Una verdadera Dictadura

Hay fenómenos politicos de los cuales se puede hablar desde la vivencia personal. Sin dejar de considerar, en este caso, que de ella a hoy nos separen de 55 años de distancia. Puedo hablar de la dictadura de Pérez Jiménez, por que en primer lugar, padecí los terrores diarios que significaba actuar como opositores teniendo la muy vulnerable posición de estudiante de bachillerato del Liceo Andrés Bello. Segundo, por que debido a ello, fui detenido por la misma Seguridad Nacional, por acciones políticas y militancia en un partido proscrito y objeto de feroz persecución.

O sea que esa historia la sentí y actué en ella con todas las consecuencias que implicaba.

Al margen de esto me considero como un consecuente, consciente y relativamente fiel amante del cine. Si es el venezolano, mucho mas. Defiendo con fervor cuanto nuestros cineastas producen y siento cuan difícil y desigual es su batalla con las distribuidoras y exhibidoras. Quienes, de paso, sí mantienen una verdadera dictadura, contra el ingenio cinematográfico nacional.

Entremos a la Película Tiempos de Dictadura del Cineasta Carlos Oteyza, de quien hemos visto, y coloco en primer lugar, la que mejor recuerdo y mas valoro, “Mayami nuestro” 1981; y los largos: “El Escandalo” 1982 ; “Roraima” 1992;  y la “Voz del corazón” de 1997.

Sin duda estamos ante un cineasta que ya supera, con profesionales muestras de trabajo cinematográfico, los treinta años de experiencia demostrada con el manejo de los mas variados laberintos del Cine. 

Hoy nos presenta un documental. Se trata de una reflexión sobre la Dictadura de Marcos Pérez Jiménez.

Acá trata de presentar cualidad de documentarnos y hacernos llegar información sobre una época con la intención de que se motive discusión sobre el período que trabaja. Obvio, una escogencia como esa, debe ser materia que suscite dudas sobre la imparcialidad con la cual se trata de presentar al personaje y a la época en que gobernó y que nosotros, ciudadanos sometidos, padecimos.

La película se construye con el normal recurso de los testimonios. Frente a la cámara van desfilando rostros como los de Simón Alberto Consalvi, Oscar Yanes, Teodoro Petkoff, Américo Martín, Pompeyo Márquez, el cantante Mario Suárez, la bailarina Yolanda Moreno.  Ellos dan a conocer su visión sobre la época y lo logran, exponen lo que eficazmente es una dictadura real con: clausura del Congreso, prohibición de partidos políticos, -salvo el FEI, partido de Pérez Jiménez- opositores presos y lideres torturados. Cárcelazos infames, destierro a los mas prenombrados, censura de -previa- férrea de  toda la prensa y otros medios, ninguna forma de elecciones, régimen policial de terror, contando con un aparato la Seguridad Nacional, dirigida por un personaje pervertido a quien las clases acomodadas del Paraíso y naciente Country Club, entregaban hasta sus mujeres a intercambio de favores. Amplio y nacional abuso de autoridad. Muertes y desaparecidos, corrupción en cobro de grandes obras publicas, presencia fuerte del Departamento Estado estadounidense y tiranía fortalecida por una cruzada de las espadas militares de muchas de las dictaduras montadas por ellos en toda América Latina. Autocracia que contaba con una OEA que le rendía su apoyo incondicional. Que para completar su perversión, en lo nacional, contaba con notable apoyo de los amos del Valle y los grupos económicos de la derecha del país. Dato que por cierto omite el documental.

Percibo que a la pelicula de Oteiza se recubre una extraña una melancolía general. Recurso que busca sobrellevar reciclando la historia de un periodo politico con la mas absoluta y real forma de la dictadura. Noto que el documental destaca detalles que buscan resaltar imágenes con una orientación muy oportunista. Notable como evidente, cuando insinúa posibles parecidos de la dictadura con el gobierno actual. Intención subyacente, fácilmente perceptible, que sin duda, se supone, debería tener peso a la hora de medir sus efectos en el campo electoral. Sobretodo a un mes antes de la votación presidencial de Venezuela. Treta en la que incluye otros, símbolos que pudieran tener peso en el imaginario que mueva intenciones de aquellos que deben escoger por quien votar. Pregunta es ¿por qué estrenarla justamente ahora¿.

