No puedo explicarlo pero siento, que el camino al socialismo se pierde en la retorica y la incongruencia, veo
como muy pocos son capaces de elevar su dignidad por encima de los que
están hundiendo esta gran oportunidad de llevar a los venezolanos a la
altura señalada por Bolívar. Es difícil ahogar nuestra crítica y más,
cuando no sólo nos hemos quedado en ella sino que hemos ofrecido
nuestros talentos.
Que nuestro líder le pida a las ingenieras e ingenieros de China y de Rusia, que actualmente edifican la ciudad Tiuna, estudien las opciones para aligerar el transito en el sector, como fue publicado en el Correo del Orinoco, es una prueba de
ello. Es un menosprecio al talento de los venezolanos que no debemos
permitir venga de donde venga, sin embargo, que yo sepa, a excepción de
Rolan Denis en su reciente y acertado articulo “¿Por dónde suenan las campanas?...por el uno por diez o por la movilización popular revolucionaria” ninguno otro de nuestros intelectuales ha elevado una crítica constructiva que me lleve a pensar que esto cambiará en algún momento.
Desgraciadamente
todo liderazgo de reserva ha sido opacado, neutralizado o acabado lo
que nos deja huérfanos y obligados, con sólo la esperanza que dentro del
seno revolucionario y bolivariano se levante un grupo que realmente
venza al personalismo y a la adulancia, vicios que Bolívar identifico
como causantes de la perdida de la nación que tanto amamos. Que logre
implantar el valor fundamental del humanismo, el respeto por su
semejantes, que no se ve reflejada en la mayoría del pueblo venezolano;
lo que significa un fracaso rotundo para los que asumieron la revolución
Bolivariana y que no supieron interpretar ni ejecutar sus ideas
prefiriendo las foráneas, siguiendo así las pautas de los depredadores
del
mundo, que inocularon en aquellos débiles de conciencia,
que nadie es profeta en su tierra, haciéndoles despreciar a sus hermanos
para así chupárselos muy sublimemente.
No
sé si me he vuelto pesimista pero puede verse como la incapacidad, la
ineficiencia y la ineptitud, campea en donde debería prevalecer todo lo
contrario; el respeto, la ética y las virtudes; valores que nunca podrán
inculcarse con los obsequios no ganados por el esfuerzo. Hoy más que
nunca, el presidencialismo ha trastocado el sentir de Patria y ha
reafirmado en muchos el creer que todo lo que merecemos es un regalo y
no una obligación compartida con el que se sienta en la silla
presidencial o cualquier otro nivel de mando.