Obliga esa decisión
del Imperio a proponernos algunas preguntas. ¿Por qué el Imperio
deja en la cuneta a su socio tradicional desde el Plan Marshall? ¿Cuáles
son las verdaderas razones para que el Poder haya decidido aceptar que
su contradicción está en China? ¿Cuáles son las variables económicas
afectadas para que el Imperio haya decidido enfocar sus esfuerzos geopolíticos
y geoestratégicos en la Región del Asia y el Pacífico extensibles
al estrecho de Ormuz? En última instancia ¿la división internacional
del trabajo y las diferencias histórico-culturales-
Las inquietudes anteriores nos obligaron revisar algún texto encontrando la propuesta de Ernesto Castro en título: “Contra la postmodernidad” (Alpha Mini. Barcelona, 2011, pp. 103) donde el autor nos guía a través de propuestas muy interesantes. Nos vamos a permitir transcribir algunas de sus ideas. ¿Qué es el individuo postmoderno? Nos responde con la siguiente definición: el individuo postmoderno es ”…consumista, individualista, de identidad mutable, no fijado geográficamente…” (Idem, pág. 9) Es decir, no es solidario, sin principios y/o principios cónsonos con sus ideales capitalista aún más exacerbados con las políticas neoliberales consumistas y acultural (alienado). Aceptando la definición del individuo postmoderno según la neo-política económica e ideológica impuesta por y durante el gobierno de Ronald Reagan “…los pobres tienen demasiado y los ricos demasiado poco…” (Ibidem, pág. 23), según el actor-sindicalista-presidente y huésped de la Casa Blanca, lo era obligante para la política neoliberal que aquel sector de la sociedad que “…tienen demasiado…”, es decir, era necesario que los pobres estadounidenses, invirtieran en productos de consumo masivo de bajo costo y baja calidad; para que dicha política socio-económica e ideológica tuviera éxito era necesario que la “división del trabajo” en el marco de la economía estadounidense reaganiana sufriera los cambios que demandaban los paradigmas de la economía neoliberal; ello obligó el traslado de capitales y tecnologías a economías que dependieran de sus exportaciones, con costos de la mano de obra por debajo de lo calculado por la OIT, es decir, reflejando aquellas realidades que fueron impuestas por el imperialismo británico tanto en la India como en China durante el siglo XIX. Pero aquellas realidades fueron impuestas a “sangre y fuego con las bendiciones cristianas” e imponiendo paradigmas jurídicos en Tratados y Acuerdos que “colonizaban y semi-colonizaban” a esos países en obligaciones económicas de difícil cumplimiento y a muy largo plazo. Pero aquella realidad logró que la “masa obrera” de aquellos países afectados concientizaran sus realidades cotidianas transformándolas en la praxis de y en las organizaciones políticas con propuestas nacionalistas, sociales, de democratización de los medios de producción sustentando esos ideales en propuestas teóricas en boga en las Europas de las testas coronadas, es decir, el socialismo en expresiones según propuestas de, por ejemplo, Carlos Marx. Pero las realidades actuales son diferentes a aquellas en referencia del siglo XIX aunque el Capital, en su estructura ideológica, no ha modificado sus actitudes sino que las ha modificado según las realidades del desarrollo del neoliberalismo económico; es decir, al considerar la definición del individuo postmodernista propuesto por Ernesto Castro nos obliga a aceptar la “pérdida de conciencia” de los sectores afectados por la alienación impuesta por el propio sistema capitalista. Es decir, los sectores laborales al asumir la ideología postmodernista han ido, paulatinamente, perdiendo sus derechos adquiridos, sus capacidades de responder a los paradigmas alienantes del capitalismo postmoderno, a su capacidad de organización en sectores políticos de lucha, decidiendo incursionar en el consumismo masivo, a dejar en manos del Capital y sus representantes los líneas de progreso según los intereses de clase de las clases dominantes. Ernesto Castro lo expresa cuando nos expone que “…Lawrence Summers, principal asesor del equipo económico de Obama, resumió esta transferencia de ingresos (se refiere a que “…el 1% más rico de la población norteamericana sigue aumentando su porción de la riqueza nacional: en 1976 ésta representaba el 9% de la renta nacional, en 2006, el 20%...”) en los siguientes términos: ´En los últimos treinta años, el 80% de las familias estadounidenses ha enviado un cheque anual de 10.000 dólares al 1% más rico de la población´…” (Idem, pág. 23) Es decir, las clases dominantes, en este caso concreto, la de los EEUU de América, gracias a las políticas neoliberales impuestas por Ronald Reagan, Margaret Thatcher, Bill Clinton, los Bush y, ahora, en las nuevas realidades de la reingeniería del sistema capitalista, Barack Obama, la dirigencia gerencial mundial, en general, y la estadounidense, en particular, han asumido el control de la economía mundial en detrimento de los obligados derechos de la “masa obrera mundial”; para expresarlo en palabras de Ernesto Castro: “…la lucha de clases nunca desapareció, simplemente la iniciativa cambio de bando…” (Ibidem, pp. 23-24) para continuar proponiendo que “…no es de extrañar que en nuestra coyuntura actual regrese con mayor transparencia que nunca la confrontación entre intereses de clase…” (Idem, pág. 24) es decir, Castro considera que la propia dinámica de la reingeniería del capitalismo logrará que la “masa obrera” asuma sus responsabilidades como clase social bajo el paradigma del marxismo exponiendo Castro que son tiempo para “…un marxismo sin modales…” (Ibidem, pág. 24).
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