Proceder de avestruz y Gato Pardo, nos perdería

Don Fabricio, conde de Salinas, en el “Gato Pardo”, novela del también conde Giuseppi de Lampedusa, hizo famosa la expresión “cambiar para que nada cambie”. Como miembro de la oligarquía feudal, ante el avance de fuerzas de Garibaldi, partidarias del cambio radical y el empuje de clases nuevas, aprovecha el oportunismo de su sobrino Tancredi, joven sin fortuna material, infiltrado en las fuerzas revolucionarias, para maniobrar en su entorno y ambos sacar provecho a la situación. Pero entiende, que para ello debe adoptar unos cambios insustanciales que le acerquen a la clase emergente, como admitir que su sobrino se case con una joven salida de aquella. Por ello da nacimiento a la expresión vuelta icono del oportunismo, del cambio formal que momifique lo existente.

Por esto, ahora cuando los acontecimientos demandan más cambios y audacia, revisión profunda de lo hecho, existente y procedimientos presuntamente ya anacrónicos, no se puede proceder conforme al formalismo y superficialidad del conde de Salinas, si se intenta sustituir el sistema. Como no se debe, aunque el método parezca elegante, discreto y pertinente, que evalúen quienes deben ser evaluados. Se corre el riesgo de no ver porque estamos afectados por nuestros intereses y percepciones, los mismos que nos guiaron al accionar. Hay que apelar a eso que la propia burocracia llama contraloría externa y porque dos ojos ven más que uno.

Cuando decimos esto, estamos lo suficientemente claros como para afirmar que, dirigentes o funcionarios locales o regionales, no tienen la suficiente responsabilidad de lo sucedido, como para apuntar directa y únicamente hacia ellos. Pero hay casos, donde la responsabilidad parece obvia aunque no estén definidos, por ahora, pese a que se digan muchas cosas, que puedan parecer resultados de sentimientos o apreciaciones muy subjetivas, los motivos o causas que condujeron a resultados no esperados.

La concepción de partido que ha prevalecido en el Psuv, no es propia ni original de una entidad en particular. Tiene carácter nacional. Lo mismo que la dinámica o práctica impuesta en la relación partido gobierno. De manera que no habría cambio alguno, si las bases, dirigentes medios y hasta nacionales, no perciben el asunto de esa manera, le focalizan y optan por buscar la solución en donde no emana.

Porque lo evaluable, ahora la demandan los hechos, no está referido a una sola cosa, a un determinado ámbito o nivel, sino a la totalidad. No se trata de identificar culpables o causas de antemano definidas, como para saciar un apetito, sino abrir caminos, orientar el rumbo y construir los instrumentos adecuados.

Podríamos por ejemplo, para citar un asunto que poco se refieren los analistas, indagar sobre el manejo de nuestra política de aliados. ¿No habrá allí nada que revisar? ¿La hemos manejado de la mejor manera? ¿No ha habido atisbos de sectarismo, inflexibilidad, algo por corregir? En veces uno escucha o lee a sectores aliados, que lo han sido hasta la pared de enfrente, como el PCV, reclamar participación en cuestiones puntuales, se les tome en cuenta sus opiniones a la hora del diseño de políticas. ¿Se les presta la atención adecuada?

Una vez determinados los males y sus orìgenes, corresponde actuar contrario al avestruz y a lo que insistentemente decía Don Fabricio.

Se trata de cambiar incesantemente porque así se expresa el movimiento y transcurre la vida. Eso envuelve a todos.

Hay dos cosas que deben quedar claras. Una, que las bases, los pueblos, nunca son culpables ni responsables de sus derrotas; achacarles nuestras fallas es más que infantil. Dos, los adversarios menos, están allí, sólo para eso, usar nuestros errores para derrotarnos. Es su obligación.

Si el electorado no atendió nuestro llamado como se esperaba, algo funcionó mal. Si nuestra gestión nos parece excelente, puede que así no lo haya percibido el votante. Entonces algo anduvo mal. Es probable que los mecanismos que deben vincularnos al todo no estén a la altura de las circunstancias. En fin de cuentas, se trata de diagnosticar adecuadamente, de arriba abajo y sobre todo a la inversa. No podemos quedarnos guindando, menos conformarnos con señalar culpables, exculparnos, exculpar mecánicamente para ganar indulgencias, protegernos y satisfacernos individualmente.

Cambiamos, inventamos o erramos.

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Eligio Damas

Militante de la izquierda de toda la vida. Nunca ha sido candidato a nada y menos ser llevado a tribunal alguno. Libre para opinar, sin tapaojos ni ataduras. Maestro de escuela de los de abajo.

 damas.eligio@gmail.com      @elidamas

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