Otra vez sabemos que bajo tus talones arde el costillar de Rocinante. Fidel, El Ché y tú, ya están tatuados para siempre en los pliegues históricos de este Sur nuestro de cada día. Danos hoy la certeza de que no te volverás a ir a Cuba, ni a ningún lado, de espaldas a las cámaras, muéstranos siempre ese rostro familiar a los niños, amigable para los amigos, duro para los injustos, impenetrable para quienes no quieren entender. Muéstranos siempre ese rostro que todos identificamos en las buenas y en las malas, desde que te dio por despertarnos aquella inolvidable madrugada de febrero.
No te vuelvas a ir sin darnos el parte, cara a cara. No dejes a las abuelas en la estacada de la duda, no dejes a los hombres previendo lo peor, no dejes a las mujeres cavilando pesadillas, no dejes que te lloren, estás más vivo que nunca porque eres mortal, porque no eres el Dios de teología alguna, y no eres mito, ni serás leyenda.
Chávez nuestro que estás en la Historia y habitas este suelo pródigo, no propicies jamás que la incertidumbre nos alcance, no eches a un lado nuestra adarga, no nos condesciendas, somos tu ejército, tu brazo armado de posibles, tu chispa para encender cualquier pradera.
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