismo y que no hace más que mistificarlo. La compra y venta constantes de la fuerza de trabajo es la forma. El contenido consiste en que el capitalista cambia sin cesar una parte del trabajo ajeno ya objetivado, del que se apropia constantemente sin equivalente, por una cantidad cada vez mayor de trabajo vivo ajeno. Originariamente, el derecho de propiedad aparecía ante nosotros como si estuviera fundado en el trabajo propio. Por lo menos habíamos tenido que admitir esta suposición, ya que sólo se enfrentaban poseedores de mercancías igualados ante el derecho, el medio para la apropiación de la mercancía ajena era solamente la enajenación de la mercancía propia, y ésta sólo podía producirse por el trabajo propio. La propiedad aparece ahora, de parte del capitalista, como el derecho a apropiarse de trabajo ajeno impago o de su producto; de parte del obrero, como la imposibilidad de apropiarse de su propio producto. La escisión entre propiedad y trabajo se convierte en la consecuencia necesaria de una ley que aparentemente partía de la identidad de ambos. Admírese, pues, la astucia de Proudhon, que quiere abolir la propiedad capitalista contraponiéndole...las leyes eternas de propiedad correspondientes a la producción de mercancías! Veíamos que, incluso en el caso de la reproducción simple, todo capital adelantado, cualquiera que fuese la manera en que originariamente se lo hubiera adquirido, se transformaba en capital acumulado o plusvalor capitalizado. Pero en el fluir de la producción, todo capital adelantado originariamente deviene, en general, una magnitud evanescente en el sentido matemático, comparada con el capital acumulado directamente, esto es, con el plusvalor o plusproducto reconvertido en capital, ya funcione ahora en las manos que lo acumularon o en manos extrañas. De ahí que la economía política, en general, presente al capital como "riqueza acumulada" (plusvalor o rédito transformado) "que se emplea de nuevo para la producción de plusvalor", o al capitalista, asimismo, como "poseedor del plusproducto. El mismo modo de contemplar las cosas posee otra forma de expresión: que todo el capital existente es interés acumulado o capitalizado, ya que el interés es meramente una fracción del plusvalor.


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Nicolás Urdaneta Núñez


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