Ante la proximidad de las elecciones presidenciales de octubre y los sondeos de opinión que, a 7 meses de la contienda, favorecen la candidatura de Chávez, es imposible escapar a la tentación de comparar los dos candidatos.
Sobre el tapete se plantean diversas interrogantes: ¿Qué es el liderazgo? ¿Un líder se hace o un líder nace? ¿Qué es el carisma? ¿Pueden aprender las personas a ser líderes carismáticos?
La teoría del gran hombre, en tanto fenómeno individual, ha dado paso a una nueva concepción que plantea el liderazgo como un fenómeno grupal. Se trata de un proceso en el que un grupo va construyendo progresivamente una suerte de sociología vulgar de lo que es un líder. Y, en momentos de crisis, surge una persona que responde a esas características y ese traje, construido colectivamente, le calza perfectamente.
El grupo entonces lo percibe como líder, le atribuye tal condición y lo distingue como poseedor de características que valora: inteligencia, valentía, audacia, habilidades verbales, vehemencia, autoridad… Estamos en presencia de un fenómeno psicosocial de percepción y atribución.
El líder carismático emerge cuando hay una crisis que amerita cambios o cuando existe desencanto y descontento. El carisma aflora en situaciones de exclusión y de inequidad, en circunstancias donde la identidad personal ha sido devaluada e imperan sentimientos de pérdida, de carencia y aislamiento. El carisma infunde entonces sentido a la existencia.
La atracción carismática nace de un magnetismo personal que escapa a la lógica y nada tiene que ver con la posición, el poder, o la capacidad de recompensar o castigar y crea, además, un vínculo muy especial con los seguidores. Al igual que el amor, el carisma involucra plenamente a las partes y supone intensidad emocional, carácter recíproco y alta expresividad.
El vínculo carismático entre Chávez y su pueblo se inicia el 4 de febrero con el famoso "por ahora" y se convierte con el correr del tiempo en una experiencia de abnegación y trascendencia, en la que el sacrificio se percibe como indoloro y placentero.
Dado que el carisma es fundamentalmente una relación social, sólo aparece ante personas que carecen de él y en interacción con quienes son afectados por él.
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