Lo primero que quiero aclarar en el presente escrito, es que no conozco personalmente a Freddy Yépez, por descontado y mas que obvio, él tampoco a mi. Pero si soy un asiduo lector de sus artículos que casi a diario se consiguen en esa página contraria a la reverencia llamada: aporrea.org
Al compañero Freddy, le hago saber públicamente mi admiración y respeto por sus escritos, tanto, que me ha ganado, repito, como uno de sus lectores más consecuentes.
Pero la ocasión de hacerle o compartir estas líneas viene por la siguiente y precisa razón. Por accidente di con uno de sus artículos que no había leído y data del 11/09/10 y tiene por titulo “una de las obras grandiosas de Trotsky”.
En el mencionado articulo, luego de citar aquella “prerrogativa histórica” de nada más y nada menos que Vladimir Ilich Lenin, de ofrecerle páginas en blanco con su firma para que León Trotsky escribiera lo que considerara conveniente, el camarada Yépez dice lo siguiente: “Camaradas, había que ser demasiado grande, demasiado revolucionario, demasiado genio, demasiado conductor de masas, demasiado excelente militante político, para que un hombre de la talla universal de Lenin fuese capaz de ofrecerle tal cosa”.
Estaba pensando yo, no solo en el trotsky político y revolucionario, sino en el hombre de la pluma. Ósea, todo aquello en lo que tristemente se convirtió la burocracia Stalinista y las consiguientes experiencias históricas lamentables, no solo que tergiversó y minó los principios morales, éticos, políticos y revolucionarios de los bolcheviques, sino que también entre otras cosas, “enrejo” la posibilidad que democráticamente el mundo pudiera conocer de lleno la dimensión del nativo de Yanovka como escritor.
El primer libro que leí de León Trotsky fue “Mi Vida”, era de mi padre, se lo había regalado un camarada de la lucha en Colombia. Lo que más me impresionó de esa “ilustración” fue esa grandiosa forma de cómo transmitirte las cosas y hacerte captar de una manera tan habilidosa de cuanta realidad y valor revolucionario hay en cada línea, en cada párrafo de semejante texto. “Mi Vida” no es un libro cualquiera, como no lo es cualquier otra obra escrita por el confeccionador del Ejército Rojo. Cito “Mi Vida” porque repito fue el primer libro que le leí y es el que desesperadamente me empuja a leer sus otras obras
Cuando leí lo que citaba el camarada Freddy Yépez pensé tambien: no solo que Lenin confiaba ciegamente en lo que Trotsky podía escribir en esas hojas en blanco que al final tenía su rubrica, sino en la forma como lo escribiría. Lenin sabia más que nadie que estaba ante un imponente y descomunal escritor, me atrevo a decir entre los más brillantes del siglo XX.
Mi saludo y respeto al Camarada Freddy Yépez (aunque no le conozco personalmente) y a su admirable talento como escritor.