¿Control obrero o espejismo revolucionario?

Interesante, por demás, el debate iniciado por los camaradas Toby Valderrama (o Antonio Aponte) y Gonzalo Gómez Freire, sobre un punto cardinal de este período de transición que el pueblo venezolano ha decidido impulsar, a fin de alcanzar el nuevo modelo societario que nos ha propuesto el Camarada Presidente, Hugo Chávez, más humano, más solidario, más igualitario, el Socialismo. El argumento central del Camarada Toby precisa que: “el control obrero, tal como está planteado en Venezuela, es un espejismo de la emancipación proletaria…es imposible que los obreros se liberen de la explotación de forma aislada, fragmentada, la liberación social es o no es…dentro del sistema capitalista, una fábrica, aún bajo control obrero, debe funcionar de acuerdo a las reglas del capitalismo… debe explotar, y los obreros seguirán vendiendo su fuerza de trabajo como mercancía, de esto no hay escapatoria…sin control de la clase obrera no hay socialismo”.

El Camarada Gonzalo refuta los argumentos expresados por Toby, en los siguientes términos: “Pareciera que se cree que un día vamos a llegar al socialismo de un salto y por decreto y entonces la clase trabajadora en su conjunto va a ejercer su control, pero que mientras tanto no podemos pretender controlar las empresas porque eso es fragmentario y supuestamente “separa a los obreros de su papel histórico” o los “confina al egoísmo” para enfrentarlos finalmente al Estado. ¡Al Estado burgués, Valderrama! Y para que no termine enfrentándose con el Gobierno, éste tendrá que obrerizarse y desburocratizarse. La clase trabajadora deberá, además de ejercer el control obrero en toda la economía, establecer organismos que también le permitan hacerse de la conducción del Estado, para que deje de ser Estado burgués y se convierta en un Estado obrero y popular…”

En ambos se aprecia algo de razón, es evidente como afirma el Camarada Toby que el control obrero, como experiencia de clase, dentro de un contexto capitalista, per se, no va a liberar a los trabajadores/trabajadoras de la explotación, eso es correcto; también lo es, como afirma el Camarada Gonzalo, que esta experiencias de control obrero permiten a la clase trabajadora adquirir experiencias sobre la conducción de las fábricas y, más allá, de la conducción del Estado. León Trotsky, quien profundizó sobre el tema nos da luces al respecto: “¿podemos presentar el control obrero de la producción como un régimen estable, por supuesto que no eterno, pero de una duración bastante larga? Para contestar a esta pregunta es preciso determinar más claramente la naturaleza de clase de este régimen. El control se encuentra en manos de los trabajadores. Esto significa que la propiedad y el derecho a enajenarla continúan en manos de los capitalistas. Por lo tanto, el régimen tiene un carácter contradictorio, constituyéndose una especie de interregno económico. Los obreros no necesitan el control para fines platónicos, sino para ejercer una influencia práctica sobre la producción y sobre las operaciones comerciales de los patronos. Sin embargo, esto no se podrá alcanzar a menos que el control, de una forma u otra, dentro de ciertos límites, se transforme en gestión directa. En forma desarrollada, el control implica, por consiguiente, una especie de poder económico dual en las fábricas, la banca, las empresas comerciales, etc…” (León Trotsky, El Control Obrero de la Producción, 1931).

Como bien lo precisa el Camarada Trotsky, el control obrero es ejecutado por los trabajadores/trabajadoras sobre la propiedad que continua en manos de los capitalistas, estableciéndose una dualidad de poderes; en nuestro caso, en nuestra transición, el Estado, propietario de las fábricas en que se ejecutan las experiencias de control obrero, es un Estado burgués, que hemos heredado de la cuarta república y, aún, la sobrevive. Y peor aún, el contexto económico en que desarrollan esas experiencias es el capitalista. Con razón Trotsky señala en el texto: “esto no se podrá alcanzar a menos que el control, de una forma u otra, dentro de ciertos límites, se transforme en gestión directa…”, y que sería la gestión directa sino el Socialismo, la autogestión de los trabajadores/trabajadoras. En conclusión, estimamos, que nuestros predecesores revolucionarios (los trabajadores/trabajadoras rusas), produjeron el control obrero como medida a ser implementada en el capitalismo, no en el Socialismo!!!