Como otra, de tantos pinceladas insinuantes, resalta el interés de Pérez Jiménez por los carros de carrera. Exaltando el símbolo, que en la época había publicitado Pancho Pepe Croquer al utilizar su “Bólido de Plata”, nada azaroso, era el mismo modelo que la chismografía criolla le atribuía a una secreta pasión del Dictador y que la película intenta asomar en símil sospechoso con el auto F1 que utiliza Pastor Maldonado en el mismo lugar lo Próceres.

Subrepticiamente la película desliza muchas maneras de llamar la atención al reseñar o reafirmar la insinuación mil veces repetida que “estamos o en una dictadura o muy cerca de ella”. Propuesta endeble, por qué, ¿cómo suponer que estemos en una real dictadura y esta permita la libre exhibición de un film que la delata y  expone al juicio publico ¿.

¿Será que la película nos alerta  para decirnos que pareciera que estamos signados a vivir en retrospectiva con todo aquello que hemos pasado¿. Que pretende mantener lo pretérito como si fuera mejor que lo actual. Como que si cantara que todos nuestros movimiento políticos deberían despreciar el futuro, para terminar conjugándose con lo acaecido. Espacio atempero donde todo es mejor que hoy.

Cabria preguntarse si además del oportunismo de la fecha del estreno está presente otra idea que quiere meternos, por la puerta trasera, en su cine con la escogencia sesgada de aquellos notables que fueron entrevistados en la película.

Seres cuyas-imágenes cuya vocería sigue actuando fieramente, -sobre todo en este ultimo mes-, cuando se ha recrudecido la guerra sicológica estimulada desde los  medios cartelizados, (P.Ej. emisoras en el país: AM, 172 (87% son privadas); 25 (13% públicas); en radio FM, operan 466 (57%) privadas, 82 (10%) públicas y 243 (31%) comunitarias de muy limitada presencia). Entrevistados cuya palabra e imagen está dirigida hoy a crear crispación social y actuar como altoparlantes en medios y ahora expuestos en una oportuna película. Sin duda una gruesa maniobra comunicacional

Debo dejar constancia que entre los entrevistados en el documental está el editor José Agustín Catalá, me consta que en la época de la dictadura tomó riesgos  extremos que mantenían en peligro permanente su vida y la de su familia. Ser de excepción, por dignidad e integridad, que paradójicamente en la Cuarta República, sufrió tantos o mas vejámenes que el dictadura por la misma causa defensa de los seres menos aventajados socialmente.

La película es obra profesional. Técnicamente bien pensada y realizada que permite entender, con lo materiales audiovisuales escogidos, -y, obvio con su natural intencionalidad política- la manera de forzar las imágenes seleccionadas y buscarles apurados y bastos paralelismos, con o sin sentido, de la época de Pérez Jiménez con el Gobierno de Chávez.

Sobre todo por cuanto sabemos que el cine documental es un genero que fácilmente llega, motiva y permite motivar la discusión, aunque siempre se dirige con un sesgo interesado.

Rescatamos en la obra de Oteyza el uso bien dosificado del humor, que crea momentos que animan e impulsan sonrisas en el espectador. La obra, salvo dos elementos, la voz del locutor que me parece que poco aporta y la musicalización ausente en partes significativas, lo cual me permite afirmar que estamos ante una película que es digna de recomendar y de aplaudir. Buen cine

Solo debo recordar que el cine sirve para todo …… menos para tumbar gobiernos, si así fuera, se sabría ….. compadre, se sabría.


tuliom@cantv.net



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Tulio Monsalve


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