Si se aspira a construir con suficiente solidez, eficiencia y participación popular el socialismo revolucionario en nuestro país es necesario comprender que la actual coyuntura política nacional, con una importante y decisiva victoria electoral lograda el 7 de octubre de 2012 que garantiza la legitimidad del mandato presidencial de Hugo Chávez y de su liderazgo al frente del proceso de cambios revolucionarios, requiere de elementos imprescindibles que ayuden a elevar la toma de conciencia, la organización y la movilización del pueblo en general, de modo que la gestión de gobierno se convierta también en instrumento que permita alcanzar esta meta.
Esto debiera implementarse con un mayor énfasis, dado que ello extendería el apoyo popular respecto a la necesidad de los cambios estructurales que debieran propiciarse en todas las instituciones del Estado vigente. De igual forma, hay que entender que algunas iniciativas revolucionarias han generado bastante resistencia no sólo de parte de los grupos de oposición tradicionales sino también dentro del chavismo cupular o gobernante, producto de una evidente falta de formación teórica revolucionaria y de un cabal discernimiento de los cambios que implicará la construcción revolucionaria del socialismo. Tal situación contribuye, incluso, a mantener un ambiente de desinformación que atenta contra su puesta en práctica, haciéndose más dificultoso su profundización y, eventualmente, su continuidad más allá de la presencia de Chávez.
A tal realidad se le debe sumar la ausencia de una conciencia revolucionaria y clasista sostenida entre los diversos sectores populares, lo cual les hace presas fáciles de la demagogia populista de algunos personeros del chavismo cupular o gobernante, además de la manipulación mediática orquestada por la oposición. Dicha ausencia es estimulada, de una u otra forma, por quienes ocupan cargos de gobierno y de dirección partidista, sometiendo a las bases del chavismo a un clientelismo político que explota sus necesidades materiales y les impide ejercer conscientemente la democracia directa, obstaculizando, a su vez, los espacios de gobernabilidad popular que pudieran gestarse, al aplicar el conjunto de leyes que les abren puertas al poder popular como primera y principal instancia organizativa del socialismo.
Con estas consideraciones de tipo general, precisamos que debe establecerse un plan de trabajo que ayude a fomentar la conciencia, la organización y la movilización populares, llevándose a cabo con criterios de amplitud y de sistematización, de acuerdo a las diversas experiencias que se deriven de su cumplimiento. En atención a estas consideraciones, es importante elaborar foros, talleres, charlas, debates, artículos de opinión, programas radiales y televisivos, así como también periódicos, mediante los cuales sea divulgado dicho plan, tanto en las diferentes instituciones públicas como en las comunidades, de manera que se avance en este importante aspecto.
ANÁLISIS DE LA SITUACIÓN ACTUAL DEL PSUV
El Partido Socialista Unido de Venezuela vive una situación atípica al plantearse ser un partido de masas y, al mismo tiempo, un partido de cuadros revolucionarios, sin profundizar mucho en el aspecto teórico-ideológico, sólo unido por el liderazgo indiscutible de Hugo Chávez y contentándose con mantener e incrementar su número de militantes, además de una hegemonía política-gubernamental mediante los votos obtenidos tras cada elección celebrada en el país. Esto ha permitido la reproducción de los viejos vicios clientelares de los gobiernos adeco-copeyanos, lo cual tiene su repercusión negativa en la conducción y ampliación del proceso revolucionario bolivariano en todos los ámbitos de la vida social en que se actúe, haciendo de las bases militantes objeto de la demagogia y, muchas veces, de descalificaciones extremas por parte de la dirigencia actual al no compartir su forma de actuar, contradiciendo abiertamente los lineamientos de su máximo líder.
Esta situación ha provocado algunas deserciones de militantes y dirigentes chavistas que han migrado hacia otras organizaciones partidistas al exigírseles una incondicionalidad absoluta, sin debates internos de ningún tipo que hagan realidad el pleno ejercicio de la democracia participativa y el contenido del Libro Rojo; facilitándose la penetración de elementos de comprobada trayectoria antichavista y contrarrevolucionaria, incluso en estructuras del Estado. Con ello, la apatía y el desencanto que podría estarse esparciendo entre muchos leales al Presidente Chávez y al proceso revolucionario bolivariano nos sitúa ante una perspectiva un tanto pesimista de persistir dichas condiciones inalterables en el tiempo.
