León Trotsky: La imaginación (revolucionaria) al poder

Lo que es vigente… es vigente.

“De todos los grandes pensadores marxistas, Trotsky fue el que mostró un interés más vivo por el arte, incluido el arte moderno. Sus obras sobre el tema incluyen Cultura y socialismo, Arte y revolución, y sobre todo su libro Literatura y Revolución. Todas estas obras fueron escritas después de la revolución, aunque sus escritos sobre arte y literatura se remontan a mucho antes…” Alan Woods

Imaginación (revolucionaria) al poder, poder a la imaginación (revolucionaria)

Mientras el Capitalismo ve perecer muchas de sus grandes verdades de clase, (es decir algunos de sus “logros”, mayores y no pocos de sus “símbolos” más preciados); ascienden triunfantes los “signos” nuevos de la lucha proletaria que gana batallas y espacios concretos en la realidad y en los imaginarios mundiales. Pero no se trata de triunfos fáciles, la refriega es fenomenal. También la burguesía invierte millonadas en imaginación alienante.

Pese a eso, no es milagro ni casualidad la bancarrota galopante de la “confianza” en el capitalismo y en sus emblemas bancarios, “institucionales”, “morales” o publicitarios más logrados. No es “arte de magia” el logro proletario que ha desnudado al capitalismo hasta dejar a la vista las entrañas de la bestia destructora más perniciosa en la historia del planeta, bestia criminal productora de miseria y barbarie. Y la imaginación revolucionaria ha tenido un papel sobresaliente en la lucha simbólica. Trostky es un puntal en esa batalla.

“Cuando se habla de arte revolucionario, se piensa en dos tipos de fenómenos artísticos: obras cuyos temas reflejan la revolución y obras que sin estar vinculadas a la revolución por el tema, están profundamente imbuidas, coloreadas por la nueva conciencia que surge de la revolución”. León Trotsky

Independencia del arte no significa indiferencia frente a la barbarie capitalista.

Trotsky vio que en estas horas de lucha, también ideológica y de transición simbólica revolucionaria, es imprescindible toda contribución a la producción creativa en el plano artístico y científico. Y una característica esencial de tal contribución debe ser la “libertad”, la “independencia relativa” con que los creadores viven, desde su ser individual y colectivo, el proceso revolucionario mundial. No someter la producción creadora a ninguna regla alienante. Independencia relativa para elegir temas y formas sin restricción a la imaginación ni imposición de consignas sectarias, burocráticas o mercantiles.

Pero no usar tal “independencia relativa” como escudo para aislarse de las necesidades concretas en las luchas concretas. Independencia no implica indiferencia. Pero el camino recién comienza en muchas áreas y las urgencias en materia de producción creadora son inmensas.

“Aún no existe arte revolucionario. Existen elementos de ese arte, signos, tentativas. Ante todo, está el hombre revolucionario a punto de formar la nueva generación a su imagen, el hombre revolucionario que siente cada vez más necesidad de ese arte. ¿Cuánto tiempo se necesitará para que ese arte se manifieste de forma decisiva? Es difícil incluso adivinarlo; se trata de un proceso imponderable y nos vemos obligados a limitar nuestras suposiciones incluso cuando se trata de determinar los lazos de los procesos sociales materiales. Pero ¿por qué no habría de surgir pronto la primera gran ola de este arte, el arte de la joven generación nacida en la revolución y a la que la revolución impulsa?” León Trotsky

No hemos visto, aun, las mejores expresiones revolucionarias.

Esta revolución mundial que se incuba a estas horas en las luchas proletarias, minuto a minuto, madura ideas y formas nunca vistas, expresiones inéditas, lenguajes nuevos. Acaso muchos seamos todavía insensibles o analfabetos ante semejantes lenguajes emergentes. Las fotos, películas, cuadros, noticieros… que muestran de las masas aporreadas por militares o policías, no son una “obra de arte” burgués que significa derrota del pueblo, significa que, no pocas veces, la burguesía armada con tecnología manipula las imágenes para hacerse pasar por “triunfadora” cuando en realidad todo acto de represión evidencia que el capitalismo entra en pánico y recurre a sus demonios nazi-fascistas.

El arte burgués ha entrado en una fase destructora y se somete los designios de los peores valores estéticos de clase cuyo fin radica en amedrentar, aterrorizar, debilitar y fragmentar a los pueblos. El arte burgués ha entrado en una fase de destrucción, material y semiótica, victimado por el individualismo mercenario donde sólo tiene “valor” el “valor de mercado” que necesita esconder muertos y capitales acumulados delictivamente, como casi todo en el capitalismo. Arte para lavar dólares y para lavar muertos, por ejemplo.

