A medida que nos acercamos al 7/10 arrecia el fuego de la artillería mediática del imperio y la oligarquía venezolana, en un intento desesperado por debilitar el sólido apoyo popular que tiene el Presidente Chávez, tal como lo revelan todas las encuestas serias.
A un mes del evento electoral, para cerrar esa brecha la oposición adelanta una diabólica guerra psicológica de doble propósito, respaldada por las corporaciones petroleras, el sionismo y la ultraderecha internacional. Por una parte buscan crear confusión en los indecisos y desmoralización en el chavismo descontento, mediante una campaña sucia de alto calibre basada en el rumor y la manipulación informativa. Por la otra, preparan el terreno interna y externamente, para la ejecución un “Plan B” de desconocimiento del resultado electoral buscando reeditar el golpe de abril de 2002. Ello explica la ambivalencia de Capriles Radonsky y la MUD, quienes legitiman el sistema electoral automatizado pero al mismo tiempo, niegan el reconocimiento previo de sus resultados.
Los confundidos deben apelar a la racionalidad y a su conciencia para hacer un balance objetivo de los extraordinarios cambios políticos, económicos y sociales que ha experimentado nuestro país en la revolución bolivariana, a los cuales sin duda, tal como lo establece su programa de gobierno, le dará marcha atrás el candidato del neoliberalismo y del imperio en su empeño de regresarnos al pasado. Comenzando por la propia constitución bolivariana, el Poder Popular, las misiones sociales, la soberanía petrolera y la independencia que tanto le ha costado construir al pueblo venezolano bajo el liderazgo del Comandante Chávez.
Los compatriotas que se sientan descontentos por el burocratismo y la corrupción que afecta a un estado burgués que no termina de morir, deben reflexionar sobre el impacto que tendría caer en la trampa de la abstención o del “voto castigo”, que echarían por la borda la oportunidad histórica de realizar el sueño bolivariano de construir la Patria Grande que nos hará definitivamente libres e iguales. Hoy sigue vigente lo dicho por El Libertador el 3 de julio de 1811 ante la Sociedad patriótica: “Vacilar es perdernos”.
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