Trotsky, nos aclara esta duda, acertadamente: “¿Qué régimen estatal corresponde al control obrero de la producción? Es obvio que el poder no está todavía en manos de los trabajadores, pues de otro modo no tendríamos el control obrero de la producción, sino el control de la producción por el estado obrero como introducción a un régimen de producción estatal basado en la nacionalización. De lo que estamos hablando es del control obrero bajo el régimen capitalista, bajo el poder de la burguesía…El control obrero, en consecuencia, solamente puede ser logrado en las condiciones de un cambio brusco en la correlación de fuerzas desfavorable a la burguesía por la fuerza, por un proletariado que va camino de arrancarle el poder, y por tanto también la propiedad de los medios de producción. Así pues, el régimen de control obrero, un régimen provisional y transitorio por su misma esencia, sólo puede corresponder al período de las convulsiones del Estado burgués, de la ofensiva proletaria y el retroceso de la burguesía, es decir, al período de la revolución proletaria en el sentido más completo del término…” (León Trotsky, El Control Obrero de la Producción, 1931). Hoy, quién se atrevería afirmar que el poder está en manos de los trabajadores/trabajadoras, por más que nuestro Camarada Presidente afirme que este es un gobierno obrerista, cuánto cuesta a los trabajadores/trabajadoras hacer cumplir sus reivindicaciones, negadas por una tecnoburocracia que se comporta tan rapaz como la burguesía; por lo demás, hay un denso sector de la economía bajo control directo de la burguesía que pugna por mantener la hegemonía del capital sobre el trabajo, muchos de los cuales se han enquistado al proceso revolucionario.

La experiencia rusa nos da suficiente luces para comprender la naturaleza del control obrero, recuérdese cómo surgen los consejos de fábrica y el control obrero; los cuales, fueron el resultado de la propia lucha de clases. El control obrero, realmente, comenzó como una lucha decisiva contra el sabotaje de la burguesía. Muchas fábricas habían cerrado y se produjo un cierre patronal. Los trabajadores/trabajadoras, en muchos casos, defendiendo sus empleos y la revolución, ocuparon las fábricas. Después de la victoria de la Revolución de Octubre, el gobierno soviético aprobó un decreto sobre el control obrero basado en un borrador de Lenin. El decreto, reconocía los comités de fábrica como el órgano de control en cada empresa individual, e intentaba reconocerlos a nivel regional, y en un Consejo de Control Obrero de Toda Rusia. Los bolcheviques, conscientes de la imposibilidad de que la atrasada Rusia pasara inmediatamente al Socialismo, conscientes de la inexperiencia de los trabajadores en la administración de las empresas, querían crear un régimen de control obrero hasta que llegara ayuda a la revolución desde occidente, fundamentalmente Alemania, con su clase obrera fuerte y altamente cualificada.

El proyecto de decreto elaborado por Lenin contemplaba:

1. Queda establecido el control obrero sobre la producción, conservación y compraventa de todos los productos y materias primas en todas las empresas industriales, comerciales, bancarias, agrícolas, etc., que cuenten con cinco obreros y empleados (en conjunto), por lo menos, o cuyo giro anual no sea inferior a 10.000 rublos.

2. Ejercerán el control obrero todos los obreros y empleados de la empresa, ya directamente, si la empresa es tan pequeña que lo hace posible, ya por medio de sus representantes, cuya elección tendrá lugar inmediatamente en asambleas generales, debiendo levantarse actas de la elección y ser comunicados los nombres de los elegidos al gobierno y a los Soviets locales de diputados obreros, y campesinos.

3. Queda absolutamente prohibida la interrupción del trabajo de una empresa o industria de importancia nacional (véase § 7), así como la modificación de su funcionamiento, sin autorización de los representantes elegidos por los obreros y empleados.

4. Todos los libros de contabilidad y documentos, sin excepción, así como todos los almacenes y depósitos de materiales, herramientas y productos, sin excepción alguna, deben estar abiertos a los representantes elegidos por los obreros y empleados.

