Mucha enseñanza política están dejando los debates municipales y parroquiales en torno a la cinco Líneas Estratégicas propuestas por el presidente Chávez. Ha sido el pueblo llano en dialéctica colectiva. Y en todas partes, municipios y parroquias de Venezuela, la discusión desbordó a los dirigentes regionales y a los burós del partido, enredados casi siempre en la retórica para la prosecución de las estrategias equivocadas en su mayoría, que han venido desarrollando. Es la herencia emeverrista anclada aún en un sector del pesuvismo que empieza a ser desplazado por el liderazgo popular. Todo esto ha indicado que ser pesuvista no necesariamente implica ser socialista. El socialista trasciende al partido y a las tendencias internas en una forma superior de compartir la militancia pesuvista. El socialista es irreverente pero fiel al valor de la disciplina militante. El pesuvista puede, a expensas de su debilidad ideológica particular, practicar actitudes alejadas del soporte socialista. Un ejemplo es la aplicación del reformismo como método de obviar el propósito socialista, actuando en toda una trama político-jurídica amarrada al precepto pequeño burgués. Eso constituye sin duda, una desviación anticipada en las líneas estratégicas que Chávez ha propuesto. Por eso, la línea estratégica de mayor peso ideológico entre las que se discuten hoy en las bases del PSUV, está la transformación de la conducta capitalista en los pesuvistas por una conducta propia de un militante socialista. Eso no va dirigido a nadie más sino a los militantes pesuvistas que a lo mejor y en algunos casos ni siquiera han internalizado este proceso conductual básico para autoconstruirse en socialista. Ahora, entre dirigentes o pseudo dirigentes socialistas en esto hay mucho que ahondar. Y a lo mejor en lo hondo de sus conductas es irreversible en algunos la cultura capitalista radicalizada hasta en las neuronas de sus conformaciones fisiológicas. De verdad que tiene mucho que recoger ese propósito de transformación conductual del pesuvista. Y eso hay que lograrlo porque es la base de la unidad para el avance total del socialismo. La unidad es retorica si no se fundamenta en la justicia de participación popular bajo la práctica socialista como método de acción y organización. Por eso el cambio de la cultura capitalista tiene necesariamente que empezar por los que aspiran a la conducción de las masas socialistas. Sino, todo será teoría inaplicable y la artrosis política incubará en los estratos más sensibles del pesuvismo no socializado. Ya las bases populares han empezado a dar el ejemplo de socialización del PSUV. Falta ver si existe, en casi todos los dirigentes regionales, la voluntad suficiente para reconciliarse con los principios más elementales de ese socialismo que de lejos pregonan.
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