Ya es un concepto ampliamente aceptado que la burocracia y la corrupción surgen con la aparición de las clases sociales en el desarrollo histórico de la humanidad, es decir, ambas máculas son expresiones de la sociedad clasista, consustanciadas con la concentración de poder y el afán de lucro; dicho de otra manera, no tienen relación directa con lo que se acostumbra llamar la naturaleza humana, sino con la institucionalización de la propiedad privada en el devenir de la sociedad humana. Si bien, estos flagelos de tan vieja data al igual que su rechazo ético y moral, han logrado perpetuarse con todas sus cargas negativas en la dinámica social; la extirpación de ambas ha de ser el resultado de un intenso y prolongado proceso de concientización emanado a su vez de un cambio radical de las condiciones de vida tanto materiales como espirituales de los hombres en su desenvolvimiento social, lo cual pasa, por supuesto, por la instauración de fuertes y ejemplarizantes sanciones morales que hagan sencillamente execrable la valoración de tales prácticas.
En una sociedad imbuida de propósitos de cambio y de superación, el combate a la burocracia, o mejor, del burocratismo como desviación expresa de la misma, y de la corrupción debe y tiene que ser asumido sin cortapisas y con absoluta firmeza y decisión, de lo contrario, las posibilidades de reeditar los vicios que se quieren o se aspiran erradicar quedan sumergidas en un vano empeño y todo esfuerzo enaltecedor se diluye como el agua entre los dedos.
Con el proceso bolivariano de transformación revolucionaria de la sociedad venezolana se viene desarrollando un gran esfuerzo colectivo por levantar y edificar un renovado tejido social, sobre nuevas bases materiales y espirituales, que haga posible la generación de nuevas relaciones humanas y sociales, que haga posible la construcción del hombre y la mujer nueva que nos anunciaba el Che; pues ,bien ,ocurre que dicho esfuerzo todavía es incipiente y, en consecuencia, aún perduran, y así será por un largo tiempo, los antivalores y prácticas que pugnamos por erradicar; pero hay que insistir, no queda otra. La solidaridad automática y el silencio cómplice y complaciente, ante el burocratismo y la corrupción, no debe ser, en ningún caso y bajo ninguna circunstancia, la respuesta de los/as revolucionarios/as con relación a desviaciones tan corrosivas y desleales para con el esfuerzo colectivo de construcción de una Patria y sociedad nuevas.
Estas reflexiones vienen a propósito de una situación, entre tantas otras que se suceden a lo largo y ancho del país, pero esta nos toca de cerca y por tanto es la que podemos y debemos plantear con el ánimo de que sea abordada por las instancias que corresponde.
El MoMAC, como parte del brazo comunicacional del pueblo venezolano, desde hace ya varios meses ha establecido una vinculación orgánica con los trabajadores/as de la economía popular de la ciudad de Caracas, asumiendo con un alto nivel de compromiso las luchas que vienen desarrollando estos trabajadores no dependientes por su organización, concientización y reivindicaciones más sentidas; luchas que se concentran, en estos momentos, en la diatriba y confrontación con las instancias de la Alcaldía del Municipio Libertador de Caracas, cuyas funciones están relacionadas con la actividad de la economía popular, concretamente con las Direcciones de Control Urbano, de Economía Informal y con la empresa mercantil INMERCA C.A.; en virtud de las prácticas que desde esas Direcciones, determinados funcionarios, emprenden en contra de este sector de trabajadores. Prácticas que no están exentas de manifestaciones burocráticas y corruptas que, lamentablemente, por lo demás, corroen el propósito transformador y liberador del Proyecto Político que lidera el Comandante Hugo Chávez Frías.
Creemos firmemente que hay que meterle la lupa a lo que acontece y se viene desarrollando desde estas instancias del gobierno municipal, más daño al Proyecto Bolivariano hacen la omisión y la permanencia de ciertas conductas y hechos que la denuncia del burocratismo y la corrupción; parafraseando a Ernesto Che Guevara, a estos flagelos “… ni un tantico así”.
*miguelugas@gmail.com