Aristóbulo de fogón en fogón

¡Eran tantos los conejos que asaba!

Siempre hemos aceptado como sensato aquello de la culpa no es del ciego sino de quien le da el garrote.

            El compatriota AristóbuloUstúriz, con todo el respeto que merece, particularmente para quien antes le ha apoyado, es en el fondo muy ingenuo, aunque ni siquiera lo sospeche, o se sobra estima demasiado. Quizás alguien que encuentre que se trata de lo mismo. No le concibo que, de manera racional, deliberada, trate de acaparar, porque  bien sabe, pues es inteligente, lo que no le quitaría lo de ingenuo, no puede apretar lo suficiente aunque intente.

            Dicho lo anterior, también cabe pensar más o menos igual, lo que implica admitir que hay una pequeñísima variante, sobre quienes tuvieron la osadía  o imprudencia de nombrarle jefe nacional de campaña, siendo vicepresidente del partido en oriente y aceptarle se lanzase de candidato por un circuito de Caracas, más sin haber evaluado la tarea cumplida. A primera vista, parecen demasiados y dispersos fogones para ser atendidos equilibradamente por un solo fogonero y cocinero.

            La condición de candidato ya le limitaba y creaba tentaciones para centrar su esfuerzo, un poco por aquello de lo mío mío o agarrando aunque sea fallo, aunado a la enorme vocación citadina del veterano maestro. 

            Por allí he leído ya, aunque someramente, que contra él se dirigen los dardos por lo sucedido en los estados orientales donde como se ha dicho, es vice del partido. Lo curioso es que algunos de esos que le culpan lucen conformes con los resultados nacionales, olvidando que como también se dijo, el ex ministro fue jefe de campaña nacional. Olvidan aquello de pavo y pava.

             Es absurdo creer que el de Curiepe se haya auto asignado tantas responsabilidades; aunque en verdad, le criticábamos que siendo responsable del Psuv en oriente, tiempo atrás, pudiese estar todos los días en programas televisivos producidos en Caracas. La experiencia nos permite asegurar que tal cosa no es posible, como no lo es ser ministro de Chávez y jefe del partido en parte alguna. O para decirlo mejor, se puede ostentar al mismo tiempo tales cargos, pero ni de vaina ejercerlos de manera eficiente. Por lo menos uno de los dos conejos se le quema, pues es demasiado el tiempo y atención que demandan esos enormes candeleros. Si hubiese un tipo así, valiese mucho en el mercado y, es poco probable que fuese revolucionario, porque esta condición es propia de humanos. A esos carazos, como Rambo, les hace el cine gringo.

            No hay duda que quienes nombraron a  Aristóbulo jefe de campaña nacional, candidato a diputado por una jurisdicción caraqueña y encargado de  dirigir al partido en tres estados orientales, son más responsables que él.

            Culparle exclusivamente por eso, parece más que injusto. Sobre todo sabiendo que se trata de una práctica viciosa que mucha gente ha criticado y la que en el caso del Psuv  parece una pandemia.

            Si vamos a condenar, pretender destruir o lanzar al ostracismo a Istúriz, porque aceptó –ese fue su error - encargarse de atizar, preservar demasiados fogones y asar tantos conejos al mismo tiempo, aquí no quedaría títere con gorra.

             Entendamos de una vez, sin intentar exculpar innecesariamente culpando a otros, con lo que en nada se favorece al proceso que lidera Chávez, que el proyecto de partido, incluso el que está en los estatutos y peor el que se aplica, no se corresponde con el discurso relativo a la construcción del Socialismo del Siglo XXI.

       Si hablamos de empoderar al pueblo, entonces el partido no puede ser una claque o cogollo burocrático, donde unos pocos funcionarios tienen más puestos que un autobús, mientras la multitud que debe militar, participar y protagonizar anda a la deriva y quienes fungen de militantes, lo que es una categoría muy alta, lo son espasmódicamente y para cumplir tareas de manera alienada. Un partido revolucionario no se construye con incondicionales y dispuestos a apoyarnos para todo y ante todo, salga sapo o salga rana, siempre votar por alguien aunque en nada les guste sino por atender una orden o solidaridad con el proyecto; se forma con críticos, preguntones e inconformes, dispuestos a buscarle las cuatro patas al gato. Es incómodo, pero forma parte del pacto revolucionario, y no hay otra manera de hacerlo.

             No ayudamos a resolver el dilema en el que ahora nos hayamos, cazando brujas, o pendejos a quienes responsabilizar y, en consecuencia llevarlos a hogueras o fogones, si todo va a seguir igual. Así, todos saldríamos chamuscados y se nos acabaría nuestro cuarto de hora. 


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Eligio Damas

Militante de la izquierda de toda la vida. Nunca ha sido candidato a nada y menos ser llevado a tribunal alguno. Libre para opinar, sin tapaojos ni ataduras. Maestro de escuela de los de abajo.

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