Por favor, evaluemos los pocos días que nos quedan por delante

Ahora a evaluar con mucha inteligencia y tiento los estragos de esta terrible tragedia.

Todo está tan reciente, como si hubiese intentado calcinada la esperanza, todavía con el fuego lamiendo nuestra lacerada alma.

A Chávez le ha tocado una terrible década de grandes tragedias de las que él en absoluto ha tenido la culpa. Como si estas enormes tragedias tratasen de alguna forma de probar el espíritu, la conciencia y la fortaleza de la que estamos hechos los venezolanos.

Hasta ahora no nos han doblegado, y estoy confiado en que no nos doblegarán.

Durante el paro del 2002, miraba aquel potro de tortura sobre el que nos montaron los meritócratas de PDVSA con delirante colas de carros sin gasolina, sin comida, sin gas, el país todo paralizado, y temía que el pueblo fuese a ceder ante esta bestial arremetida de la oligarquía. Y ganamos aquella batalla tan grande y gloriosa como cualquiera de las afrontadas por el Libertador. Los vencimos.

Uno recuerda a aquella mujer pobre que se le acerca al Presidente, en pleno paro petrolero del 2002, y le dice que ha utilizado hasta la madera de su cama para cocinar (porque no se consigue gas), y le ruega: “-Pero Chávez, tú no te rindas”

Otra vez en esta últimas noches he venido temiendo lo peor, porque pareciera que no se sabe qué mano (ultrapeluda) se fue a lo más sensible de nuestros recursos, al motor fundamental, otra vez al corazón de la economía nacional y ha provocado este espantoso caos en Amuay.

Casi cincuenta muertos, decenas de heridos, enormes pérdidas materiales, y un país todo conmocionado. Como otra gran batalla inesperada, ahí los restos de la contiendan soltando el humillo de los destrozos, de la muerte, de la desolación.

Al frente quedan pocos días para decidir nuestro destino. Los enemigos se sienten crecidos con estos últimos embates de la naturaleza y este golpe demencial recibido en el Estado Falcón. Otra vez los confundidos, los que vegetan a la vera del camino (como dijo Simón Bolívar); esos que andan en la eterna cuerda floja y que llaman ni-ni, podrían tener en sus manos el destino de la patria.

¡Qué ironía!

Nos queda un mes en el que debemos desplegar un trabajo intenso, porque desde muchos ángulos se ha estado desatando un pertinaz sabotaje (desde algunos entes públicos) contra la revolución. Hay que ir mucho más allá de la simple contraloría social. Hay que desplegar batallones de revolucionarios en todos los campos, como si de veras se tratara de una guerra. Pero no dejar esta guerra en manos de los burócratas, de los simples políticos de partido, de los que como el zorro se colocan sus atuendos para salir a decir que luchan por la revolución.

Hay que darle cabida al pueblo en esta lucha, el que casi siempre se ha dejado de lado. Por todas partes escucho dirigentes y comunidades que con dolor desgarrado gritan: “NO NOS PARAN BOLAS”.

Todos pues, al frente batalla que sólo nos quedan muy pocos días, rodeados como estados de enemigos muy poderosos. Adelante, y ojo avizor.

jsantroz@gmail.com



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José Sant Roz

Director de Ensartaos.com.ve. Profesor de matemáticas en la Universidad de Los Andes (ULA). autor de más de veinte libros sobre política e historia.

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