5. Las decisiones de los representantes elegidos por los obreros y empleados son obligatorias para los propietarios de las empresas y no pueden ser anuladas más que por los sindicatos y sus congresos.

6. En todas las empresas de importancia nacional, todos los propietarios y todos los representantes elegidos por los obreros y empleados para ejercer el control obrero responden ante el Estado del riguroso mantenimiento del orden, de la disciplina y de la protección de los bienes. Los culpables de incuria, de ocultación de stocks, balances, etc., serán castigados con la confiscación de todos sus bienes y con penas de reclusión que pueden llegar a cinco anos.

7. Se declaran empresas de importancia nacional todas las que trabajan para la defensa o están relacionadas de algún modo con la producción de artículos necesarios para la subsistencia de las masas de la población.

8. Los Soviets locales de diputados obreros, las conferencias de comités de fábrica y las de comités de empleados dictarán, en asambleas generales de sus representantes, reglas más detalladas de control obrero.

Así, en la Rusia revolucionaria, la organización de los trabajadores/trabajadoras en soviets o consejos obreros/obreras, precede al control obrero y a las nacionalizaciones; en contraposición, en nuestra Revolución Bolivariana, el control obrero precede a las nacionalizaciones y a la organización en consejos de trabajadores/trabajadoras, en el caso de las empresas privadas, capitalistas. Mientras que las empresas de producción social, nacionalizadas, se da el caso, que la organización en consejos de trabajadores/trabajadoras precede al control obrero, avanzando más en concordancia con la experiencia soviética. Este último, empresas nacionalizadas, ha permitido que las experiencias de control obrero sean, incluso, mejor pensadas, planificadas sería la palabra acertada, como ocurre en las Empresas Básicas de Guayana.

“EL SOCIALISMO ES UN OBJETIVO DE LA HUMANIDAD QUE SE ALCANZA CONSCIENTEMENTE…”, en esta fórmula de Ernesto Guevara, se sintetiza la tradición marxista revolucionaria. En efecto, nuestros predecesores revolucionarios nunca concibieron el Socialismo como un objetivo aplicable por partidos o vanguardias debidamente comisionados por trabajadores/trabajadoras pasivas, NO, sino como la obra consciente de los trabajadores/trabajadoras en lucha por el logro de tal objetivo. Para construir el Socialismo, los trabajadores/trabajadoras deberán luchar en tres frentes, a saber: la construcción de una economía basada en la satisfacción de las necesidades humanas (el camarada Toby las llama: Zonas Socialistas); la transformación del hombre y la mujer, y la creación del hombre y la mujer nuevos. Estos tres frente de lucha son indisociables, ninguno puede avanzar sin el otro. Así como el hombre o la mujer nueva, solamente se desarrollarán en la sociedad nueva, el Socialismo; del mismo modo, no habrá democracia política sin derecho a examinar los objetivos fundamentales de la nueva economía, ni economía basada en la satisfacción de las necesidades humanas, mientras los trabajadores/trabajadoras no estén presentes en las unidades de producción definiéndolos y controlando su buena marcha.

Así, pues, la construcción del Socialismo no es una obra apacible como la de un “jubilado” que espera los quince y último su pensión de sobrevivencia, sino un combate bien difícil, como la del trabajador/trabajadora activa que debe madrugar, para enfrentar los rigores del tránsito hasta llegar a su unidad de producción y fajarse 8 horas, bien intensas, culminar su jornada de trabajo para repetir su enfrentamiento con la rigurosidad del tránsito y arribar a su hogar, para (si se trata de una camarada mujer), comenzar con una nueva faena, los hijos/hijas, su segundo trabajo: el hogar familiar.

El control obrero se enmarca, pues, en ese proceso de aprendizaje tan fundamental para los trabajadores/trabajadoras, en su formación como hombre y mujeres de la sociedad del futuro de la humanidad, pero como todo, no se es ingeniero sino se pasa por una escuela básica, luego una secundaria hasta arribar, finalmente, a la Facultad de ingeniería. En efecto, el Socialismo no puede suceder inmediatamente al capitalismo. No “se pasa” al Socialismo; los trabajadores/trabajadoras tienen que construirlo a través de una larga batalla, “inventamos o erramos” como diría Simón Rodríguez…


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Henry Escalante


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