Parafraseando una estrofa del “Bolívar, bolivariano” de Alí Primera, donde se refería al olvido o distorsión del pensamiento y la acción del Libertador y la utilización de su figura de manera místico-religiosa para quitarle su real dimensión, la oposición venezolana y no muy pocos rojitos con ambiciones insospechadas, están “matando” al Camarada Chávez y tratando de convertirlo, según su conveniencia, en una suerte de demonio o santo. Es decir, un ser que está en un mundo etéreo al que hay que atacarlo o rezarle, de acuerdo al milagro o conjuro político que se amerite para las partes que lo invoquen.
El Camarada Chávez, que actualmente transita por ese doloroso periplo que ha sido y es su enfermedad y a la cual no solo el dolor físico le aqueja sino el emocional, al estar lejos de su natural espacio socio-político de manera presencial que es su amada Venezuela Bolivariana, ha tenido que lidiar a lo largo de estos trece años no solo con el ominoso poder imperial impregnado en la rancia derecha capitalista venezolana, sino en ir afianzando un sistema de justicia social sobre un burocratizado, ineficiente y corrupto estado aburguesado, del cual aun se mantienen intactas muchas de sus prácticas, porque algunos de los que “asumen” su rol de “servidores públicos” en esta quinta república, les parece que es mas cómodo este modus vivendi (que lo llaman institucional) que tener que lidiar con el Socialismo del Siglo XXI que no le gustan a los reposeros públicos que están bajo su mando o manto. En pocas palabras, con una foto de Chávez a sus espaldas en sus cómodas oficinas y sin hablar de la ideología y la praxis socialista revolucionaria con sus “subalternos” de la cuarta república, estos “mandos revolucionarios” mantienen los espacios de la administración pública en calma, aunque no funcione un carajo para la atención a las usuarias y usuarios y por ende para conservarse en el cargo.
Al igual que al Cristo, a Bolívar y mas recientemente Ernesto Guevara, todos ellos convertidos en una iconografía mercantilista, desvirtuando totalmente el contexto humano y revolucionario en que estos seres se desenvolvieron y actuaron, al Camarada Comandante Chávez no son pocos los “lideres políticos y económicos” que quieren ver su imagen (exagerando o no mi comentario) desde ya en toda una serie de productos de consumo masivo, aunado a escritos novelescos, reseñas fotográficas o películas donde lo llevarían a convertirlo en un superhéroe mediático, al que hay que registrar los derechos de autor en todo aquello donde su perfil aparezca. Muchos dirán, que esto sería lo ideal ya que se mantendría vigente la imagen de Chávez. Claro, se mantendría literalmente vigente la imagen del Chávez que ellos quieren mostrar, pero esa es la forma que tiene el imperio y sus acólitos, de destruir el vigente legado del verdadero Chávez que todos conocemos.
El Camarada Chávez está vivo, pensante y preocupado por el devenir de nuestra patria. Es el Chávez que hemos conocido, al que apreciamos, no al superhéroe sino al humano excepcional, con defectos, virtudes, pero con una innegable razón de vida, que es su pueblo Latinoamericano. No es el Chávez santo o demonio, es el que en algún momento de su desandar por los caminos de nuestra patria desde los sinuosos o agrestes hasta los mas “planitos y bonitos” se topó con tu mirada, te tocó la mano, tu cabeza, abrazo un niño y una anciana sin limpiarse los labios o las mejillas y es el que regañó a un funcionario inepto en quien le confió su gestión hacia el pueblo. Es nuestro hermano, nuestro padre, nuestro hijo, nuestro amigo, nuestro compañero, no un desconocido. En fin Chávez es de la familia y el parentesco nuestro es nacional y es por eso que su enfermedad nos preocupa, porque es un miembro de nuestra estirpe quien la padece.
De tal manera Camaradas, Chávez no es el Chávez histórico, es el que sigue haciendo historia y nos ha hecho partícipes a cada uno de nosotros de esos registros memorables y los que aun están por construirse. Chávez no es una franela, una foto, un afiche, una gorra, una taza de café, una estampita para colocarle una vela. Su dimensión es humana, no divina y en ese contexto se debe mantener porque al querer elevarlo al Empíreo nos minimizan, porque Chávez somos todos y Chávez es uno solo y está y ha estado compartiendo con nosotros más vivo que nunca.
Sin Chávez no hay Revolución, porque Chávez es la Revolución.
Ingeniero Carlos J. Contreras C.
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