La producción simbólica burguesa y sus formas de expresión y “arte” domesticadas con limosnas mass media, han entrado en una fase de destrucción donde sólo vale el imaginario solipsista de los nihilismos más atomizantes. Sólo vale el reino de la “subjetividad” que niega lo colectivo para deificar la abstracción decorativista al alcance del burgués “culto”. Se trata de una producción simbólica que narra la agonía del capitalismo y se adelanta a elaborar su duelo para venderlo a precio de “oro” en los torneos nostálgicos de las funerarias ideológicas burguesas.

Trotsky lo vio bien claro y llamó a una organización internacional de artistas revolucionarios.(FIARI) Llamó a un frente mundial de creadores capaces de hacer ver el brillo mismo de la belleza convulsiva gracias a una sensibilidad preñada con futuro y en espera certera de la mejor de la especie humana reflejada en su mejor arte y su mejor cultura. Eso es su mérito.

“Todas las emociones que nosotros, revolucionarios de hoy, dudamos en llamar por sus nombres -hasta tal punto han sido vulgarizadas y envilecidas-, la amistad desinteresada, el amor al prójimo, la simpatía, resonarán en acordes potentes en la poesía socialista “. León Trotsky

Está en pie la convocatoria.

Bajo el capitalismo es imposible acabar seriamente con los problemas del arte, de la creatividad ni de la humanidad en general. Tomemos el derecho, y la obligación acaso, de llevar adelante, tanto en literatura como en arte, en ciencia, en educación, en agricultura y en carpintería… la investigación de nuevos medios de expresión, como derecho de la humanidad de continuar profundizando el problema humano de la libertad y renunciar a juzgar la calidad de una obra por la actual vastedad de su público.

Opongámonos a cualquier tentativa de limitación del campo de observación y de acción que la humanidad aspire a crear intelectualmente para atender sus necesidades cambiantes. Logremos un acuerdo sobre las condiciones que, desde un punto de vista revolucionario poético faculte al arte, a la ciencia… a la poesía toda, a participar en la lucha emancipadora, permaneciendo enteramente libres, en su dominio específico. Sin que libertad implique indiferencia, sin que libertad suponga falta de solidaridad con la lucha obrera y campesina.

Acordemos luchar contra quienes consienten que el arte, la ciencia y el pensamiento todo, sean sometidos a disciplinas incompatibles con sus medios, ratifiquemos nuestra voluntad deliberada de atenernos a la fórmula: toda la libertad en arte.

Insistamos: no sabemos cómo debe ser el futuro, menos en materia de cómo debe ser el “arte” o la expresión en el futuro no lejano, al menos sepamos cómo no deben ser.

“Igual de difícil es predecir cuáles serán los límites del dominio de sí susceptible de ser alcanzado, como de prever hasta dónde podrá desarrollarse la maestría técnica del hombre sobre la naturaleza. El espíritu de construcción social y la autoeducación psicológica se convertirán en aspectos gemelos de un solo proceso. Todas las artes -la literatura, el teatro, la pintura, la escultura, la música y la arquitectura- darán a este proceso una forma sublime. 0 más exactamente, la forma que revestirá el proceso de edificación cultural y de autoeducación del hombre comunista desarrollará hasta el grado más alto los elementos vivos del arte contemporáneo. El hombre se hará incomparablemente más fuerte, más sabio y más sutil. Su cuerpo será más armonioso, sus movimientos más rítmicos, su voz más melodioso. Las formas de su existencia adquirirán una cualidad dinámicamente dramática. El hombre medio alcanzará la talla de un Aristóteles, de un Goethe, de un Marx. Y por encima de estas alturas, nuevas cimas se elevarán”. León Trotsky

Es vital unirnos en una Corriente Mundial de la Comunicación revolucionaria para ganar, no para que nos ganen. Corriente para hacer la revolución obrera y campesina, no para ilustrarla ni usufructuarla. Corriente para la unidad no para la uniformidad, porque es posible, para lo inmediato y lo mediato. Para lo de hoy y lo de siempre. Por lo legal y por lo legítimo. Por la esperanza y por la panza. Por la dignidad y por la espontaneidad. Por el humor y por el amor. Por el salario y por el ideario.

Trotsky intervino en la convocatoria de la FIARI porque la emancipación de la humanidad sólo se puede conseguir por medios revolucionarios y el arte bien puede ser uno de esos medios. Esa convocatoria no la borró el piolet.

Publicado el Agosto 30, 2010 por colarebo


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Fernando Buen Abad Domínguez / Colarebo Digital

Doctor en Filosofía.

 @FBuenAbad

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