A ello se agrega las acusaciones de corrupción administrativa que habría en algunas instituciones gubernamentales sin que exista una investigación convincente de las mismas de parte de los organismos encargados de hacerlo que minimice su impacto en la opinión pública. En tal sentido, la militancia del Psuv no ha asumido una posición de combate frontal contra estos presuntos hechos de corrupción, dejándose llevar por la creencia generalizada e inducida que esto perjudicaría al proceso revolucionario, olvidando que ésta fue una de las causas por las cuales hubo las dos insurrecciones cívico-militares de 1992.
Igualmente, la ausencia de un debate político-teórico serio, objetivo y consecuente a lo interno del Psuv limita enormemente la práctica revolucionaria de la crítica y la autocrítica, especialmente cuando aquellos que ejercen la dirección política y el gobierno se mantienen al margen, obviando los constantes llamados hechos por Hugo Chávez para que promuevan, asistan y tomen en cuenta las conclusiones de tal debate. Tal cosa incrementa la poca atención restada a la formación teórica, desacreditándola como algo desfasado, innecesario y demasiado complicado, optándose por un pragmatismo que -eventualmente- se manifestaría en el logro de una buena gestión pública. En algunos casos, no pocos funcionarios públicos llegan a afirmar que desconocen qué es el socialismo y, en consecuencia, lo que es la lucha de clases.
Otro elemento a considerar es la dualidad de cargos gubernamentales y político-partidistas en manos de una misma persona, cosa que legitima en ella la creencia de ser la encarnación de la revolución por lo que cualquier crítica a su gestión es inmediatamente invalidada, tildada de contrarrevolucionaria y de indisciplina. Asimismo, la existencia de grupos tribales con intereses comunes, pero sin ningún trasfondo político-teórico que pudiera atribuirles la condición de tendencias o corrientes internas del Psuv. Esto se ha manifestado con mayor ímpetu cuando tuvieron lugar las elecciones internas de candidatos al recurrirse a la compra de votos, violando el respeto a la dignidad de las personas, la igualdad de oportunidades y la ética socialista que debe prevalecer en este tipo de eventos. En ello ha influido el papel adoptado por Chávez como presidente del Psuv al elegir a dedo a unos cuantos candidatos, no obstante el enorme rechazo de las bases hacia los mismos, consiguiendo que algunos espacios políticos los esté ocupando la oposición actualmente.
Todo esto ocasiona que las diversas luchas sociales emprendidas por campesinos, estudiantes, jóvenes, comunidades y trabajadores en general sean mal vistas, atribuyéndoselas a planes desestabilizadores de la oposición, a pesar de la legitimidad de sus acciones y su indiscutible militancia en el proceso revolucionario bolivariano. Así, las luchas sociales han perdido la combatividad que las identificó en el pasado, minimizándose en función de una falsa disciplina revolucionaria que se debe acatar sin discusión alguna, no obstante la persistencia de Chávez para que el Psuv le haga acompañamiento a las mismas, teniendo en su dirigencia un eco prácticamente nulo.
A pesar de este conjunto de fallas, vicios, desviaciones y contradicciones, una buena porción de la militancia de base del Psuv confía en la viabilidad del proceso revolucionario bolivariano y en la oportunidad que exista una mejor vanguardia, capaz ésta de trabajar desinteresadamente en función del socialismo. Haría falta crear, entonces, grupos activos, interconectados a nivel nacional, estadal y municipal, con una dirección (si cabe el término) colectiva, horizontal, que apliquen los resultados del Congreso Fundacional del Psuv, lo mismo que los lineamientos programáticos del Libro Rojo; organizando, movilizando y formando, independientemente del cargo partidista o gubernamental que puedan ocupar sus integrantes, ahora o más adelante. Los mismos podrían llevar a cabo actividades de discusión de la situación internacional y/o nacional, sin obviar lo local, ligada a la marcha del proceso de cambios revolucionarios, que contribuya a elevar la conciencia política y teórica de todos sus participantes, convirtiéndose en puntos de referencia a lo interno, sin que se antepongan otros objetivos ajenos a dicho propósito, como el de aspirar a ser candidatos o candidatas en una próxima elección.
Es importante que se entienda que el PSUV no puede ni debe continuar al margen de las luchas populares, convirtiéndose en un cenáculo similar a los de AD y COPEI, siendo sólo una maquinaria electoral efectiva, pero sin promover espacios de protagonismo y de participación de sus bases que sirvan de antesala a la construcción del socialismo revolucionario que se pregona. A lo interno, habría que desempolvar todas aquellas líneas de acción estratégicas formuladas en su momento por el Presidente Chávez, de manera que el Psuv actúe de acuerdo al papel revolucionario que le correspondería.
Araure, 20 de octubre de 2012.
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