Es verdad que gobernar es un proceso de alta complejidad en el cual intervienen factores que hoy en día configuran, en Venezuela, una maestría alimentada nada más y nada menos por el hermoso preámbulo de nuestra constitución. Claro, no todos quienes tienen responsabilidades de gobierno han sido ejemplo de buen maestro o gerente eficiente y en vez de actuar guiados por los principios y valores que establece el mencionado preámbulo han tomado la senda de la traición, la corrupción, el despotismo, la antipatria y la negación de los” poderes creadores del pueblo”.
Gobernar “invocando la protección de dios, el ejemplo histórico de nuestro Libertador Simón Bolívar y el sacrificio de nuestros antepasados aborígenes” parece ser una lección demasiado difícil de asimilar y más difícil aun plantearse como línea estratégica de actuación “refundar la República para establecer una sociedad democrática, participativa y protagónica, multiétnica y en un Estado de justicia”. Gobernar para construir el socialismo exige altas dosis de amor a la patria, estudio sostenido de la realidad concreta, amor al prójimo, solidaridad, respeto a la dignidad humana, convencimiento que solo el pueblo salva al pueblo y por lo tanto creer en su poder creador; extraordinario modelaje nos ha dado el Presidente Chávez de cómo hacerlo para tener éxito a pesar de los obstáculos propios de la dinámica política, de la integridad física del Comandante e inclusive hasta de la naturaleza misma.
Gobernar para construir el socialismo si bien es cierto que demanda de gobernantes honestos, eficientes, patriotas, estudiosos y planificadores, también requiere fundamentalmente de organización y participación popular, romper los cercos de aproximación al gobernante para corresponsablemente diseñar y ejecutar políticas públicas. Solo gobernando con y para el pueblo hará de este proceso irreversible, se hará sostenible y garantizará paz y felicidad por siempre.
También es verdad que no existe receta alguna, sin embargo la contradicción aun existente entre el poder constituido y el poder constituyente deberá resolverse a favor del pueblo, esto indica que debemos empezar por hacer lo que establece la Constitución: “La participación del pueblo en la formación, ejecución y control de la gestión pública es el medio necesario para lograr el protagonismo que garantice su completo desarrollo, tanto individual como colectivo. Es obligación del Estado y deber de la sociedad facilitar la generación de las condiciones más favorables para su práctica”. Es por ello que los candidatos a gobernadores deberían hacer un esfuerzo por facilitar las condiciones para “gobernar obedeciendo al pueblo”, el pueblo exige gobernar y sus voceros más idóneos deben asumir responsabilidades de gobierno para impulsar el modelo de Estado por el cual hemos luchado por años: el Estado de derecho y de justicia. Una estrategia para lograr este objetivo estratégico es la conformación de los gobiernos comunales, no en vano el Presidente Chávez expresó con toda convicción ¡comunas o nada!
Por otro lado, en este momento coyuntural de las elecciones regionales esperamos ver el Programa de la Patria traducido a las condiciones concretas de cada Estado. El debate entre Programas será muy importante, allí deberíamos ver, con precisión y no generalidades, las soluciones que los socialistas le damos a los problemas de cada región y de nuestras comunidades.
El reto es ganar las elecciones pero para gobernar con el pueblo y construir el socialismo.
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Profesor Titular. UCLA