El rentismo como lógica capitalista

Marx era tajante al afirmar que decir estado es decir capital. Siguiendo esta tradición, Gramsci matiza y agrega que se trata de un lugar móvil al que las clases concurren a resolver sus conflictos a la vez que se afianza el pacto el interior del bloque social dominante. Por eso, la composición de cada bloque social, en cada contexto concreto, queda marcada por las variantes y formas de expresión del modo de la forma estado; a partir de la relación entre sociedad, estado y mercado.

El carácter petrolero de nuestro país ha generado una distorsión fundante en su estructura y composición. La captación y el reparto de la renta de la actividad petrolera han creado las condiciones del rentismo y el clientelismo, que convive en ese Estado que aún no termina de  morir.

El rentismo ha creado a las clases parasitarias del Estado venezolano y generado lo que se conoce como economía de puerto. Allí las principales actividades son la extracción de petróleo y otras materias primas; además de la importación de manufacturas acabadas e inacabadas de las que el Estado, precisamente, ha sido el principal comprador.

La disputa política en torno al control de la administración del Estado llevó a los partidos burgueses a diferentes pactos (Punto Fijo, Tripartita.), para que la captura de la renta petrolera siempre recayera al interior del bloque dominante.

Durante las décadas del sesenta y el setenta se ensayó un modelo de sustitución de importaciones que permitió trasladar hacia América Latina fases intermedias y finales del proceso productivo. Se trató de establecer aquellas áreas menos rentables o más contaminantes de cada proceso, como por ejemplo el ensamblaje, el acabado final, sin que esto implicara el traslado total de las tecnologías y mucho menos el de las fases estratégicas. De allí surgió una cierta burguesía industrial, subordinada a los estamentos comerciales y usureros de la economía o, en otros casos, convertida en una suerte de agentes plenamente dependientes de las transnacionales.

Por ello, Brito Figueroa llamaba al bloque dominante burguesía nativa; porque no se trata de una clase con intereses nacionales. Es una burguesía nacida aquí, parásita a la sombra del Estado rentista, pero con una visión de clase asociada a los intereses de los países productores de los cuales son subsidiarios.

Visto así, podemos identificar a amplias capas medias de intelectuales, profesionales y técnicos, burócratas de Estado y del sector privado, surgidos de las relaciones sociales antes descritas que, más allá de la inducción de los medios, expresan y representan dicha relación clientelar.

A lo único que aspiran es a un Estado que haga más eficiente e igualitario, pero sólo en relación a las capas medias, el reparto de la renta. Todo esto nos permite colocar a la burguesía usurera, comercial importadora, como eje articulador de una hegemonía local nacional, con amplia repercusión e influencia en gruesas capas medias de los diferentes estamentos sociales; así articula aparatos de captura desde el sistema educativo, la mediática, las organizaciones religiosas, los gremios y los partidos.

Un polo de fuerzas alternativas debe considerar todos y cada uno de los dinamismos del rentismo como lógica capitalista, gobernando la sensibilidad de distintos estamentos sociales, para romper los anclajes secularizados en distintas dinámicas y prácticas de la vida cotidiana. Desarticular los aparatos de captura y alinearlos al nuevo proyecto hegemónico, o construir otros que desplacen a los anteriores y que derrumben lo que Gramsci llamara bases del estado ampliado, es una tarea urgente de los revolucionarios. Sin dar concesiones estratégicas, debemos, como un virus, sembrarnos en sus tradiciones y costumbres y así hacer deseable nuestro proyecto.


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Juan Barreto

Periodista. Ex-Alcalde Metropolitano de Caracas. Fundador y dirigente de REDES.

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